Paula 1225. Sábado 6 de mayo de 2017. Especial Belleza.
Ser el primero es casi tan destacable como ser el mejor. Marco Correa logró ambos. Fue el primero en crear una propuesta original y dejar de calcar moldes europeos como lo hacían los demás diseñadores. Fue el primero también en encontrar su inspiración en la cultura latinoamericana y en usar en el prêt-à-porter una técnica artesanal típica como el tejido. Logró revolucionar la moda de finales de los años 60 con vestidos de siluetas simples, colores fuertes e impecable confección.
Nacido en 1943, fue el segundo de cuatro hermanos. Antes de él estaba Carmen y después, Rafael y Rosario. Sus padres eran dos extremos: Rafael Correa fue coronel de Carabineros, exigente y conservador. Ema Vergara, fue concertista de piano, cálida y cariñosa. Quizás fue el padre quien le traspasó la exigencia y la pulcritud que más tarde exigiría en sus diseños. De su madre sacó el lado artista. Desde chico tocaba la guitarra, el piano y bailaba. "Recuerdo, cuando yo era jovencita, la chimenea prendida y todos guitarreando en la casa de mi abuela", cuenta Alejandra Ravioly, una de sus sobrinas, hija de su hermana Carmen. La danza fue una de sus grandes pasiones y formó parte de la compañía Mobile, fundada por Hernán Baldrich en 1977. Allí confeccionó trajes y bailó.
Su desarrollo más importante como modisto fue en Tai, boutique de tejidos ubicada en la calle Merced a la que ingresó en 1967 mostrando sus dibujos. Tenía 24 años y acababa de terminar sus estudios de Arte en la Universidad Católica de Chile y una beca en la Escuela Superior de Artes Decorativas de París. Ese lugar, que ya llevaba dos años funcionando, le entregó una experta mano de obra para sus creaciones y él, a cambio, le otorgó la originalidad que necesitaban sus prendas. A pesar de su discreción, Marco logró tener éxito en su época y hasta la tienda Tai llegaban las más elegantes señoras y embajadoras extranjeras a comprar sus vestidos.
En 1969 diseñó el vestido típico que la entonces Miss Chile Mónica Larson llevó a Miss Universo. Lo mismo con el de Mariana Villasante en 1986, que le valió el reconocimiento del certamen. Diseñó también el vestido típico mapuche que usó Cecilia Bolocco cuando ganó Miss Universo en 1987. Fue él quien creó el vestuario de la mega producción La Quintrala, conformado por cerca de 700 trajes coloniales, entre ellos, los que vistió Raquel Argandoña en el rol principal. Diseñó las ropas de varias otras producciones dramáticas de TVN y el vestuario de obras de teatro como El rey Lear y la ópera Simón Boccanegra.
No solo sorprendió con sus diseños. Como "un espectáculo insólito" fue calificado por la revista Eva su primer desfile en el Drive In de Lo Curro, en 1968. El evento aunó sus diversos intereses: el teatro, la danza, la música y el arte. Las modelos, en vez de desfilar, bailaron al compás de la música folklórica del Grupo Nahuel con coreografías de Hernán Baldrich. "Un verdadero happening para mostrar a las chilenas que aquí se hacen cosas muy lindas y que vale la pena usar", se lee en Eva.
Marco Correa fue provocador en su quehacer, pero en público era una persona seria y su apariencia no era llamativa: siempre con colores oscuros y jeans. "No le gustaba mucho la parafernalia, sino pasar inadvertido. Después de los desfiles salía a saludar porque no le quedaba otra", cuenta su sobrina Alejandra Ravioly.
Pero con sus amigos era otro cuento. "Teníamos un grupo de íntimos, entre los que estaba Juan Grimm y Juan Enrique Carvallo, y nos turnábamos las casas para juntarnos a comer. Él era el alma de la fiesta, muy divertido, siempre tenía historias que contar", recuerda la fotógrafa Carmen Fulle. Juntos hicieron un viaje a Sri Lanka y a la India.
Moda latinoamericana
"Marco Correa es un chileno que un día revolucionará la moda de todo el continente", fueron las palabras que le dedicó Víctor Jara en una entrevista dada a revista Paula en 1971, incluyendo su trabajo dentro del boom que se estaba dando en la pintura, la literatura y la nueva canción chilena, y como parte de quienes observaban al país y a América Latina como un territorio unido. Alejandra Ravioly recuerda que Jara le regaló a su tío un disco autografiado.
Marco, al igual que varios artistas chilenos, estaba enfocado en Latinoamérica. "Era un artista y un tipo muy culto, entonces lógicamente pensó en hacer una moda distinta y lo hizo inspirándose en sus raíces", comenta Carmen Fulle.
A fines de los años 60 y principios de los 70 la cultura nacional bullía y encontraba respaldo en los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende. "En esos años –la moda autóctona–es apoyada directa o indirectamente por los gobiernos de turno, principalmente porque el discurso que la sustenta coincide con los planteamientos de corte nacionalista y latinoamericanista que cruzan el espacio político y cultural del periodo", explica Pía Montalva en su libro Morir un poco (2004). Marco no se comprometió directamente con la política, pero claramente era más cercano a los planteamientos de izquierda.
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En 1968, en el número 26 de Paula se publicó Moda Latinoamericana, dedicada a los diseños de Correa. Este es un vestido de noche con peto metálico en cobre y piedras blancas.[/caption]
En ese contexto, en 1972 fue invitado a la exposición Un Chile oculto, en el Museo Nacional de Bellas Artes, organizada por la Dirección Nacional de Turismo y la Comisión Femenina de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo, que le valió la denominación de artista por el director del museo Nemesio Antúnez. "Más allá de la intencionalidad política con que fue organizada, la muestra fue la vitrina de este ejercicio estético que nunca ha vuelto a ser igualado en la costura local", escribe Juan Luis Salinas en su libro Linda, regia, estupenda (2014).
Existe una diferencia entre lo que se llamó la moda latinoamericana, atribuida principalmente a Correa, y la moda autóctona. Esta última encuentra su raíz en suelo chileno y los elegidos por la Unidad Popular como sus principales embajadores fueron Enrique Concha y Nelly Alarcón. El primero rescataba las grecas de las cerámicas diaguitas, mientras que la segunda trabajaba el tejido de raíz chilota. El diseño de Marco, en cambio, era una abstracción de lo latinoamericano.
En esos años, Allende invitó a Chile al diseñador español Elio Berhanyer, discípulo de Balenciaga y quien revolucionó para siempre los uniformes de aerolíneas con su propuesta para Iberia. En Santiago el español invita a Correa a colaborar con él y, tras la muestra del Bellas Artes, parte por 3 años a Europa.
Vínculo con el afiche chileno
"Sus piezas son como un lienzo donde el artista pinta un cuadro", dice Acacia Echazarreta, curadora del Museo de la Moda y encargada de la exposición. En sus vestidos Marco trabajaba con colores fuertes, una práctica poco difundida entonces y con clara inspiración precolombina, incluyendo el verde, el morado, el naranja y el rosado. Siempre los usaba puros, claramente demarcados y a veces los separaba con una línea negra. La también curadora del museo Jessica Mezza agrega que esa estética tiene su raíz en los primeros carteles chilenos, cuya precaria impresión necesitaba esa separación tajante entre los colores.
Correa hacía vestidos de siluetas simples y rectas con figuras geométricas que rememoraban las grecas decorativas de cerámicas de pueblos originarios, con franjas onduladas y, a veces, con figuras más reconocibles como palomas y flores, presentes también en los afiches chilenos. Para confeccionarlos ocupaba diversos métodos: bordados que cambiaban de color, pedazos de tejido incrustados sobre la pieza principal y la técnica del puzzle, que consiste en armar la prenda uniendo partes separadas, dejando la costura en la parte de atrás de la tela. Un trabajo detallado y preciso que, a pesar de innovar en el color y el textil, resulta limpio.
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Primer vestido que aparece en las 12 páginas en las que se desplegó el trabajo del modisto.[/caption]
Después de su muerte a los 49 años por VIH, su figura ha adquirido altura de mito. "Hoy se habla mucho de Marco Correa como una fantasía de la moda chilena", cuenta Constanza Vergara, editora de moda de revista Paula de esa época, para quien Marco es uno de los pocos y grandes diseñadores que ha tenido Chile.
Paula lo lanza a la fama
"Un diseñador chileno, Marco Correa, y una boutique de Santiago, Tai, se lanzaron en la aventura de crear una Moda Latinoamericana, inspirada en nuestro colorido, nuestra idiosincrasia, nuestro físico." Es el texto que se lee en la editorial del número 26 de revista Paula, de diciembre de 1968. En páginas interiores, una producción de moda con vestidos, pantalones y chaquetas del diseñador. Era la primera vez que en Chile se hablaba de una Moda Latinoamericana y también la primera vez, a un año de lanzada la revista, que se hacía una moda con las piezas de un solo diseñador.
Revista Paula impulsó el trabajo de Marco Correa, albergando en sus páginas sus diseños y defendiendo su estética. De hecho, fue Vergara quien defendió su trabajo como jurado del Festival de Moda de Viña del Mar de 1969, donde Correa obtuvo 8 de los 12 premios, y sus periodistas usaron sus vestidos en diferentes eventos sociales, como la fiesta organizada con motivo del primer aniversario de la revista en el barco Argonauta en Valparaíso.
Siguiendo su pista
Marcela Nieto (72) tenía 30 años y estaba en un matrimonio cuando vio pasar un vestido que le fascinó. Le llamaron la atención sus diseños étnicos. Nunca había visto algo igual, entonces se acercó a la mujer para preguntarle sobre la procedencia de la pieza. "Marco Correa", escuchó. No tenía idea quién era, pero partió a su taller y se mandó a hacer un vestido de madrina. "Me hizo el dibujo en 2 minutos, en 15 días lo terminó", cuenta. Ese vestido tejido, manga corta y de fondo negro con dibujos blancos en la parte inferior, es uno de los 20 que se exhibirán en la muestra del Museo de la Moda. Fue adquirido en abril pasado, mientras que el resto han ido lentamente conformando una colección desde 2001. Dos vestidos fueron exhibidos en la muestra Vistiendo el tiempo realizada en 2007, la primera del museo.
En 2006 el equipo del museo se concentró en buscar prendas e, incluso, publicaron anuncios en diarios para tal efecto. La escasa información de Correa la han obtenido conversarndo con las dueñas de las prendas y con el círculo del diseñador.
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Páginas interiores de Paula N° 26, con producción de moda hecha por Constanza Vergara y fotografía por Horacio Walker. "Su diseño no era aymara, ni era mapuche. Eran los colores, las olas en los tejidos, era una abstracción de lo latino", explica Constanza.[/caption]
Otro de los vestidos en blanco y negro que se expondrá en la muestra fue encontrado de manera fortuita en la casa de subastas Kerry Taylor Auctions, en Londres. El 12 de diciembre de 2006 Jessica Meza, quien estaba en la capital inglesa, se dio cuenta del parecido que tenía un vestido que estaban ofreciendo con los diseños de Marco, se acercó a mirarlo y tenía su etiqueta. Lo compró, pero no han podido dar con el nombre de su dueña ni saber cómo llegó a tierras británicas.
Diálogo con el exterior
La moda en esos años empezaba a despegarse de formalidades y se vinculaba con el pop art, la sicodelia y el hippismo, que se leen en el trabajo de Correa, tanto la silueta menos estricta como en el uso del color y las figuras decorativas.
La industria textil internacional, con empresas como DuPont, estaba buscando y desarrollando materiales más tiesos que permitieran plasmar y visualizar gráficas en las telas. "Lo interesante es que Marco Correa logra eso acá de manera artesanal con el tejido", cuenta Jessica Mezza. Ese tejido bien apretado y pesado lograba ser receptáculo perfecto para los diseños del joven artista.
De Yves Saint Laurent, quien abrió su casa de moda en 1961, es uno de los vestidos que se verán en la muestra de Correa, como forma de contextualizar la época. Se trata de una pieza de manga larga y hasta arriba de la rodilla, con cuatro colores, armado con la misma técnica de puzzle que usaba el chileno. Un modelo muy parecido de Saint Laurent aparece en una publicación de 1967 de Jours de France puesto en la cantante pop francesa Françoise Hardey. También su conocida colección de otoño de 1965, inspirada en la obra del artista Piet Mondrian, tiene cruces con la obra de Correa: colores puros, separados y siluetas simples.
Otros diseñadores que dialogan con el trabajo de Correa son el francés Jean Louis Féraud, Pierre Cardin y Karl Lagerfeld que en esos años estaba a cargo de Chloé.
"El trabajo de Marco Correa me llama la atención por su inspiración étnica, conectada con nuestra identidad y la latinoamericana. Cuando ves sus diseños, están tan bien hechos. Más que un diseñador de moda, Correa era un artista", dice el presidente del Museo de la Moda, Jorge Yarur.
La exposición
La muestra, que se inaugura el 29 de junio y el 30 se abre al público, introducirá a Marco Correa exponiendo el contexto de la moda internacional en el que se desarrolló con cuatro vestidos de diseñadores europeos: dos de los franceses Yves Saint Laurent y Pierre Cardin, uno del inglés Ossie Clark y uno del español Elio Bernhayer. Se podrá visualizar también una extensa colección de revistas Paula y Eva en las que aparecieron las creaciones del diseñador y bocetos y documentos de sus otros mundos: el teatro, la televisión y los concursos de belleza.
En la sala principal, se expondrán alrededor de 18 de sus vestidos, todos confeccionados en la tienda Tai. El orden de las piezas será visual, no cronológico por la falta de certeza en las fechas, conformando áreas de modelos en blanco y negro, vestidos con inspiración sicodélica y otros con decoraciones más figurativas. La muestra se extenderá por 5 meses, en el siguiente horario: martes a viernes de 10 y 18 horas, y fines de semana de 10 y 19 horas.
Av Vitacura 4562, fono 22219 3623, www.museodelamoda.cl