Mariana Najmanovich: El arte de la violencia

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En su última muestra, esta artista visual trabaja con el extraño mundo del modelismo militar. Pero aquí las réplicas de escenas bélicas no son un juego, sino una oportunidad para cuestionar la violencia a través de la belleza.




"No soy de esas artistas que hacen croquis o bocetos. Planifico de otra forma: tengo un diario desde hace diez años con mis procesos. Ahí escribo las grandes crisis artísticas que he tenido, cuando nada sirve y todo es una basura. Pero también anoto mis hallazgos y propósitos como artista", dice Mariana Najmanovich. Por eso, cuando supo que iba a exponer en el gabinete de la Galería Aninat, un espacio donde la invitación es a mostrar el proceso tras las obras, descartó su diario de apuntes y decidió recurrir a un particular archivo que había empezado a coleccionar hace algunos años.

"A finales del 2016 estaba de viaje en Barcelona cuando, por curiosidad, entré a una tienda de modelismo militar. Era un local especializado en artefactos para armar maquetas de escenas bélicas donde vendían sets con pinturas especiales, uniformes y ambientaciones exactas de guerras y batallas. Dentro de ese pequeño universo encontré un set para armar figuras de terroristas", recuerda. Ahí compró una primera caja de Terroristas urbanos modernos, que venía con 40 figuras humanas vestidas con trajes islámicos a escala 1:72. "Sentí que era el punto de partida de algo", recuerda Mariana. Al volver a Chile, se puso a investigar y encontró un abanico amplio de estos juegos para adultos que, a diferencia de otras prácticas de recreación militar históricas, jugaban con la guerra contemporánea. "Aparecían figuras de cuerpos de víctimas con las caras vendadas y arrodillados, cuerpos de prisioneros torturados y soldados con armas".

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Así empezó una colección y, con varias cajas en su poder, lo primero que decidió fue separar el envoltorio del contenido y trabajarlo como materiales independientes. Replicó las figuras en una escala mayor y construyó un molde de fibra de vidrio que mide un metro. "Quise conservar los defectos de las uniones del plástico, que en el juego de la escala le devuelve la importancia que tiene".

¿Se podría decir que empezaste a jugar con las figuras?

No sentí que estaba jugando, porque la impresión que tuve con este ejercicio fue de mucho impacto. A medida que la figura ganaba escala, más me impactaba el estereotipo que encerraba. Y no solo esta figura en particular, sino que todas. Las vestimentas y las actitudes estaban asociadas al terror que en general eran de una estigmatización horrorosa. Ver esto en un formato de juego, fue fuerte.

¿A qué crees que nos enfrentamos cuando reconocemos un estereotipo?

El estereotipo es una idea prediseñada y el peligro es la falta de reflexión.

Los sets de miniaturas fueron el origen de la serie Prototipo para armar, que decidió mostrar en el gabinete de la galería. Además de las cajas y réplicas a escala, Mariana hizo collages con parte de su archivo de imágenes de la Segunda Guerra Mundial y otras guerras históricas. Derritió soldados sobre mapas que muestran zonas de conflicto y rescató una portada de The Independent en la que perfilaban a Osama Bin Laden como un líder, antes del 9-11, y la imprimió en piel acrílica.

El título de su muestra Otro Atlas, guiña al Atlas de Gerhard Richter, una enorme colección de fotografías, recortes y bocetos que datan de los años 60. Pero a diferencia de esa obra, la muestra de Mariana está desplegada en el gabinete de Galería Aninat como una línea cronológica. Primero están las cajas, donde apenas se reconocen entre las originales algunas inventadas por ella. Y luego vienen una serie de collages y esculturas que abordan la guerra, la violencia y su representación. Llama especialmente la atención algunas pinturas que realizó de hombres reunidos, que parecen estar negociando, y el retrato de un soldado armado al que sólo se le ve un ojo.

¿Por qué insistir en la belleza de la pintura para mostrar un contenido tan sórdido?

Es justamente ese contraste el que me interesa. Entre esos polos radica algo muy humano. Las obras de arte que hago buscan unir esas fuerzas opuestas. Por ejemplo, entre el 2013 y el 2014, hice una serie que se llamó Plasticidad del desarrollo en que aparecen mujeres soldados. Me interesaba hacer un diálogo entre la belleza de la mujer y la violencia de la guerra.

La guerra suele ser juego masculino, ¿cómo lo abordas como mujer y artista?

Lo que me interesa es el efecto que la guerra genera en la sicología de las personas. Sean hombres, mujeres o todas las categorías intermedias. Hay una deformación sicológica en conflictos de ese calibre que es una metáfora de muchas situaciones violentas cotidianas. La guerra es el estado mayor, pero la figura del soldado que obedece es una metáfora de la falta de reflexión cotidiana.

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