Tras la mesa que se montó para la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Medicina en marzo recién pasado, cuelgan los retratos de los médicos que ya han recibido este galardón en sus veinte años de existencia. Todos son hombres. Es que este año, por primera vez, una mujer se sumó a esa lista. Se trata de la doctora Marta Colombo (82), una especialista en neurología infantil que con su trabajo logró prevenir que miles de niños y niñas chilenas desarrollaran discapacidad intelectual. “Me gustaría que de ahora en adelante se lo ganaran puras mujeres”, dice bromeando, porque luego aclara que las mujeres se lo merecen igual que los hombres. “No somos iguales, pero hay ciertas cosas en las que deberíamos estar en el mismo lugar, y este premio debería ser así: más equitativo. Si un hombre lo merece que se lo gane, y si una mujer lo merece, también”, dice.
El problema es que en esta entrevista reconoce que desde que se empezó a entregar este reconocimiento, muchas mujeres lo han merecido. “Incluso más que yo, por eso me siento privilegiada, y lo veo como un reconocimiento a tantas mujeres médicos que fueron postergadas. Por eso lo quiero compartir con todas”, asegura.
¿Por qué cree que antes no se lo dieron a una mujer?
No lo sé. Cuando entré a estudiar medicina en la Pontificia Universidad Católica, eran sólo tres mujeres en mi generación. Quizás tiene que ver con eso, que antes éramos menos.
Pero usted misma dice que otras antes también lo merecieron…
Hoy las cosas han cambiado, pero ha sido un camino lento para llegar a esto. En ese camino, muchas mujeres lo han merecido y por eso recibo con mucho cariño el hecho de ser la primera.
Una de las batallas del feminismo apunta a abrirles nuevos espacios de participación a las mujeres ¿Se considera usted feminista?
Nunca he sido muy feminista pero me gusta pelear por las mujeres. Este premio lo considero de todas las mujeres, de todas las estudiantes de medicina y doctoras. Como es la primera vez que lo gana una mujer, es importante decir que es para todas las mujeres que están en medicina.
Entonces sí tiene algo de feminista
Me interesa acompañar a las mujeres, pelear por ellas y sus derechos. En medicina actualmente existe la misma cantidad de mujeres que hombres, el problema es que después en el trabajo, a veces para las mujeres es más difícil porque en ocasiones eligen a más hombres que mujeres para algunos puestos. Pero las cosas han mejorado.
¿Usted se sintió alguna vez discriminada?
Nunca, al contrario. Como éramos pocas, les parecía algo novedoso, les gustaba que estuviéramos ahí, y nos apoyaban mucho.
¿Pero es consciente de que muchas otras no tuvieron ese espacio?
Sí, por supuesto. No sé por qué yo encontré ese espacio y otras no, pero me lo dieron y lo tomé con mucho cariño. Tuve esa suerte de ser aceptada y por eso me hace feliz ver que cada vez son más las mujeres que lo tienen.
EL SELLO FEMENINO EN LA RELACIÓN CON LOS PACIENTES
La doctora Colombo se desempeñó a partir de 1966 en el Hospital Arriarán y participó en la creación del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile. Allí, primero se hizo cargo del Laboratorio de Enfermedades Metabólicas y luego asumió como Jefa de la Unidad de Genética y Enfermedades Metabólicas, cargo que ejerció hasta 1993. Luego, retornó a Valparaíso, donde se desempeñó como jefa del Laboratorio de Enfermedades Metabólicas del Hospital Carlos van Buren.
Sus investigaciones se centraron en la desnutrición y desarrollo cognitivo infantil, así como en el impacto de un programa de alimentación complementaria en el rendimiento escolar.
En su carrera trabajó con niños y niñas, ¿cómo fue esa experiencia?
Me gustan los niños, los quiero mucho y creo que uno puede hacer mucho por ellos porque les queda mucho por crecer; hay más potencial, a diferencia de los adultos que ya están formados. Además para mí es un objetivo en la vida poder ayudar, por eso estudié medicina, y eso se cumple al colaborar con las familias que siempre están al lado de sus niños, que les llevan al policlínico preocupados. Se genera una relación cercana con ellos. Antes podíamos estar un poco más distantes, pero ahora estamos muy cerca.
¿Cree que el aumento de profesionales mujeres en medicina ayudó a cambiar ese paradigma?
Está bien lo que usted dice, yo no lo había pensado; que quizás las mujeres ayudamos de esa manera. No sé si al punto de influenciar en los doctores, pero sí creo que las mujeres somos distintas en el trato de los pacientes, porque hombres y mujeres tenemos diferencias. Quizás el hecho de ser madres nos hace empatizar de una manera distinta.
Y en otras áreas de la medicina, por ejemplo en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, ¿piensa que han habido avances?
Creo que es importante seguir avanzando en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, no porque haya más mujeres médicos, sino que porque es necesario, las mujeres se lo merecen, una cosa de justicia.
¿Usted está de acuerdo con el aborto?
En ciertas condiciones. No soy partidaria del aborto libre, pero sí en ciertas condiciones. Creo que son muchas las causales por las que se puede hacer un aborto, pero que sea libre, es decir cuando uno quiera o como quiera, no me parece. En ese sentido soy un poco más conservadora. Pero sí creo que es importante pelear por los derechos de las mujeres en todas las áreas y también en medicina.
Algunas de las doctoras que han trabajado con usted, como Verónica Cornejo, la han descrito como una maestra, pero también como una amiga. ¿Cómo es la relación entre mujeres en espacios laborales en los que son minoría?
Para mí ellas nunca fueron mis alumnas, sino que compañeras de trabajo. Nos ayudábamos mutuamente. Generamos una relación de amistad en el trabajo porque teníamos un fin común. Creo que el camino es más fácil cuando hay otras mujeres.
¿Cómo ve el futuro para las mujeres en medicina?
Creo que va a ser muy bueno, no tengo dudas. Haber ganado este premio es una muestra de eso. Veo que están bien encaminadas, tienen las cosas claras; saben que debe haber igualdad y creo que eso se está logrando. Lo deseo con mucho cariño.