Me contagié de VIH a los 60 años

Hoy, los mayores de 60 años representan el 15% de los nuevos casos de VIH en el mundo y, en Chile, el número de personas contagiadas después de esa edad va en aumento. La cifra revela que los mayores tienen una vida sexual más activa y diversa que lo que se suele creer, pero también que a ellos no les llegaron las campañas de prevención del sida ni la cultura del condón.




Paula 1128. Sábado 17 de agosto de 2013.

Isabel (su nombre ha sido cambiado a petición de ella) es viuda, tiene 4 hijos y 8 nietos. A sus 64 años, se encarga de ir a buscar al colegio y cuidar a sus dos nietas de 7 y 10 años de lunes a viernes. También participa en un club de la tercera edad de su villa de Maipú, del que es presidenta, y con el que se junta frecuentemente a tomar té y jugar lotería. Entre tanto ajetreo, a veces se le olvida que tiene VIH.

–Lela, tus pastillas–, le recuerdan las nietas cuando olvida tomarse los medicamentos de la triterapia que guarda en un pastillero.

Las niñas no saben que Isabel tiene VIH, pero asumen como algo propio de la edad que tenga que medicarse. De sus nietos solo los dos mayores, de 18 y 25 años, saben de su enfermedad. "Los otros son muy chicos, no entienden de esto todavía", dice.

Como les sucede a muchas personas infectadas de su edad, Isabel pasó por varios médicos, exámenes y diagnósticos antes de que se sospechara que tenía VIH y le hicieran un test de Elisa. Fue por tener relaciones sexuales sin preservativo que contrajo el virus en su primera y única relación de pareja tras enviudar, relación que duró 2 años. "Yo andaba en las nubes, me sentía viva, él era más joven y lo pasamos regio. Ni pensé en ocupar condón porque a esa edad quedar embarazada no es tema. No se me ocurrió que podía contagiarme. Ni sabía lo que era el sida", dice.

"Yo andaba en las nubes, me sentía viva, él era más joven y lo pasamos regio. Ni pensé en ocupar condón porque a esa edad quedar embarazada no es tema. No se me ocurrió que podía contagiarme. Apenas sabía lo que era el SIDA", dice Isabel, que es viuda y tiene 64 años.

Un año después de que terminó su relación, Isabel empezó a sentirse decaída, veía borroso y adelgazó hasta solo pesar 39 kilos. Vio a un médico general, a un ginecólogo y a un médico internista y ninguno pudo entregarle un diagnóstico claro. Un mes después de estar internada en el Hospital San Borja por una bronconeumonía la llamaron para entregarle los resultados de sus exámenes. Tenía 52 años. Su hija mayor, de entonces 31 años, la acompañó a buscarlos. Una doctora se acercó y le dijo a su hija "te voy a quitar a tu mamá un ratito". Llevó a Isabel a su consulta. Unos minutos después, Isabel volvió con los ojos llorosos a la sala donde la esperaba su hija.

–Mamá, ¿qué pasó, qué te dijeron?

Isabel le habló en voz baja en el oído, para que no escuchara nadie más.

–Tengo… sida.

Lloraron abrazadas hasta que Isabel logró calmarse.

–Tengo que salir adelante, todavía me quedan muchos nietos por conocer… No se lo cuentes a nadie. Si alguien pregunta, yo tengo cáncer.

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Doctor Carlos Pérez, infectólogo especialista en VIH de la Red de Salud UC.

LA VIDA SEXUAL DE LOS HOMBRES

El VIH está creciendo entre los mayores de 60 años, como Isabel. Desde 1990 hasta 2005 se multiplicó por 7 el número de casos de VIH en este grupo etáreo a nivel mundial y representa 15% de los nuevos diagnósticos de VIH/sida según cifras de la ONU. La misma tendencia está ocurriendo en Chile: los datos del Ministerio de Salud muestran que la tasa de personas diagnosticadas de sida entre los 60 y los 69 años aumentó de 3,1 casos por cada 100.000 habitantes entre 1987 a 1991, a 15,8 casos por cada 100 entre 2007 y 2011. De un total de 26.740 chilenos notificados por VIH/sida a diciembre de 2011, 755 corresponde a personas mayores de 60 años.

El doctor Carlos Pérez, infectólogo de la U. Católica y jefe de la Red Salud UC, afirma que el porcentaje de personas mayores con VIH se incrementó especialmente en los últimos 10 años, década en que todas las personas diagnosticadas tuvieron acceso a la triterapia gratuita a través de Fonasa a partir de 2003, y luego incorporada en el Plan Auge en 2005. En el Hospital Clínico UC (donde se diagnosticó el primer caso de sida en Chile en 1984) actualmente la paciente VIH más vieja tiene 85 años y fue notificada hace 10 años; de hecho, el 17% de los más de 1.000 pacientes con VIH que se controlan en la Red Salud UC son mayores de 60 años. "Algunos de nuestros pacientes tienen 20 años de diagnosticados o más y con los tratamientos actuales han llegado a esta edad. Eso es algo que está pasando en todo el mundo y tiene que ver con que las personas con VIH pasan a tener una expectativa de vida parecida a la de la población normal, que en Chile es de 78 años", afirma. "Pero también tenemos una cantidad creciente de pacientes que se infectan después de los 60, porque las personas mayores al vivir más, prolongan su actividad sexual y muchas de ellas no son conscientes del riesgo".

El médico infectólogo Carlos Beltrán es el encargado del programa VIH/sida del Complejo Asistencial Barros Luco, donde se controlan alrededor de 2.000 pacientes con VIH. Más de 15% de ellos tienen más de 50 años y alrededor de 7% son mayores de 60, un porcentaje que va en aumento. "Ahora es una cosa bastante habitual que cuando nos juntamos los especialistas en VIH, nos comuniquemos 'yo tengo un paciente recién diagnosticado a los 75 años'. 'Yo tengo uno de 80'. 'Yo, uno de 85'. No es lo más común, pero ocurre. Ya no podemos circunscribir el riesgo de adquisición de VIH solo a las personas jóvenes. Nos pasa todo el tiempo que nos llaman para decir: 'Esta abuela tiene hongos en el esófago, ha tenido herpes'. ¿Y le pidieron el examen de VIH? 'No, pues, si es una señora mayor'. Y sale positivo".

La OMS define como país envejecido a todo país que tiene 10% de mayores de 60 años en su población y Chile ya tiene 15,6% de habitantes que rebasan esa edad. Son 2,6 millones de personas. El envejecimiento acelerado que está viviendo Chile amplió la oferta de viajes, fiestas y uso del tiempo libre para la tercera edad. 800.000 adultos mayores participan en alguna organización comunitaria o social. "Estos nuevos espacios les han permitido redescubrir la vida romántica asociada a la pareja y la sexualidad. De hecho, hay muchas parejas que se han formado en esta etapa de la vida", afirma Rosa Kornfeld, directora nacional de Senama. "Sin embargo, aún existe gran desconocimiento sobre la vida sexual de las personas mayores. La sociedad, en general, los percibe como 'asexuados'. En algunos grupos de mayores el nivel de información con que se cuenta en esta área es básico e incluso con creencias erróneas".

En el Hospital Clínico UC actualmente la paciente con VIH más vieja tiene 85 años y fue notificada hace 10. Y el 17% de los pacientes con VIH que se controlan en la Red Salud UC son mayores de 60 años. "Varios se diagnostican en etapas avanzadas de su enfermedad, porque nadie lo sospechó ni les ofreció hacerse el test", afirma el infectólogo Carlos Pérez.

Adela Herrera, una de las pocas geriatras especializadas en sexualidad en Chile, se indigna con el prejuicio que existe sobre los "viejos asexuados". "A nivel mundial, 71% de los hombres y sobre 50% de las mujeres mantienen su vida sexual activa después de los 60 años. Se separan, enviudan, pololean, conocen nuevas parejas. Igual que en cualquier edad, pero con mucho más desconocimiento, porque nunca fueron educados en el tema de la sexualidad. Culturalmente no tienen incorporado el uso del preservativo y esto los convierte en un grupo de alto riesgo frente al VIH", afirma Herrera. A esto se suman los tratamientos para la disfunción eréctil como el sildenafil (viagra) que ayudan a tener una sexualidad más activa en la vejez, pero al no estar acompañados de educación sexual aumenta el riesgo de contagio. Adela Herrera muchas veces debe enseñarles a sus pacientes desde lo más básico. "Varios de ellos no saben poner un condón, nunca han comprado un preservativo en la farmacia y dicen ¿a quién le voy a preguntar, doctora? ¿A mi hijo? ¿A mi nieto? ¿Para que me agarren para el chuleteo?".

Las mujeres, especialmente, se encuentran más vulnerables cuando son mayores, según Herrera. "Han vivido en una cultura de machismo donde para su hombre era signo de poca virilidad usar condón. Muchas de ellas no usaron terapia de reemplazo hormonal cuando estaba indicado en la menopausia, no saben usar lubricantes y fisiológicamente tienen sus paredes vaginales más laxas y sangran fácilmente, por lo que frente al contacto sexual es más probable que se infecten", agrega.

CAMPAÑAS SIN VIEJOS

"El VIH no mata, tu miedo al examen sí", es el lema de la última campaña de prevención impulsada por el Ministerio de Salud en 2012. Apuntando directamente a la detección temprana del virus, los ocho spots publicitarios contaron con la participación de distintas figuras públicas, como Nicolás Copano, de 27 años, y Gianella Marengo, de 26. El rostro mayor de la campaña fue Eva Gómez, de 42 años. Es decir, las campañas impulsadas por el ministerio están dirigidas a los jóvenes y los adultos jóvenes. ¿Por qué no incluyen a los adultos mayores que también están en riesgo?

Ana María San Martin, jefa del Programa Nacional de VIH/sida (ex Conasida) del Ministerio de Salud, responde: "El principal grupo poblacional afectado son adultos entre 20 y 39 años, lo que explica que las principales estrategias de prevención estén orientadas a ellos. La tercera edad es un grupo bastante más pequeño. Sin embargo, el mensaje que tratamos de recalcar en la última campaña es que toda la población sexualmente activa debería hacerse el examen, tenga la edad que tenga".

Recién este año el Ministerio de Salud está actualizando su programa para incluir a mayores de 60 años a partir de 2013. "Cuando empezamos a ver el aumento de casos en adultos mayores en las cifras del año pasado, decidimos incluir en las orientaciones que el ministerio entrega, a los servicios de salud primaria, medidas de prevención y detección del VIH enfocadas a la tercera edad", explica Ana María San Martín. "Vamos a redactar una guía de VIH y ETS en el Programa Adulto Mayor, que incluya entrega de preservativos, cartillas que promuevan el sexo seguro y promoción del examen del VIH en adultos mayores, el que se realiza solo con consentimiento informado. Estas medidas son algo nuevas y estarán incorporadas dentro de nuestro plan estratégico a 5 años".

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Doctor Carlos Beltrán, infectólogo a cargo del programa VIH del Complejo Asistencial Barros Luco.

FALTA PESQUISIA MÉDICA

El sida o VIH en la tercera edad es considerado por la geriatra Adela Herrera "el gran impostor", porque sus síntomas se camuflan con muchas enfermedades frecuentes en la vejez y es fácil pasarlo por alto. Puede presentarse como una neumonía, una diarrea, o una anemia de causa desconocida. Cuando el virus ataca el cerebro, –lo que ocurre a un tercio de pacientes mayores con VIH–, provoca alteración de la memoria, del ánimo, o lentitud de movimientos. Los mismos síntomas de una demencia, depresión, o enfermedad de Parkinson.

El doctor Carlos Pérez, del Hospital Clínico UC, dice que le ha tocado muchas veces ver pacientes, hombres y mujeres, que después de pasar por varios médicos llegan a sus manos con todas las complicaciones habituales de un paciente con sida, pero por ser mayores se les atribuyeron a otras enfermedades típicas de la edad. "Las enfermedades de transmisión sexual no están en la primera línea de los diagnósticos que se plantean en la tercera edad. Varios de los adultos mayores con VIH se diagnostican en etapas avanzadas de su enfermedad, porque nadie les ofreció hacerse el test", dice.

En Chile solo 48% de las personas que tienen VIH lo saben y esta falta de detección se agrava en los mayores de 60. "Es probable que varios mueran sin haber sido nunca diagnosticados. Y cuando sí son diagnosticados, llegamos tarde, cuando ya están en la etapa sida", dice el doctor Carlos Beltrán, del Hospital Barros Luco. Por eso el Grupo Sida Chile –al que pertenece Beltrán y que representa a todos los profesionales de salud a cargo de la atención del VIH en Chile– desde hace varios años está pidiendo al Ministerio de Salud que incorpore, en las guías que se emiten a los servicios de salud, una oferta más universal del test de Elisa y no solo a los grupos considerados más de riesgo. "Queremos generar conciencia de que el examen de VIH lo deberían ofrecer en todas las instancias, independiente de la edad. Que cuando usted vaya al ginecólogo, le digan 'te toca hacerte el PAP y el test VIH'. O cuando vaya un adulto mayor a controlarse el colesterol o la próstata, se incorpore el VIH en los exámenes de rutina. También hemos difundido la necesidad de hacer el test con distintas especialidades y con algunas, como los neurólogos, nos ha ido muy bien. Pero los cardiólogos no lo tienen muy en cuenta dentro de los factores de riesgo cardiovascular", dice Beltrán.

"El 71% de los hombres y sobre 50% de las mujeres mantienen su vida sexual activa después de los 60 años", dice la geriatra Adela Herrera. "Pero no tienen incorporado el uso del condón y esto los conviertes en un grupo de alto riesgo", agrega.

En los hospitales consultados para este reportaje –La Fundación Arriarán, el Hospital Clínico UC, el Hospital Barros Luco, entre otros– la triterapia gratuita es universal para todos. Pero no existen programas o protocolos específicos para atender a personas de la tercera edad con VIH. No hay folletería sobre el VIH/sida diseñada especialmente para adultos mayores –considerando el lenguaje y el tipo de letra, por ejemplo–, ni promoción del examen del VIH como ocurre en grupos considerados de alto riesgo, como los adultos jóvenes. Tampoco en las organizaciones como Vivo Positivo tienen programas específicos para adultos de más de 60 años, aunque algunos de ellos sí participan en los grupos de apoyo. "En nuestras organizaciones hay un área de jóvenes, otra de mujeres pero, de la tercera edad no tenemos. Los más adultos, en general, tienden a apartarse, no se sienten cómodos, sobre todo si son heterosexuales y viejos. Nosotros hacemos lo que podemos. Corresponde al Estado preocuparse de la salud reproductiva y sexual de la tercera edad, que actualmente está totalmente ausente", dice Manuel Jorquera, presidente de Convihda y coordinador ejecutivo de la Red Vivo Positivo.

MIEDO A CONTARLO

Violeta (quien pidió no publicar su nombre), de 65 años, como muchos otros con VIH de su edad, fue diagnosticada después de todo un año de síntomas, cuando su enfermedad ya estaba muy avanzada. Ocurrió hace 14 años. Ella se había separado de su marido y llevaba dos años viviendo con una nueva pareja, Luis, de quien se contagió por tener relaciones sexuales sin protección, al igual que Isabel. "Mi marido me maltrataba, por eso lo dejé. En cambio, Luis era bueno conmigo, me enamoré por primera vez. Aunque mis hijos nunca me perdonaron que me fuera de la casa" dice. Luis se enfermó primero, de una broncopulmonía fulminante. Estuvo varios meses hospitalizado, pero nunca quiso decirle a Violeta que lo habían diagnosticado de VIH. Ella también cayó enferma a los pocos meses, de resfríos fuertes, diarrea y una baja de peso que la dejó en los huesos. Vio a tres doctores, que sospecharon primero de un cáncer cervicouterino y luego de una infección urinaria. Finalmente, en el Hospital Barros Luco, una consejera la hizo pasar a un box privado y le dijo que estaba contagiada de VIH. Violeta, que ya lo sospechaba, empezó a gritar y llorar. "Hasta pensé en matarme. En 1998 el sida no era como ahora, que es una enfermedad crónica. Para mí era la muerte, no sabía qué hacer. Llegué a la casa a decirle a Luis: 'me mataste en vida, ¿por qué no me dijiste?, ¿por qué no me cuidaste?'".

Él murió ese mismo año. Y a Violeta le faltó poco. La triterapia todavía no estaba disponible para todos los enfermos y estuvo varios meses en lista de espera. En ese periodo se agravó tanto que llegó a pesar 34 kilos y estuvo 6 meses hospitalizada, al borde de la muerte, hasta que por fin pudo recibir sus remedios y empezó a recuperarse. Hace cinco meses su doctor la abrazó, porque su carga viral había bajado a niveles indetectables en la sangre.

"Ya no podemos circunscribir el riesgo de contraer VIH solo a las personas jóvenes", dice El doctor Carlos Beltrán, jefe del programa vih/sida del hospital barros luco, donde más de 7% de los pacientes con vih son mayores de 60 años.

Al contrario de lo que ocurre en el caso de Isabel, su familia y sus amigos no saben que tiene VIH. Después de 14 años con la enfermedad, y a pesar de que participa activamente en dos agrupaciones de mujeres viviendo con VIH con las que asiste a conferencias y charlas del tema, le aterra la posibilidad de que se enteren sus hijos o sus nietos. Ellos piensan que va al hospital porque tiene diabetes. Solo se atrevió a contarle a su hija mayor. "Fue el peor error". Mi hija le contó a su marido y cuando yo iba a la casa, él corría con el cloro en la mano detrás mío y me servía todo por separado. Ella hasta el día de hoy no me habla del tema y me llama por teléfono solo cuando necesita que vaya a cuidar a mis nietos. A pesar de todo, yo he luchado por mi vida. Adoro a mis nietos, me visto con colores alegres y, como no pude seguir trabajando, aprendí a hacer collares y bisutería. Mis amigas me dicen que yo todavía podría tener una nueva pareja. Pero después de lo que me pasó, no confío en los hombres", dice.

Como Violeta, muchos mayores con VIH no comparten el diagnóstico con su familia. "Con frecuencia no le cuentan a sus hijos ni a sus nietos porque, por un tema cultural, ellos creen que no deberían tener VIH a su edad", dice el doctor Beltrán. "Y que más encima muchos consideren que la abuela de 60 o 70 años ya no tiene vida sexual activa, que ya está para otra cosa, genera una barrera en cuanto a compartir el diagnóstico y generar el apoyo que necesitan para enfrentar su enfermedad. Ojalá eso cambie, porque los familiares y amigos que conocen el diagnóstico ayudan en su adherencia a los controles, le dicen 'acuérdate de ir a hacerte este examen'".

En el caso de Jorge (quien optó por no dar su nombre), de 61 años, nadie de su familia sabe que tiene VIH. Recién en noviembre pasado fue notificado en un Integramédica del centro de Santiago y todavía no se recupera del impacto de la noticia. Como sí estuvo enfermo y con licencia, les dijo a sus hermanos que tenía cáncer. "Si tuviera 25 años, les contaría la verdad. Pero tengo más de 60 y se supone que uno ya es una persona madura que sabe protegerse. Me da mucha vergüenza", explica.

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