Mi hijo no se lleva bien con mi mamá
“Hace tiempo que tengo esta preocupación, vuelvo a reconocer momentos de mi infancia y siento un peligro, me siento en alerta porque no quiero que mi hijo viva estos episodios pues yo no los pude identificar como un peligro para mi salud mental por mi corta edad. Es difícil de identificar también porque no es un maltrato explícito, es un maltrato muy cotidiano y avalado por un sistema familiar. A la vez creo que no es maltrato, a veces sí, solo sé que es muy confuso y crea una tensión enorme. Soy hija de una madre soltera y tengo un hijo pequeño que está aprendiendo a hablar. Él tiene sus rutinas y muchas veces si tratas de cambiarla se enoja, otras veces no quiere abrazos ni besos y además quiere hacer cosas solo, como la mayoría de los niños. Es muy risueño, amoroso, sociable y chistoso, y se lleva bien con todos, menos con mi madre, su abuela.
Como todo niño, nos da momentos de alegría infinita e insuperable, también tiene momentos malos, pero he notado que en estos, mi madre no reacciona bien; suele querer abrazarlo cuando él no quiere, si se enoja con ella no le habla, le da órdenes y tiene un trato como si fuera un adulto, lo que hace que él no quiera pasar tiempo con ella. No quiero que piensen que mi madre es una mala persona, ha pasado por momentos muy duros en su vida que la han hecho una mujer con carácter, es tremendamente generosa y no dudo que ame a mi hijo, pero creo que no puede conectar con él y eso duele.
El vínculo que está formando con él me ha hecho observar y reconocer el que tuvo conmigo. Desde pequeña he tenido que cumplir pero con poco apoyo de su parte. Y no me refiero a un apoyo económico, si no a un apoyo emocional: el estar en las buenas y en las malas, ya que si bien me ha apoyado en momentos malos, creo que pocas veces se ha enterado de mis emociones, de cuando he estado mal porque siento que ella no puede lidiar con eso, sólo me da órdenes sin escucharme realmente.
Esta dificultad creo que es porque el apoyo emocional no ha sido útil en su vida, lo realmente eficaz ha sido enfocarse a los objetivos; hija de la vieja escuela, de la vida dura y el esfuerzo, se ha creado en ella una coraza que la hace parecer mucho más dura, mostrando dificultad para expresar el amor de manera cariñosa.
Esta situación también es difícil porque se lidia con el imaginario femenino de lo amoroso y la maternidad, pues a veces me acomoda que mi madre sea esta mujer independiente y decidida, pero también anhelo a la madre que te consuela las lágrimas y te hace tu plato favorito para pasar las penas; o a la abuela que le habla con voz aguda y juguetona a sus nietos. Por otra parte, mi madre está triste al ver que su nieto a veces la rechaza o se lleva mejor con otros. Si bien juegan y pasan tiempo juntos, también le rebate, le dice que no se acerque y no quiere ir a su casa, reacciones que yo nunca pude ejercer, creo que principalmente por miedo a su reacción.
Si bien trató de propiciar una relación entre ambos y siempre asegurar que mi hijo la trate con respeto, tampoco lo obligo a que tenga una relación con ella y no veo como algo negativo estas reacciones, pues veo que a su corta edad, deja claro el trato que quiere obtener. Tratando de buscar solución, he hablado con ella para que sea más tolerante a estos malos momentos y trate de ser más cariñosa, pero veo que hay algo más allá que le impide cambiar.
¿Qué hacer? Creo que siempre me va a mover el bienestar de mi hijo (y mío) por lo cual hablo con ella, pongo límites y estoy atenta, pero es difícil poner límites a alguien que se posicionó como una autoridad frente a ti y que si bien te escucha, se muestra poco flexible a los cambios, o se siente perdida en cómo reaccionar. Tomar distancia a ratos también ha sido una opción , pues ir a terapia con la crianza, el trabajo y los gastos, por ahora no es opción.
Sólo espero encontrar la fórmula del éxito la cual creo que tiene que ver con generar una relación sana entre todos, sin pensar en cumplir un modelo específico, encontrar una nueva manera que nos haga bien y respete nuestra forma de ser”.
Camila es lectora de Paula.
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