Cuando hablamos de amor, en general, pensamos rápidamente en las parejas o en las relaciones románticas. Y de primera, fue esta mi posición cuando mi mejor amiga me pidió que hablara en su matrimonio. No solo me pidió que hablara, sino que además me puso un pie forzado: te pido que hables sobre amores reparadores. Y yo pensé en escribir sobre lo que ha significado el amor de ella con su pareja, pero no. Mi mejor amiga ha sido un amor reparador.
Empecé el discurso diciendo que no podía hablar de este tipo de amor sin pensar primero en la amistad, porque ella llegó a mi vida en un momento en que la inseguridad y la desconfianza frente a todo me desestabilizó. Nos aprendimos a querer, a sostenernos en nuestras diferencias, a cuidarnos en los errores, a salvarnos en las penas, a escucharnos cuando hacíamos exactamente lo contrario a lo que le aconsejábamos a la otra, a correr para estar ahí cuando la vida se puso compleja, y principalmente a reírnos en los éxitos y la miseria de la otra.
Nuestra amistad es uno de los mayores tesoros de mi vida, una amistad de grandes momentos, que me ha inspirado a caminar la vida sabiendo que la debilidad es una cualidad, la vulnerabilidad puede ser un lugar desde donde nos podemos reír de la vida. Porque mi mejor amiga es un lugar seguro, una casita a la que siempre quiero volver, no importa cuanto tiempo pase o cuan ocupadas estemos: un almuerzo rápido o un encuentro planeado, siempre será sanador para el corazón.
Y bueno, decidió casarse, verla, con los años, convertirse en la mujer que siempre soñó ha sido un privilegio. El día de su matrimonio pude estar con ella todo el día. Junto a otra amiga del grupo, que completa mi circulito de contención, pudimos acompañarla y estar ahí mientras los nervios iban en aumento, mientras nos maquillaron a nosotras y ella aprobaba, mientras la peinaron a ella y nosotras gritábamos de amor. Y en este momento, que espero no olvidar nunca, tuve el honor de poner y ajustarle el vestido, puede sonar algo simple, algo que podría haber hecho cualquiera, algo rápido o sin importancia, pero que fue un momento íntimo, de las dos, de mucha emoción. Me cuesta poner en palabras lo importante para mí de ese momento, no solo era la testigo y la que abriría las palabras en la ceremonia, sino que pude tener un momento a solas con ella – un poco de calma, antes de la tormenta – donde nos abrazamos y pude asegurarle que jamás estaría sola.
Después vino la comida y el bailoteo, el compromiso era bailar sin parar – creo que lo logré– verla resplandecer en la pista de baile, con su marido, su hija y su hijastro, rodeada de tanto amor, de tantos buenos deseos, fue algo hermoso y conmovedor.
Mi mejor amiga se casó, hemos caminado juntas, acompañándonos mientras cumplimos nuestros sueños, y vendrán más momentos hermosos como el que vivimos juntas el día de su matrimonio, vendrán otros no tan bonitos, incluso algunos derechamente feos. Pero siempre estaremos juntas. Por eso a todos y todas, les deseo una mejor amiga en su vida.