"Mis papás son los grandes culpables de mi fascinación por la naturaleza. Mi papá creció en el campo y siempre compartió conmigo todo lo que sabía. Tuve una infancia muy conectada con lo verde. Me acuerdo que con mis hermanos pasábamos todo el día arriba de los árboles. Las plantas me evocan lugares y me emociono un montón cuando los recuerdo. Las buganvilias, por ejemplo, me acuerdan a mi niñez porque cuando chica tenía una enorme en la ventana de mi pieza. Me vuelve loca el olor que tienen y su color intenso.
Por otro lado está mi mamá. Ella es una amante de las flores y he ido adquiriendo ese gustito. Pero me gustan en su estado natural. Odio que me las regalen porque me da pena saber que van a morir en poco tiempo. Mi pololo lo sabe perfecto. Le tengo prohibido que llegue con un ramo a mi casa. Él ya sabe que prefiero que me den la planta entera para poder ir viendo su evolución. Eso es mucho más importante que decorar'un lugar.
La decisión de armar mi propio rincón verde fue gracias a los brotes de cactus que me traía cuando iba a ver a mi abuela al campo. Ella tiene millones por todos lados y lo que hice fue empezar a plantarlos en mi terraza. Elegí ese lugar porque le llega un sol súper fuerte y son las únicas plantas capaces de aguantar con las suculentas. Aunque debo reconocer que al principio tuve varios fracasos, porque no sabía cómo cuidarlas. Ahora siempre las voy moviendo de posición para que no se me quemen. Y cuando se me pasa la mano, tengo mi 'enfermería' de suculentas para salvarlas. Las llevo a un lugar súper fresco y con harta sombra durante un mes para que revivan. Encuentro que este tipo de planta te permite no tener una rutina tan estricta, ya que no requieren de muchos cuidados. Ellas son felices con agua y sol. Las rocío todos los días y las riego una vez a la semana. He leído hartos libros para aprender sobre el tema y me gusta mucho sacar información de Pinterest.
Lo que sí hago -y este es mi gran dato para que estén lindas- es ponerles cuarzos. Cuando hay luna llena instalo todas mis piedras al lado derecho de la terraza, que es por donde sale, y las cargo para después dejarlas en la tierra de las que están más débiles. Es impresionante la energía que les transmiten. Sirve mucho. Eso lo aprendí de mi hermano porque teníamos las mismas plantas, pero las de él eran mucho más grandes. Ahí me di cuenta del poder de los cuarzos.
Para mí una planta es sinónimo de vida. Y ver que están creciendo es demasiado gratificante. Las flores de los cactus, por ejemplo, duran un solo día y te transmiten una dosis de emoción impresionante. Es como un shot de felicidad. Son enormes y uno las espera durante meses, hasta que llega el día, las lleno de fotos, y después la botan. Tengo uno que tiene cara de nada, se ve muy normal, pero le brota la flor más linda que he visto en mi vida. Es burdeo con amarillo y parece una mariposa. Me acuerdo que cuando salió, mi mamá me gritaba como loca para que fuera a verla.
Todas mis plantas son de algún viaje que he hecho por Chile. Cuando veo un vivero, es parada obligatoria. Me encanta que me recuerden lugares. Y son lo que más me llama de la atención de las zonas que visito. Me interesa mucho más el árbol que se encuentra al lado de un castillo, que el mismo castillo. Podría estar mirando la naturaleza todo el tiempo. Me transmite belleza. Y es sinónimo de la perfección.
Isidora Henríquez tiene 28 y es ingeniera comercial. Actualmente se dedica a su propia marca de catering ecofriendly (@grin.catering) que no usa plástico ni deshechos.