Mirada Paula: la carpa de circo

Artista de circo, Camilo Prado Correa tuvo estudios de Bellas Artes en la Universidad de Chile, en Circo del mundo y en la Escuela Superior de Artes de Circo de Bruselas, en Bélgica. Desde hace 25 años es un enamorado de las carpas, lonas y estructuras, lo que lo llevó, hace ya 17, a producir, arrendar, vender y confeccionar carpas de circo.

“En el imaginario cultural nacional, el circo llega donde no llega la cultura. No es teatro, no es danza, no es música, no es cine, pero la carpa recorre todo Chile buscando públicos y respirando el aire de la gente”, dice.

“Acá, todos nos sentimos con el derecho al levantar en ruedo y mirar qué ocurre dentro, algo que no suele pasar con el teatro la danza, menos con la opera”, dice. Y es que para Camilo, la carpa es una membrana, una cobija ligera y permeable, una matriz donde todo puede ocurrir, un lugar lleno de magia y riesgo. Y es que así como alberga la pista, se convierte en un espacio de vida y muerte.

“La carpa rememora el coliseo y los circos máximos romanos donde se dejaba la vida por la libertad. Redonda gracias al galope del caballo y en honor a la Tierra, es también de los colores de las fantasías ligeras como el clima y vulnerables como la naturaleza misma”, dice Camilo, quien además ve en estas estructuras de tela y metal, cuerda y cable, combo y estaca, un nuevo nicho para las artes, seminarios. inauguraciones, charlas, eventos de empresa, coaching, teatro, danza, cine, circo, cumpleaños, matrimonios. Y es que para él, “todo cabe en este gran útero que mes a mes sangra historia, folclore y magia”.

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