Mirada Paula: la historia detrás de un café de especialidad
La historia del café La Jazmin es fortuita. Su dueña, la diseñadora Macarena González llevaba 15 años trabajando en el área de marketing del retail. Hasta que de un día para otro, eso se terminó. Buscando qué hacer, comenzó a ayudar a una amiga que tiene una galería de arte en donde conoció a diferentes personas; volvió a conectarse con el arte, diseño, la arquitectura y naturalmente empezó a volver a su esencia de diseñadora. “Fue como que bajara tres cambios”, recuerda.
Al lado de la galería había una casa abandonada que su amiga arrendó para hacer cursos y talleres para artistas. En ese lugar las personas pasaban largas horas y entonces, Macarena pensó que una buena idea sería tener ahí una cafetería. Pero ella no tenía plata para invertir, de hecho se había devuelto a la casa de sus padres y su casa estaba embalada en una bodega. Tampoco sabía cocinar, menos hacer café ni espumar bien la leche.
Pero la necesidad fue más fuerte. Tenía que hacer algo para volver a independizarse. Así, con más ganas que certezas, en un mes montó la cafetería usando todas las cosas de su casa: su mesa de comedor, sillas, lámparas, vasos, tazas, etc. “¡Y quedó como mi casa!”, dice. El nombre salió natural, ni lo pensó. “A mi me dicen Maca Jazmin, o Jazmin. Es que crecí en una casa en donde hay una enredadera de esta planta y el olor me fascina; es el que uso todos los días, y la flor la tengo tatuada”, cuenta.
Fiel a los inicios del proyecto, actualmente todo lo que Macarena ofrece en la cafetería es lo que prepararía a sus amigos en su casa: la pastelería es sin azúcar ni gluten; la leche de almendras natural; las tostadas con palta con pan negro artesanal; el jugo es orgánico y el café es de grano de altura y recién molido. “El lugar es bien especial, es una mezcla de todo lo que me gusta: Puelo, la magia, el tarot, la cerámica, la artesanía, lo hecho a mano. Siempre hay flores”, cuenta.
En el camino quiso seguir transformando este lugar y la experiencia de sus clientes en algo aún más especial. Decidió hacer su propio blend de café, muy asesorada eso sí por expertos. “Elegimos sólo granos de altura y mezclamos grano colombiano y peruano. Probamos harto, tostamos, catamos casi un día entero diferentes mezclas hasta que hicimos la votación y llegamos a la que nos gustaba. Así nació La Jazmin 11, que es el café con el que hago las preparaciones en mi cafetería. Le puse 11 porque es mi número en numerología y lo llevo tatuado, es un número maestro y me recuerda todos los días que tengo que seguir mi intuición”, dice.
A sus clientes les encantó el café y se lo querían llevar. “Me gusta pensar que en parte también porque se querían llevar un pedacito de la cafetería. Y es que es un lugar acogedor, sureño, mágico”, dice. Así que compró una pesa y lo empezó a vender en bolsitas de 250 gramos, en grano o molido, con una etiqueta que diseñó ella misma.
“Cada día me sorprendo más de lo que nace en este lugar y de la gente que atrae, todavía no sé qué más va a salir de esto, solo sé que va bien, se siente bien”, concluye.
* La cafetería queda en Américo Vespucio Norte 2890 (galería NAC). En Instagram @lajazmincafeteria y @lajazmincafe.
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