Con marcadas líneas de expresión en la cara, arrugas en el cuello y el pelo completamente blanco Pino Montesdeoca aparece frente a la cámara con un bikini naranjo y semi cubierta por una vestido tejido negro. Seria y de pie, se puede ver cómo, recién saliendo de un cascarón de huevo gigante posa para una foto editorial que hace pocos días publicó en sus redes sociales la marca de prendas de lujo Simon Miller. En otras fotos de la misma sesión, la modelo española muestra con gracia y elegancia un outfit que es llevado por mujeres que parecieran tener solo un tercio de su edad. Pino en cambio tiene 60 años y se ha tomado el mundo del modelaje por completo en las últimas temporadas en España. Con un sinnúmero de desfiles de pasarela y campañas para marcas prestigiosas y diseñadores, la modelo originaria de las Islas Canarias dió un vuelco a su carrera docente y está dedicándose al modelaje siendo una mujer mayor.
Dos conceptos que solían ser mutuamente excluyentes —moda y vejez— hoy se reúnen porque, al parecer, los estándares de belleza finalmente se están ampliando no sólo para incluir otros tipos de cuerpo sino también a mujeres de otras edades. En Chile, la exitosa carrera de Mimi Bick es un reflejo de esta tendencia que se expande a nivel mundial. A sus 64 años Mimi -al igual que Pino Montesdeoca-, ha hecho un giro en su carrera como consultora en temas educacionales y docencia, para dedicarse con mayor intensidad al modelaje. Si bien nunca ha abandonado sus otros proyectos profesionales, hoy modela de manera consistente. Y lo disfruta.
La canadiense vino a Chile por primera vez en la década del 80 acompañando a un chileno que había conocido en Inglaterra mientras estudiaba filosofía y política. Si bien estaba abierta a quedarse, nunca pensó que terminaría casada con un chileno ni mucho menos modelando casi 30 años después. Y es que esta nueva faceta más vinculada al mundo creativo la tomó por sorpresa. “La primera vez que hice un trabajo como modelo fue en 2016, a los cincuenta y tantos”, comenta. “El modelaje fue una sorpresa y no estaba en mi lista de cosas que pensaba hacer en mi vida”, explica. A pesar de eso, cuando al salir de un restaurant en Santiago la abordaron para proponerle la posibilidad de trabajar para comercial, decidió aceptar. No tenía ninguna experiencia previa, ni siquiera siendo joven había participado activamente del mundo del diseño de vestuario o la publicidad y su vínculo más cercano con el área creativa había sido a través de la influencia de su madre. “Mi mamá era arquitecta y siempre tuvo un gran interés por el diseño, tenía un sentido innato de la belleza, apreciaba mucho el arte, pero no tenía nada directamente vinculado a la industria de la moda”, explica Mimi. A pesar de eso, aclara que habiendo estado casi toda su vida ocupada en otras cosas, nunca pensó en ser parte del mundo del modelaje.
“Cuando me hablaron de modelar por primera vez me pareció raro que alguien me propusiera eso a mí. Pasaron varios meses en los que olvidé el tema, pero me llamaron y me generó curiosidad”, explica. Su primera experiencia fue en una sesión de fotos con otras modelos, estuvo lejana al estereotipo de las dinámicas más explotadoras y competitivas que se suelen mostrar cuando se habla de ser modelo. “Fue una experiencia muy amable”, recuerda Mimi. Pero, a pesar de que efectivamente las modelos senior son un fenómeno creciente, la visibilización de la vejez en el mundo de la belleza todavía es una excepción y no la regla. “Salvo en una oportunidad en la que una revista hizo una publicación conmigo y otra modelo mayor, nunca me ha tocado trabajar con otras modelos mujeres senior”, comenta Mimi. En este sentido, y según la experiencia que relata, el concepto de belleza en el mundo de la moda efectivamente se está ampliando. Pero los cambios son todavía lentos. “Trabajar con modelos senior es algo que no sucede normalmente”, aclara. A pesar de su corta carrera, en los últimos 7 años en los que ella ha sido parte de esta industria, ha observado cambios. “Definitivamente hoy hay más mujeres mayores y mujeres canosas en la publicidad. Me gustaría pensar que he podido contribuir con una gotita a eso”, comenta. Confirma que ha sido un fenómeno cultural paulatino el de la inclusión de edades avanzadas en la moda.
Mimi esta convencida de que hoy definitivamente hay un interés mayor de ciertas marcas por la inclusión y eso contempla también la vejez. “Hay una especie de interés comercial en la diversidad, explica. Y aclara que si bien todavía la moda es una industria que aprecia muchísimo más la juventud que la experiencia y la edad, los paradigmas de belleza lentamente se han ido ampliando. “Los productos y las campañas siguen estando enfocadas en verte joven y en que esa sea la forma de cuidarte”, comenta. “No creo que esos mensajes sean menos potentes ni frecuentes hoy día”. Pero a pesar de que el foco sigue estando en aferrarse a la juventud, Mimi cree que este ímpetu puede coexistir con un mayor interés por la diversidad. “No creo que haya una aceptación grande ni un amor por envejecer. Porque envejecer en sí no es un proceso tan fácil para nadie”.
Cuando hablamos de belleza la modelo cree que es un tema que está en los ojos de quién la mira. Y, en ese sentido, hay personas que ven belleza en la vejez. “Hay gente que ven bonitas las caras con más años. Hay otras personas a quienes no les gusta para nada”, explica. En su caso personal la recepción de su trabajo como modelo ha sido casi por completo positiva. En general, explica, el público ve con buenos ojos el que se muestren rostros con arrugas y cuerpos mayores. “Hay un grupo de personas que sí aprecian estas aperturas, pero también hay edadismo. Cuánto de uno y cuánto de otro, depende de quién está hablando y de qué estás sondeando”.
Mimi explica que, finalmente, el modelaje se ha convertido en una bandera de lucha por la inclusión para ella. “Es una causa en la que yo creo. Creo que es sano que las personas vean reflejadas en los medios de comunicación gente como ellos”, explica. Independientemente de cómo eso se vea en la práctica. “Es importante que los niños vean niños como ellos, que los adolescentes vean a otros como ellos para no sentirse solos en el mundo”, comenta. Y esta misma premisa es aplicable a las mujeres mayores. Porque, por muchísimos años la vejez fue un tabú en la industria de la moda, lo que perpetuaba la condena social que prima sobre el envejecimiento en sociedades como la nuestra. Sin embargo, el trabajo de modelos como Mimi dan cuenta de un cambio de paradigma que, si bien se está desarrollando de forma lenta, definitivamente se mueve en la dirección correcta.