El pasado 21 de marzo Kylie Jenner, la menor y más popular del clan Kardashian, publicó en sus redes sociales For Our Son, un video dedicado a su hijo que está por nacer. El video contiene una serie de dedicatorias para el nuevo integrante de la familia pero, además, muestra imágenes del test de embarazo con el que supieron de la noticia de su llegada, imágenes de los controles médicos y de los ultrasonido donde se puede ver a un niño que aún no ha nacido pero que ya es conocido por al menos 17 millones de personas a través de Youtube. Sin contar las reproducciones a través de otras plataformas.

Si bien miles de padres comparten a diario información y contenido sobre sus hijos en redes sociales, la mayoría lo mantiene dentro de un círculo cercano de familia y amigos. Quizás algunos colegas del trabajo o compañeros del colegio, conocidos un poco más lejanos, pero finalmente un espacio en el que mantenemos cierto grado de control de la información que estamos entregando. Un círculo cerrado de gente en la que confiamos. La motivación es simplemente compartir. Pero, ¿qué pasa cuando compartir se cruza con otros intereses y los niños pasan a formar parte de la marca detrás de un creador de contenido? ¿Qué consecuencias tiene para ellos verse expuestos incluso desde antes de nacer de forma masiva en internet?

La psicóloga infanto juvenil María José Cuellar explica que si bien cada niño es diferente y el efecto que tenga la exposición en redes dependerá de la personalidad de cada uno, puede ocurrir que, a medida que van creciendo, algunos comiencen a desarrollar rasgos más introvertidos y que la constante exposición les moleste. De forma contraria pueden haber niños que sí disfruten la exposición y los “que les encante salir en videos e historias de Instagram”. La psicóloga explica que “como padres es importante identificar estas necesidades de los niños y niñas y respetar los espacios de cada uno”. Agrega que “el potenciar en edades tan tempranas la exposición de una imagen y de la vida personal puede ser un punto de conflicto cuando crezcan ya que los límites de cuánta información entrego de mí, como adulto, es muy distinto a un niño que nunca se ha visto expuesto a redes sociales”.

De acuerdo con datos recopilados por Statista, el mercado de los influencers ha duplicado su tamaño desde el 2019 a la fecha y hoy mueve cerca de 14 mil millones de dólares, siendo Instagram la plataforma preferida por los creadores de contenido, un negocio con un enorme potencial de crecimiento que presenta pocas barreras de entrada y ofrece completa flexibilidad en términos de horario, espacio y ubicación. No sorprende entonces que cada vez más personas quieran ser parte de él.

Y precisamente una de las vetas con mayor potencial lucrativo es el contenido familiar o vinculado a la crianza de los hijos. Según un estudio conducido por PEW Research Center en 2019, los videos que contenían imágenes de niños menores de 13 años registraban hasta 3 veces más visitas que aquellos que no mostraban a niños pequeños. Incluso si se trataba de contenido que no era para niños o no especialmente dirigido a un público infantil.

Podríamos creer que existe una diferencia entre el efecto que tiene la exposición masiva para un niño que por opción propia entra en el mundo de las redes sociales versus uno que creció expuesto producto de haber nacido dentro de un núcleo familiar que generaba contenidos de los que los hijos eran parte. Pero esto no necesariamente es así. María José Cuellar explica que, incluso cuando hay voluntad de por medio o cuando los hijos se muestran contentos de participar en las actividades relacionadas a las redes, si existe una exposición muy temprana, esta puede ser perjudicial. “Un niño que entra en el mundo de las redes sociales por opción propia de todas maneras no tiene la madurez necesaria para poder filtrar, discriminar entre las cosas que puede subir, tampoco puede controlar los comentarios que recibe y cuánto le pueden afectar esos comentarios”.

Y, según explica la especialista, si lo comparamos con un niño que creció expuesto a este mundo, independiente de que sea su realidad “el universo de las redes no es apto para un niño pequeño, se les enseña a tener que idealizar, demostrar y expresar situaciones que muchas veces no son reales, por lo que estas conductas se van adquiriendo y siendo parte de ellos a medida que van creciendo”.

Pero no todos los creadores de contenido operan bajo la premisa de la vida idílica y eternas vacaciones que vemos en muchos perfiles de redes sociales. Sobre todo cuando se trata de cuentas dedicadas a maternidad y crianza.

Catalina Schaerer es abogada, mamá de 2 hijos de 4 y 3 años y creadora de la cuenta de Instagram @mamasincaos. Con más de 40 mil seguidores, a través de este perfil Catalina comparte sus experiencias, datos y consejos sobre maternidad y acompaña con fotos, videos e información de sus hijos la mayoría de sus posts. “Les muestro las fotos y videos que les saco y les pregunto si las puedo subir. Generalmente me dicen que si, les encanta participar en mis videos y fotos, y es una forma de enseñarles a que ellos tienen voz y voto en esto, que son parte del negocio familiar y que es importante que se sientan cómodos con la forma en la que son representados a esta comunidad y al mundo”, explica.

El objetivo detrás del proyecto de Mamá Sin Caos fue crear una comunidad que permita a otras mamás como Catalina liberarse de los estándares de perfección y las expectativas de terceros respecto a la maternidad. “En un mundo que romantizaba tanto la maternidad, los bancos de imágenes sólo mostraban escenarios ideales o un caos casi angustiante. No había un término intermedio. No había una foto en internet de una mamá sonriendo feliz a la cámara con sus niños y la casa desordenada. Era un sin sentido”, comenta Catalina.

María Paz Valdés creadora de @mamaporque también comparte a sus cerca de 40 mil seguidores, datos sobre maternidad en su cuenta de Instagram. Al igual que Catalina, ha entendido que el valor de publicar imágenes y videos personales con su hijo Octavio de casi 3 años —quien ha participado en la cuenta desde los 8 meses— está en el vínculo que se genera con los seguidores. “Las mamás se sienten más identificadas y me gusta que sepan que en las experiencias que viven no están solas”, explica. “Logras mostrar que no todo es como te lo pintan en una foto comprada, sino que la realidad es muy distinta. Eso es lograr una conexión, es generar relaciones. Somos muchas y estamos viviendo lo mismo”.

Si bien María Paz no creó Mamá Porque con el objetivo de convertirlo en un negocio, sí espera poder dedicarse a la generación de contenido sobre crianza y maternidad como una actividad lucrativa en el futuro. Por otra parte, Catalina explica que Mamá Sin Caos fue concebido como un trabajo desde el inicio y que, a medida que fue dándole forma al modelo de negocio, reflexionó sobre cómo iba a participar su familia, específicamente sus hijos. “Veía cuentas que mostraban a sus hijos, y otras que no. Pero, ¿cómo logro empoderar a las mamás a que se atrevan a compartir sus maternidades si yo no comparto la mía? ¿Qué sentido tiene decirles a otras mamás que se relajen y que no son malas mamás por no ser perfectas si yo no me atrevo a mostrar un video de mis hijos comiendo nuggets con ketchup mientras ven Peppa Pig sentados en la salita de estar?”, comenta. “Yo tenía que tomar un rol mucho más ejemplificador y de liderazgo que quedarme en la teoría. Motivar a otras mostrándole cómo hago las cosas, no sólo contárselo”.

María Paz ha reflexionado respecto a lo que su hijo Octavio pueda pensar sobre su exposición en las redes y no cree que lo vaya a resentir. “Yo cuido mucho lo que comparto de Octavio”, explica. “Siempre cuido que los momentos que he compartido de él sean protegidos, no lo comparto cuando está el momentos de estrés o cuando lo estamos pasando mal. Sí lo puedo conversar yo como mamá, pero no lo muestro a él ya que no lo voy a exponer en situaciones que le puedan generar vergüenza o pena más adelante”. María Paz explica que en los momentos vulnerables aborda las situaciones o temáticas de igual forma, pero sin mostrar a Octavio. “Creo que él va a entender que lo que hemos compartido ha ayudado a cientos de mamás a tener una maternidad más acompañada, más informada y una maternidad más feliz con menos expectativas de lo que pinta el mercado. Una maternidad mucho más real”.