Mujeres en el combate de incendios forestales

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“Siempre sentí la necesidad y tuve las ganas de ser bombero. Me llamaba mucho la atención ese trabajo”, dice la estudiante de Trabajo Social de la Universidad Santo Tomás de Viña del Mar, Consuelo Vallejos (21). Cuenta que partió en este oficio a los 18 años y que es la primera bombera y también la primera brigadista en su familia. “Me enorgullece bastante. Me hace sentir bien y feliz conmigo misma, porque he logrado cumplir metas que me puse. Yo sé que a muchas mujeres les ha pasado que están buscando trabajo y les dicen ‘no, estamos buscando hombres’. Y yo me pregunto ¿qué tienen ellos que nosotras no? Hay muchas mujeres que son mamás, e incluso mamá y papá a la vez, y hacen una pega espectacular manteniendo una casa. No hay nada que nosotras no podamos hacer”, dice.

Consuelo es una de las mujeres que este año se sumaron a las Brigadas de Interfaz Móvil que el área de Protección de CMPC creó con la finalidad de abrir nuevos campos de empleabilidad para las mujeres. Una acción inédita en el sector, ya que por regla general este tipo de trabajos de prevención y combate de incendios rurales son ocupados mayoritariamente por hombres.

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En la jerga de los brigadistas forestales existen las brigadas terrestres, helitransportadas y móviles, éstas últimas son las que se transportan arriba de un vehículo. Y de manera más específica, las Brigadas de Interfaz Móviles o BIM son las que trabajan en las zonas o límites rural-urbano, focalizando su labor en la prevención y combatiendo cuando es necesario. Es por esto que las BIM cumplen un rol primordial con la comunidad, educando y creando conciencia respecto de la importancia de anticiparse para evitar siniestros. Y es la motivación principal de Consuelo, quien dice que el ser un aporte a su comunidad debiera ser un pilar fundamental de todas las personas. “Es parte de ser humano el preocuparse por el otro. Y qué mejor si uno tiene la habilidad de no entrar en pánico cuando hay adrenalina y usarla de buena forma. Poder ayudar a la gente con habilidades que uno tiene y el otro no”, reflexiona.

Para implementar esta iniciativa se convocaron a mujeres interesadas, la mayoría con una formación inicial de bomberas. Es así como una vez incorporadas a la unidad 811 se internaron en la Villa Forestal La Suerte, en Nacimiento, Región del Biobío, para capacitarse de manera teórica y práctica. “En relación a las acciones de combate, de personas que van a combatir el fuego directamente, es primera vez que nosotros incorporamos la fuerza femenina a este rol tan importante”, cuenta Claudio León, Supervisor de Combate de Incendios Rurales de CMPC. Las y los brigadistas que integran esta unidad se trasladan en un vehículo 4x4 con capacidad para 2 mil litros de agua y ultra equipado para enfrentar las emergencias y proteger y prevenir que el fuego arrase infraestructuras de vecinos.

“Las mujeres impregnan el equipo de colaboración y sentido de comunidad”

Claudia Suazo Cabrera (29) es otra de las brigadistas. Es de Angol y el próximo año estudiará Técnico Nivel Superior en Gestión Agropecuaria en el Instituto Teodoro Wickel de Angol. “Tengo varios amigos bomberos y además viví una experiencia muy marcadora cuando años atrás se quemaron tres casas de vecinos. Sentí impotencia de no poder haber hecho nada”, cuenta. Esto sumado a su deseo de contribuir a la sociedad es lo que la llevó a ser parte de este grupo. “También me gusta andar al aire libre, en los cerros, en la naturaleza; y es que esta pega también tiene que ver con cuidar el medio ambiente”, dice.

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Pero más allá de sus motivaciones, lo que este trabajo le ha hecho ver es que las mujeres somos una fuerza transformadora. “Cuando conversé con mi pareja sobre mi trabajo como brigadista, lo analizamos y le pareció súper bien que pueda ampliar mi campo laboral y aprender muchas cosas que conlleva todo esto. Vivimos en el campo, mi pareja es trabajador independiente y al lado viven mis suegros, entonces se generó toda una red de ayuda con mis hijos. Y es que para una madre este es un desafío muy grande, la temporada son cinco meses en los que tengo que estar mucho tiempo fuera de la casa. Por suerte tengo el respaldo de mi pareja que sabe cómo desempeñarse como papá, es muy atento. Estoy acá con la seguridad de que mis hijos estarán bien”.

Un apoyo que también encontró en sus compañeras. En la Villa Forestal La Suerte las brigadistas, luego de ser seleccionadas y pasar pruebas psicológicas, fisiológicas y físicas, se capacitan de manera teórica y práctica. Y en este mismo lugar de apacible paisaje rural, convivirán durante cinco meses en régimen de internado. Como son parte de un equipo, las mujeres en grupos de tres comparten los espacios comunes de una cabaña, aunque cada una tiene su dormitorio, sentarse en el comedor a escuchar música o a conversar sobre sus vidas es parte del relajo tras la jornada.

“Estoy contenta porque convivir con mis compañeras ha sido una grata experiencia. Este no es un trabajo con un horario de oficina, en el que se vuelve a la casa en las tardes a ver a la familia. Acá somos nosotras las que tenemos que acompañarnos y saber apañarnos. Y es lindo lo que ocurre, se genera un compañerismo que funciona muy bien, así que pienso que deberían seguir sumándose más mujeres brigadistas”, agrega María Yesenia Valenzuela Chumay (27), quien también es bombera de la Segunda Compañía Bomberos de Angol, donde se ha especializado también en rescate subacuático. “Me da rabia porque hay muchas mujeres que antes quisieron postular a este tipo de trabajos y se les negó entrar. El tema de ser mujer siempre se ve como más delicado, pero al final de cuentas cuando nosotras trabajamos hacemos la misma pega y de hecho, a veces, lo hacemos mejor”, dice y explica que es porque las mujeres impregnan el equipo de colaboración y sentido de comunidad.

Cada una de las mujeres que conforman las brigadas de interfaz tiene su propia versión de por qué escogió sumarse a la tarea de prevención y combate. Sin embargo, todas coinciden que la vocación de servicio, ayudar al prójimo y cuidar el medio ambiente, fueron los principales motivos para unirse a esta causa. “Es un orgullo poder representar el género femenino en una brigada. Es verdaderamente un orgullo y una responsabilidad grande, porque los incendios rurales generan un daño enorme más allá de lo material; es un daño a todos, a nuestro entorno, nuestro medio ambiente”, explica Yesenia. Y Consuelo concluye: “Nos afectan a todos, a nuestra comunidad, por eso ser parte de la brigada era algo que yo veía como un sueño. Cuando nosotras íbamos a trabajar de bomberos a los incendios forestales veía a los chiquillos con su chaqueta amarilla, con su casco y mochila y decía ‘igual sería bacán estar ahí'. Y ahora podemos y acá estamos. Es un paso bastante grande y super importante. Encuentro genial que se abra esta puerta”.

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