En 1942, en medio de la II Guerra Mundial, la actriz Hedy Lamarr patentó bajo el nombre de “Sistema de comunicación secreto” el invento que daría origen a la wifi que hoy todos utilizamos. En 1945 Joan Elisabeth Lowther trabajó con el equipo matemático de Alain Turing y contribuyó a descifrar el Código Enigma. En 1965 la religiosa Mary Kenneth Keller fue la primera persona en doctorarse en Informática en Estados Unidos. Fue codesarrolladora del lenguaje de programación Basic y una precursora de la asociación ASCUE, para promover el uso de computadores en el aula escolar.
Todos estos ejemplos menciona Verónica Rojas, Directora de Capital Humano de la compañía de Servicios de TI y Comunicaciones Axity, cuando habla del rol que han jugado las mujeres históricamente en áreas como la tecnología y el desafío pendiente que tenemos hasta ahora al momento de reconocerlas. “Si siendo una minoría, Laman, Mowther y Keller, por nombrar algunas pudieron inventar el wifi, descifrar códigos que hicieron ganar una guerra o crear el lenguaje de programación ¿se imaginan qué pasaría si fuéramos más?”, se pregunta.
Y es que, si existe un ámbito en el que los estereotipos de género han afectado negativamente la participación de la mujer es en la ciencia y la tecnología. Según datos de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información, la participación femenina en TI es de un 5%, mientras que, en Estados Unidos, donde aún la participación femenina es baja, las mujeres representan cerca del 20%.
“Aunque la discusión se ha centrado en los espacios universitarios y laborales para el desarrollo de la mujer en esta ciencia, el punto de inflexión se produce en los primeros años de vida. Durante la primera etapa escolar, niños y niñas declaran que sus ramos favoritos son educación física y matemáticas, sin embargo el interés de las niñas por las matemáticas decrece a medida que avanzan en el trayecto escolar, tanto así, que según datos del DEMRE solo una de cada cinco jóvenes que postulan a la educación superior en nuestro país, eligen carreras ligadas a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas”, explica Rojas.
Señala además, que si bien hoy no se nos excluye tan dramáticamente del mundo de la ciencia y la tecnología, sólo un 30% de los puestos de trabajo de la industria es ocupado por mujeres. “Es en este escenario en el cual miles de profesionales del mundo nos desenvolvemos cada día y hemos sido testigo de los esfuerzos y contratiempos que han marcado la ruta hacia un ideal de igualdad. No se trata solamente de una reivindicación, se trata de un tema urgente frente al momento que estamos viviendo, en el cual el avance de la tecnología requiere de la mirada mixta”.
En este contexto resulta evidente que la industria de la ciencia y tecnología debe transformarse sobre bases de equidad de manera urgente. “Ser una minoría en sí mismo no es el problema, el problema ocurre cuando ser minoría significa que una mujer, al hacer el mismo trabajo que un hombre, recibe menor remuneración, cuestionamientos por su maternidad, desvalorización de su opinión profesional e incluso acoso laboral”, agrega Rojas. Esto sumado al conocido ‘techo de cristal’, que hace que hoy la participación de hombres en cargos de primer nivel sea del 93% frente un 7% de mujeres, según cifras de la más reciente edición del Total Remuneration Survey 2020 de la consultora Mercer.
En tiempos de contingencia se hace imprescindible que la visión de futuro y la creación de innovación tenga una mirada mixta. “Si queremos más mujeres involucradas en este campo de constante crecimiento, tenemos que reforzar desde la educación temprana el interés en estas materias. Empezar por enseñarles desde niñas, que la ciencia y tecnología es algo interesante y divertido. El llamado es a todas y todos a tomar nuestro espacio y convertirlos en espacios de equidad”, dice Rojas. Y concluye: “Como dice la activista feminista Kelley Temple, ‘Los hombres que quieren ser feministas no necesitan tener espacio en el feminismo. Necesitan tomar el espacio que ya tienen y hacerlo feminista’”.