De acuerdo a la Décima Encuesta Nacional de Juventudes 2022, en Chile existe un amplio grupo de mujeres jóvenes cuyo principal impedimento para ser parte de la fuerza laboral del país es la falta de apoyo al cuidado de sus hijos e hijas, un dato sin duda preocupante. Y es que la crianza debe ser una responsabilidad compartida, lo que implica no sólo una distribución equitativa de las tareas domésticas, de cuidado y de carga mental entre hombres y mujeres, sino también involucrar a toda la sociedad, y la inserción laboral de las mujeres madres es un buen ejemplo de ello.
No deja de llamar la atención que, para la misma pregunta de esta encuesta, sólo un 4.4% de los hombres que no trabajan ni estudian mencionaron el cuidado de los hijos e hijas como motivo principal para no volver al mercado laboral. Si bien la cantidad de mujeres jóvenes que son madres es casi el doble que la de hombres jóvenes que son padres, la abismante diferencia respecto al lugar que el cuidado ocupa en su vida nos deja ver que la maternidad genera un impacto en la vida laboral de las mujeres muy distinto al que genera la paternidad en los varones.
Esto no ha de extrañarnos demasiado si consideramos, por ejemplo, que la legislación laboral actual traspasa la carga económica de la sala cuna exclusivamente a la mujer, lo que encarece su contratación; y junto a la escasez de oferta de sala cuna, está generando, entre otros, el tránsito de la mujer madre hacia la informalidad laboral o al abandono del mercado, donde además de perder seguridad social y estabilidad, tampoco se garantiza el cuidado de los hijos.
Apoyar la inserción laboral femenina es sumamente importante, ya que supone un aporte económico y social para el país. Los costos económicos y sociales que conllevan los cambios en materia de corresponsabilidad social y parental son inferiores a los beneficios que trae su inserción laboral. Al no apoyar a las madres que quieren trabajar, se desperdician habilidades y talento femenino que sabemos constituyen un aporte relevante en el PIB, la productividad y la innovación, entre otros.
En Fundación Emma sostenemos que la maternidad es motor de desarrollo social. Es urgente que contribuyamos a que ésta no sea nunca un freno en el libre desarrollo de las madres por tener que cargar solas con responsabilidades que son compartidas.