Mujeres misóginas: “Muchas piensan que deben comportarse como una tigresa para proteger su posición contra otras ‘hermanas’"
Vivienne Parry es una periodista científica y locutora británica. En un artículo publicado en el periódico Daily Mail, describe a su madre como una misógina. Para graficarla, cuenta que el día que le reveló que quería estudiar ciencias, ella respondió: “¿Para qué?”. Y aunque Parry quedó desconcertada, su respuesta la hizo reflexionar sobre la razón que llevaba a su madre a no querer apoyar a alguien de su mismo género a llegar tan alto como ella, que también es científica. “¿Por qué es tan reacia a elogiar los logros femeninos incluso cuando la mujer que tiene adelante es su propia hija?”, se preguntó. Y después de pensarlo mucho y de mirar el pasado a través de su lente contemporáneo, la respuesta a su pregunta resultó ser terriblemente simple: “Me temo que mi madre es una misógina”, escribió.
Según Parry, la misoginia femenina es aún más frecuente hoy que en los días de su madre. “La misoginia masculina corre desenfrenada en la sociedad actual, pero la femenina puede ser todavía más tóxica. Cuando hay tan pocas mujeres en los niveles superiores, muchas de ellas piensan que deben comportarse como una tigresa, usando todas las armas a su disposición para proteger su posición contra otras ‘hermanas’”, sentencia. Y esto no ocurre solo en espacios profesionales o laborales, en todos los ámbitos existen mujeres misóginas que, al igual que sus homólogos masculinos, son impulsadas por el odio injustificado o el desprecio hacia las mujeres.
Y es que la misoginia –definida como la aversión a las mujeres o falta de confianza en ellas– puede ser también un rasgo femenino. Así lo confirmó un estudio realizado por la compañía de inteligencia social Brandwatch. Utilizando herramientas de análisis de datos tanto automáticas como manuales, analizaron casi 19 millones de tweets públicos para explorar el clima actual de misoginia y masculinidad en las redes sociales. Como parte del estudio, los investigadores encontraron que las mujeres eran más propensas que los hombres a usar un lenguaje peyorativo y misógino. “Los hallazgos muestran que el uso de lenguaje misógino por parte de las mujeres se centró principalmente en la promiscuidad sexual, mientras que el lenguaje masculino se centró en la objetivación femenina”, dijo el investigador principal del estudio.
“En la vida cotidiana se refleja, por ejemplo, cuando una mujer decide rodearse de hombres bajo el argumento de que con ellos se lleva mejor. Lo que hay ahí es la intención de diferenciarse de su género, porque lo considera inferior. Es parte de la lógica de competencia femenina que sustenta a una sociedad patriarcal, y en ella hay mujeres que caen en el odio injustificado o el desprecio hacia otras mujeres”, dice la psicóloga Loreto Vega.
Berit Brogaard, neurocientífica de la Universidad de Miami, va más allá. Además de plantear que existen las mujeres misóginas, define en un artículo publicado en Psychology Today que existen hasta cuatro perfiles diferentes de mujeres misóginas. El primero es el puritano misógino, que considera que la mujer ideal es doméstica, servil, cariñosa, amable, apacible, seductora, joven y sexualmente pura antes del matrimonio. “Ella ha adoptado este ideal femenino de su esposo, familia o conocidos misóginos y se considera a sí misma bastante cercana al ideal femenino. Es servil, siempre de pie detrás de su hombre como un sólido pilar de apoyo”, dice y aclara que del mismo modo odia a las mujeres que se desvían del ideal femenino y considera que la misión de su vida es encontrar formas de disciplinarlas.
El segundo perfil es el autocrítico misógino y dice que son mujeres que miran por encima del hombro a otras que no son muy femeninas, ya sea porque eligen no serlo o simplemente porque son malas actuando de manera tradicional. “Por ejemplo, las mujeres que considera demasiado gordas, demasiado grandes, demasiado masculinas, enojonas o con carácter fuerte; o las que son demasiado competitivas y duras. Todas estas características de los hombres, que deben ser alfas dominantes mientras que las mujeres, dulces y obedientes”, dice.
Los otros dos perfiles son la egoísta misógina, que define como aquella mujer que considera a las mujeres –incluida ella misma– como promiscuas, manipuladoras, deshonestas, irracionales, incompetentes o poco inteligentes, y que tiende a negar su propio desprecio por sí misma, pero no por las otras mujeres; y la diablesa misógina, que es aquella que se ve a sí misma como superior a otras. Brogaard explica en su artículo que este perfil considera a las otras mujeres como manipuladoras, deshonestas, irracionales, incompetentes o poco inteligentes, pero de alguna manera ella está exenta. “Podría poseer algunas virtudes femeninas estereotipadas como la belleza y la delgadez, pero se percibe a sí misma como una poseedora de las virtudes masculinas estereotipadas de la inteligencia, la fuerza del carácter y la racionalidad”, dice.
Loreto Vega cree que esto tiene que ver con la competencia. “Es lo contrario de la sororidad. A las mujeres no se nos enseña a solidarizar entre nosotras, ni a relacionarnos desde la confianza y no desde la envidia, que por lo demás, es un mecanismo con el que fuimos educadas para no tejer complicidades que puedan amenazar a un sistema patriarcal que se sustenta en la competencia femenina”, dice. “Crecemos entendiendo que la otra es enemiga y para muchas, la forma de ganar esa carrera y diferenciarse es ponerse en el otro lado, junto a lo masculino, y desde ahí criticar y menospreciar a las mujeres como si ellas no fuesen parte de ese grupo. En ese sentido se entiende que existan mujeres misóginas, aunque suene contradictorio. Y probablemente no tienen la culpa de serlo, ya que en cada una de nosotras –más o menos feministas– habita la cárcel del patriarcado que nos hace defenderlo por sobre el bienestar de otras mujeres”, agrega. Y para concluir cita a Virginia Moratiel en su libro Madres. Los clanes matriarcales en la sociedad global: “No está de más recordar que tanto la misoginia de Schopenhauer como la de Nietzsche esconden en la trastienda la figura de mujeres poderosas, castradoras y absorbentes”.
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