La ONU lo advirtió en un informe del año 2020: en Chile, 2,9 millones de personas tienen algún tipo de inseguridad alimentaria. 700.000 de ellos padecen inseguridad alimentaria severa, es decir, pueden pasar uno o dos días sin comer. Y cuando llegó la pandemia, el hambre se hizo notar aún más.
Así lo evidenció Magdalena Contreras (40), quien describe ese tiempo como un “caos”. Y es que no solo es esposa y madre de tres hijos, también es dueña de Brasas del Sur, un restaurante ubicado en pleno corazón de Quilpué. Con la llegada del Covid, el rubro gastronómico tuvo que mantenerse cerrado por más de nueve meses. “Tenía tres niños y cero ingresos”, recuerda. Pero eso no era lo que la atormentaba por las noches. “Nosotros por lo menos teníamos ahorros. Pero, ¿qué iba a pasar con toda esa gente que no los tenía y que no iba a poder comer?”, pensó.
Brasas del Sur: el inicio de todo
Más que lamentarse, Magdalena se puso manos a la obra: dos meses después de que el Covid llegara al país, ella ya había diseñado una estrategia para entregar cenas gratuitas a personas en situación de calle. Junto a su esposo, Magdalena comenzó a utilizar la infraestructua de su restaurante para almacenar alimentos y entregar platos de comida a aquellos que más lo necesitaban.
Brasas del Sur está ubicado en una esquina en pleno corazón de Quilpué. El local ya es conocido por todos, y no es para menos; hace ocho años y medio que ofrece contundentes platos a los vecinos. “Tiene su prestigio”, dice Magdalena. Y eso fue clave. Cuando Magdalena comenzó con su iniciativa, personas particulares, organismos e instituciones se acercaron al local ofreciendo su colaboración. “Podíamos gestionar la ayuda porque éramos conocidos. Eso le dio tranquilidad y seguridad a la gente”, afirma Magdalena. Así, Brasas del Sur comenzó a funcionar como una distribuidora que lograba gestionar la ayuda de todos aquellos que deseaban hacerlo.
Gracias a la creación de Una Comida Caliente al Día – como Magdalena llamó a la iniciativa – se dio cobertura a cocinas comunitarias y familias en situación de vulnerabilidad alimentaria de las comunas de Quilpué, Villa Alemana, Viña del Mar y Valparaíso, llegando a entregar 4.000 raciones de alimento a la semana.
Hoy, la iniciativa tiene tres líneas de trabajo; cocinar platos de comida, distribuir suministros a cocinas comunitarias, iglesias, colegios, y permitir que personas particulares, empresas e instituciones logren canalizar su ayuda de diversas maneras. De esta manera, Magdalena logró formar un círculo virtuoso de ayuda para la comunidad, y no solo en torno a la alimentación. Una Comida Caliente al Día también ofrece ayuda profesional de abogados, matronas, sicólogos, nutricionistas, médicos, y alumnos de servicios sociales en práctica. “Ya no solo entregamos alimentación nutritiva, sino que también queremos abordar otras temáticas”, afirma Magdalena.
“Mi proyecto más querido”
Actualmente, el equipo de la fundación desempeña sus funciones en cocinas de otros organismos y/o instituciones, y Brasas del Sur – además de retomar sus labores originales – funciona como centro de acopio y sus dependencias se utilizan para confeccionar canastas familiares y realizar reuniones. “Para mí Una Comida Caliente al Día es como un hijo concebido en medio de mucho dolor, tristeza y hambre”, dice. “Con el tiempo este se ha transformado en mi proyecto más querido”.
Magdalena fue elegida como una de las Mujeres Impacta 2023 en la causa de Desarrollo Territorial, lo que la impulsa a seguir y no abandonar sus metas. “Este premio definitivamente viene a retribuir todo el trabajo realizado”, dice. “Pero más allá de eso, significa que voy a tener el apoyo de Mujer Impacta en cada uno de los desafíos que tenga de aquí en adelante. Significa que nunca más voy a estar sola como una emprendedora social”.