En una sala virtual con decenas de usuarias, las asistentes, desde los 12 hasta los 18 años, escuchan con atención a la expositora, que no es una profesora ni una speaker adulta, sino una niña como ellas. La escena es de una de las reuniones de la Asociación de Mujeres Jóvenes por las Ideas, AMUJI (@amuji_org), la primera organización para niñas hecha por niñas. Este colectivo fundado en 2019 por Valentina Muñoz Rabanal y Maira Trujillo promueve el desarrollo de niñas en las áreas STEM y humanidades, y tiene la particularidad de que las voluntarias aprenden de ellas mismas para continuar en sus áreas de interés y/o desarrollar proyectos de impacto social.
En la actualidad, son más de 80 voluntarias de todas partes de Chile, como también de México, Perú y República Dominicana, entre otros países. Martina Figueroa es presidenta del colectivo, quiere estudiar astronomía, tiene 19 años y es la única integrante mayor de edad. Asegura que el máximo objetivo de AMUJI “siempre ha sido reducir la brecha de género en carreras STEM, dar visibilidad a las mujeres en este aspecto y retener el talento femenino, pero también creamos sub objetivos, como acercar a las niñas a la robótica, por ejemplo, para lo que organizamos charlas en colegios y colaboraciones para tener más interacción”.
A fines de marzo participaron en una actividad en la comuna de Cerrillos, organizada por el programa de equidad de género de la municipalidad, que destacó a mujeres en ciencia y deporte. En la instancia estuvieron presentes la alcaldesa de Cerrillos Lorena Facuse e Irina Karamanos, cientista social, antropóloga y ex Coordinadora Sociocultural de La Moneda. Allí las voluntarias de AMUJI tuvieron la oportunidad de exponer sobre distintos temas frente a niñas y adolescentes de todas las edades. Antonia Polanco, de 14 años, hizo una charla sobre inteligencia artificial. “Tuve que estudiar mucho para compartir esos conocimientos. Fue muy lindo ver a niñas incluso más jóvenes que yo interesadas en estos temas. Es súper enriquecedor saber que hay otras niñas como tú que se han logrado desarrollar en campos que tienen una brecha de género muy grande. Creo en el dicho ‘si ellas pudieron, yo también’. Es algo que me inspira, ver cómo niñas y niños tenemos esa capacidad para aprender y enseñar”, explica Antonia, quien entró hace tres meses a la organización motivada por generar cambios en la sociedad.
Paula Burgos, de 17 años y estudiante de cuarto medio, llegó a AMUJI porque su profesora de Lenguaje le compartió el dato justo cuando ella estaba buscando una organización para adentrarse en el activismo y aportar. “Es una tarea súper importante entender que entre jóvenes podemos compartirnos conocimiento y apoyarnos entre nosotras mismas. Para mí dar una clase medioambiental fue un desafío algo extraño, porque estaba enseñándoles a niñas de mi edad. Pero eso nos ayuda a salir del adultocentrismo, a dejar en claro que los adultos no tienen todo el poder del conocimiento”, comenta Paula y agrega que “la edad pasa a ser un número. Nos vemos como pares, trabajamos independiente de la edad que tenga la otra”.
En AMUJi cuentan con cuatro líneas de trabajo: humanidades, ciencias generales, diversidad, inclusión y pueblos originarios; y comunicación y redes sociales. Todas ramas de aprendizaje diferentes entre sí, pero que tienen como punto en común la pasión e interés de las voluntarias por participar de forma activa en instancias que les permitan generar impacto social. “Nadie se cierra al conocimiento. Si a alguien le gustan las matemáticas, también está abierta a aprender sobre literatura, por ejemplo. Brindamos un espacio seguro en el que se pueden intentar nuevas cosas y no pasa nada si se equivocan”, dice Martina Figueroa, presidenta de la organización. Para apoyar a sus voluntarias cuando les toque exponer entre ellas o en eventos de difusión en colegios, municipalidades o espacios abiertos, las apoyan en la preparación. “Hacemos capacitaciones para hablar en público, de comunicación no verbal, para que se puedan expresar bien. También tenemos instancias en las que pueden repasar sus presentaciones. Todo esto les ayuda a construir una base de buena autoestima. Muchas son adolescentes, están en la construcción del autoestima, por lo que buscamos que tengan mucha seguridad al momento de exponer”, explica Martina.
¿Cómo funciona la mentoría de niñas para niñas? ¿Logran escucharse a pesar de que algunas tengan la misma edad?
Nos vemos como referentes entre nosotras mismas. Nos admiramos mucho. Siempre está el respeto de saber que si una sabe sobre algún tema, tenemos que escuchar, siempre abiertas a la equivocación, claro. Pero aun así se genera esa admiración hacia la otra. Tenemos una voluntaria de 12 años, Diana, que sabe de muchos temas. Ha realizado varios cursos y voluntarias de 17 la escuchan atentamente, igual que lo hace ella cuando las demás exponen, porque se comparte el conocimiento.
Es un ambiente muy diferente al de una sala de clases.
Las charlas que realizamos entre nosotras no son en la modalidad profesora-estudiante, porque no es que nadie pueda hablar hasta que terminemos de exponer. Es como una reunión hablando con amigas, en un ambiente muy cómodo. Tenemos un grupo de orientación universitaria para las más grandes y hace poco hice una clase de Lenguaje basándome en lo que los profesores enseñan en los colegios, y las voluntarias lo recibieron muy bien, de una manera positiva, como algo distinto.