No consigo tener relaciones duraderas
“Parto este relato reconociendo que mi deseo es casarme y tener hijos. Lo quiero por convicción, no porque sea un mandato social. Lo quiero libremente y de todo corazón. Entiendo que hay mujeres que no sueñan con eso, pero he reflexionado al respecto y es mi opción.
Mi entorno social es bastante conservador. La mayoría de mis amigas están en una relación o casadas y muchas de ellas ya tienen hijos, pero yo, aunque he tenido diversas experiencias amorosas, no he logrado encontrar una pareja que dure en el tiempo. Al contrario, mi vida sentimental ha estado marcada por desilusiones o relaciones que no funcionan, ya sea porque yo no me he sentido suficientemente enamorada o porque mis parejas no han querido formalizar nuestra relación.
Y eso que he salido con hombres muy distintos, con diversos intereses y valores, incluso con algunos extranjeros con culturas ajenas a la mía. Por eso es que llegué a pensar que el problema soy yo, aunque me cuesta entender la razón. Soy una mujer sana, con amistades e intereses, tengo una vida normal y muchísimas cosas buenas que agradecer.
También he pensado que una razón es que hoy los vínculos amorosos son complejos: estamos en un momento en el que nos cuestionamos más el amor, las personas tienen más miedo al compromiso, se empieza a hablar de nuevas formas de amar. El panorama se ha ido complejizando, en algunas cosas para bien, porque ya no existe el mandato tajante de casarse y tener hijos, pero para quienes sí queremos ese modelo de vida, es más difícil que antes.
Todo esto me ha generado miedos e inseguridades. Me di cuenta que empecé a arrastrar los fantasmas de relaciones y fracasos a los nuevos vínculos. Como un círculo vicioso. Fue una amiga la que me hizo ver esto y cuando lo noté, comencé a trabajarlo en terapia. Porque no quiero quedarme solo en mi intención o deseo de armar la familia que sueño, también estoy dispuesta a trabajar en eso. De hecho lo hice y en ese momento conocí a alguien, en esa relación logré dejar de lado algunos miedos, me sentí bien, pero igual la relación terminó. Y como consecuencia el miedo y la inseguridad volvieron a aflorar.
Las personas que me conocen siempre me dicen que tenga paciencia, que pronto va a llegar alguien a mi vida. Y esa frase me genera más ansiedad. Siento que viene desde la lástima, en tono de consuelo o porque no saben qué decirme.
Es triste pensar que uno no es suficiente para nadie. Y el entorno, a veces con buenas intenciones, te hace sentir peor. Mis amigas, por ejemplo, suelen decirme que soy una gran mujer, inteligente, guapa y simpática, pero eso me genera más frustración. Pienso que con todas esas características ¿qué más tiene que pasar para que encuentre a alguien que me quiera y yo a él? ¿Tengo que dejar de ser yo y actuar como otra persona? Otras veces me han dicho que debido a mi personalidad los hombres se inhiben conmigo, pero me parece injusto dejar de ser lo que soy por encajar en una relación. Cuando era más chica lo hice, y salí muy mal.
Así que de a poco he comenzado a aprender que mi felicidad no puede depender de otra persona. Ha sido un trabajo lento y complejo el equilibrar mis deseos y expectativas, la ansiedad que me provoca el no poder hacerlos realidad y también el amor propio. Pero hasta cierto punto logré dejar de vivir esperando encontrar el amor de mi vida, porque eso solo me generaba ansiedad. No es fácil llegar a este punto, en mi caso el ejercicio fue dejar que la vida me sorprenda. Y así ha sido. Hace un tiempo conocí a alguien que dio vuelta mi mundo, con quien tenemos muchos planes a futuro. Quizás soltar me hizo ganar, no lo sé. Tampoco lo quiero plantear como la fórmula para conseguir el amor, porque al final, todas y todos tenemos experiencias distintas”.
Javiera es psicóloga y tiene 28 años.
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