A lo largo de su vida, a Shiomara Bahamondes le han coqueteado hombres e incluso le han dicho directamente que gustan de ella, pero a sus 24 años no se ha sentido lista para tener ningún tipo de acercamiento romántico ni mucho menos una relación. Por mucho tiempo se sintió “rara” por aplazar lo que se supone que son experiencias que se deben vivir desde temprana edad, según las presiones sociales, pero de a poco comenzó a toparse en TikTok con testimonios de mujeres, de distintas edades, que compartían su realidad, y se dio cuenta de que no era la única.
“No he dado mi primer beso y nunca he tenido pareja, y finalmente estoy tranquila con eso”, dice al inicio del video que se animó a hacer y subir a su perfil de TikTok (@withloveshio) para abrir una discusión sobre el tema y que así más personas se sintieran identificadas con sus vivencias. “Cuando comencé a leer los comentarios de otros videos que vi al respecto, me sentí tan identificada que también me animé a hablar de esto porque más personas deben estar pasando por algo similar y es necesario normalizarlo”, dice Shiomara, quien trabaja como profesora de educación básica y practica danza árabe como hobby.
Shiomara dice que siempre ha sido una persona romántica y que ha soñado con encontrar el amor verdadero, pero no el que nos muestran en las películas, sino uno que también suponga un compromiso de forma integral entre dos personas. Su forma de ver el amor, explica, se debe a cómo vio la relación de sus papás al crecer, algo que le permitió establecer ciertos estándares: “Mis papás siguen juntos. Crecí dentro de una relación muy sana, claramente con altos y bajos, que me enseñó lo necesario que es el respeto y el poner límites, y que el amor también se trata de compromiso”, dice Shiomara, y agrega que en la educación básica estudió en un colegio de niñas, y que cuando pasó a la media tenía el sueño de que iba a encontrar al amor de su vida, pero enseguida se dio cuenta de que no sería así.
“Durante esos años algunos chicos se acercaron a mí y me dijeron que les gustaba. Muchas personas me decían ‘Pero trata de salir con él, si después te puede empezar a gustar’. Pero para mí nunca fue esa la lógica: sentía que primero tenía que gustarme alguien para salir con esa persona y no forzarme. Algunas amigas también me decían ‘Es tan tierno, tan amable y romántico contigo’, como si por eso tuviera que retribuirlo saliendo con esa persona, pero para mí eso nunca tuvo sentido. Me pasó lo mismo en la universidad, pero esas personas no me provocaban que hubiera nada más que una amistad, así que yo siempre dije que por respeto a mí misma y por respeto a la otra persona no era justo que saliéramos si yo no sentía lo mismo, porque ambos perderíamos el tiempo”, cuenta.
Al crecer, se dio cuenta de que cada vez era más común en los círculos sociales hablar de sus experiencias románticas, sexoafectivas o las relaciones de parejas en las que estaban algunas personas. Ante eso, Shiomara se enfrentaba al nerviosismo de que llegara su turno de contar algo y quizá tener que inventar que le gustaba alguien solo para ceder a esa presión social, una preocupación que con el tiempo soltó.
“Me gustaba estar en esas conversaciones porque era una forma de saber lo que estaba pasando en el colegio o en la universidad, por ejemplo, pero me preguntaba si era raro que yo no estuviera viviendo las mismas experiencias y me sentía incómoda cuando tenía que hablar de mí y decir que no pasaba nada. Luego, en la universidad, me tocó escuchar las mismas experiencias, pero ahora con la vida sexual de las personas, donde yo tampoco tenía nada que contar. Siempre me he considerado como un libro abierto y alguien que dice lo que piensa. A mí me encanta que se hable de sexualidad abiertamente, como algo completamente normal, pero aun así la gente tiende a interpretar que si una persona es virgen es igual a inocente. Aún se tiene la idea de ‘Pobrecita, mejor no hablamos de esto’ o la típica ‘Pero no te espantes’. No porque yo no haya tenido relaciones significa que sea inocente o que sea tonta. No soy pobrecita”.
La gente tiende a interpretar que si una persona es virgen es igual a inocente. Pero que no haya tenido relaciones significas, no significa que sea inocente o tonta. No soy pobrecita.
Shiomara valora la evolución que ha habido sobre este tema en comparación a cuando era niña o estaba en la universidad y también considera que los jóvenes son más respetuosos a la hora de hacer estas preguntas, que pueden resultar incómodas e invasivas para algunas personas. “Cuando era más chica no escuchaba muy seguido que la gente hablara sobre su soltería como algo positivo, sino que siempre desde el lugar de que algún día llegaría la persona indicada. Pero hoy sí veo que la gente habla más de estos temas. Tengo un hermano de 15 años y cuando les he contado a sus amigas que no he tenido ninguna experiencia, de ningún tipo, siento cierta mirada de alivio de su parte, me hacen preguntas y entienden que no hay nada de malo con eso. Ahora me siento más tranquila con estos temas y siento que lo puedo hablar. Sé que no tengo por qué sentirme avergonzada y que está bien que ahora quiera estar enfocada en otras cosas, como mi trabajo o la danza árabe”, asegura.
La historia de Ruth Alfonso (30) es similar. La paraguaya fue una de las personas que se identificó con el video de Shiomara y se sintió comprendida al ver que más gente, de distintos países y distintas edades, compartía sus experiencias en los comentarios.
A sus 30 años dio su primer beso. Fue con un chico con el que llevaba dos citas, y si bien no es algo de lo que se arrepiente, asegura que actuó de impulsiva ante los pensamientos rumiantes y las presiones sociales con las que le ha tocado lidiar desde siempre. “Yo creo que me adelanté por el hecho de no haber experimentado ese tipo de acercamiento con una persona antes. Por eso comenté (en el video de Shiomara), a modo de consejo, que a veces es mejor no seguir los impulsos solo por acelerar las cosas. No es que me arrepienta, pero esto me ayudó a tener un poquito más de idea de lo que quisiera a futuro”, dice la profesora de inglés.
Ruth tiene más amigas que, como ella, no han tenido experiencias en este aspecto y a veces le comentan pareciera que se “saltaron la adolescencia” al no vivirlas cuando eran más jóvenes. Pero ella difiere: “Pienso que cada cosa tiene su tiempo, por eso trataba de no presionarme tanto cuando mis compañeros de colegio ya estaban en una relación y yo no, lo mismo me pasó en la universidad y también ahora, que no tengo la intención de estar con alguien. Ahora me pasó que recibí consejos y pensé en no ser tan cerrada a la hora de entablar una conversación con un chico o aceptar una salida. Pero creo que, si una persona quiere estar sola, está bien, y si quiere estar en pareja está bien también”.
Algo de lo que Ruth se dio cuenta cuando tuvo esas dos citas, en la que dio su primer beso, es que no se sintió cómoda manejando dos tiempos: los mensajes de texto, la hora a la que iban a quedar para salir y tantos otros detalles del día a día que pueden generar un estrés cuando no hay un interés mayor con un otro. “Cuando salí con esta persona me di cuenta de que, si estoy con alguien, o quiero estar con alguien, debo adaptarme también a esa persona y a sus tiempos. Cuando era más joven sí me picaban un poquito esas palabras de ‘No has tenido novio’, pero ahora estoy totalmente bien. Me siento cómoda conmigo misma, sola, y manejando mis propios tiempos. No es que esté reacia a tener una relación, sino que para mí es más lento el hecho de procesar de que otra persona vaya a entrar a mi vida”, explica.
Agrega que comenzó a hacer oídos sordos a los comentarios de familiares y cercanos y a elegir mejor las personas de las que se rodea: “Tenemos que diferenciar con qué personas compartir más de la cuenta. Si alguien está tratando de criticar demasiado tu estilo de vida con el que tú estás contenta, es mejor apartarse de esa persona. Yo he tomado distancia de las personas por razones así”.
Derribar prejuicios y estereotipos
María Francisca Valenzuela (@franciscalafeminista), activista feminista y escritora, explica que “existe un mandato social que te impone que en cierto momento de la vida tienes que iniciar tu experiencia, generalmente desde la preadolescencia, que es cuando se asume que tú deberías empezar a explotar tener un pretendiente, un pololo o una polola. Hay una mezcla entre el mandato y la presión social, pero esto desconoce muchas cosas, primero que no todas las personas vamos a tener los mismos intereses y tampoco tenemos la misma manera de vivir el mundo sexual”.
Valenzuela asegura que le han escrito seguidoras de veintitantos años contándole que aún no han tenido su primera experiencia sexual y creen que es algo que no pueden contar, por un sentimiento de vergüenza. “Si lo cuentan, es probable que vivan un juicio, que les den a entender que están fallando en algo. Creo también que se tiende a pensar, y a tener el prejuicio, de que si una mujer no ha iniciado su vida sexual, lo único que va a buscar es emparejarse o va a querer un vínculo más intenso, entonces se nos empieza a poner una serie de etiquetas asociadas a un prejuicio, dictado por un mandato social que nos presiona y que no reconoce la libertad y la diversidad que existe en el cómo vivimos e iniciamos nuestro vínculo sexoafectivo”, dice la autora de Maldito amor y fundadora del Observatorio Contra el Acoso Callejero.
María Francisca cree que videos testimoniales, como los que se suben a redes sociales, ayudan a abrir el debate y a que estos temas dejen de ser tabú. Sin embargo, para ella, la educación es clave para abolir estas creencias. “Recién estamos explorando esos avances y tratando de consolidar iniciativas, pero mientras no tengamos educación sexual integral, que sea digna y en la que podamos informar de una manera responsable y con estándares a las nuevas generaciones, siempre vamos a tener estos vacíos. Creo que internet hace mucho, pero también desinforma mucho, entonces como hay estos riesgos considero que es importante seguir empujando iniciativas, y una de ellas es la educación sexual integral, que es súper importante para mejorar estos espacios que se nos han abierto en una generación donde tenemos la oportunidad de hacer algo distinto”.
La psicóloga y sexóloga Carola Fernández (@carola.fernandezn) asegura que ve mucho en su consulta pacientes, tanto hombres como mujeres, para los que no haber iniciado su vida romántica, sexoafectiva o de pareja, supone un problema y motivo de frustraciones. “Personas sobre los 30 o 40, que llevan una vida con esa narrativa, comienzan a evitar ciertos espacios en donde se puedan sentir incómodos por estas preguntas. Es harto el trabajo que hay que hacer para lograr fortalecer la autoestima, que también se va quebrando, porque está la sensación de que hay algo malo contigo y que, además, estás perdiéndote algo muy bueno de la vida. Es como si el estar en una relación supusiera una serie de cosas: que eres deseable, amado, que estás avanzando en el proyecto vital. No es extraño escuchar a las personas, a veces de nuestro propio círculo, sospechar de alguien que lleva mucho tiempo sin pareja. Escuchamos frases como ‘Por algo está solo o está sola’, donde existe la idea de lo defectuoso de los que, entre comillas, no son elegidos o elegidas”, explica.
La profesional señala que, además, sobre las mujeres se suele tener la creencia de que si están mucho tiempo sin pareja o sin haber iniciado su vida sexoafectiva, es porque están esperando a la persona indicada. “De repente no es así y puede ser algo circunstancial, que no te haya interesado nadie mayormente y no por eso significa que haya una carga valórica asociada, pero el entorno lo empieza a asumir como un prejuicio muy grande”, agrega.
Para Carola, las nuevas generaciones que se atreven a poner estos temas sobre la mesa van a “extinguir los conceptos de solterón o solterona, porque va a entrar a validarse como la posibilidad de respetar distintos tiempos. Creo que es bien interesante la reflexión que está surgiendo sobre que no todos tenemos los mismos tiempos, contextos y circunstancias. Mientras más se muestren estas realidades, más se van a sacar los prejuicios y derribar estereotipos”.