Es 1960, el inicio de una década marcada por intensos procesos sociales, políticos y culturales que transformarán el mundo. Entre otras revoluciones, ese mismo año, La Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos aprueba el primer anticonceptivo oral, que solo unos años después llegará a Chile y cambiará la vida sexual y reproductiva de las mujeres. Una revolución que nos permitirá empezar a conquistar un pilar fundamental de la libertad individual femenina: la maternidad como elección y no como destino.

60 años después, la historia de la anticoncepción parece dar un vuelco. Porque lo que antes fue visto como una liberación actualmente es visto por ciertos grupos feministas casi como una cárcel; las mujeres se llevan toda la responsabilidad de la anticoncepción, mediante una bomba hormonal que puede tener consecuencias molestas y, a veces, graves para nuestra salud física y emocional. Este movimiento antihormonas, que ha ido adquiriendo fuerza como tendencia, está optando por otros caminos de anticoncepción más naturales, entre ellos el método sintotérmico. Sí, la vida da muchas vueltas; un método que históricamente se ha asociado a grupos religiosos o más tradicionales, ha sido apropiado por jóvenes feministas que buscan la reconexión con el cuerpo.

Macarena Cortés (38), editora chilena residente en Barcelona, se despierta sagradamente todos los días a las 8 de la mañana y lo primero que hace, antes de siquiera de pensar en sus deberes diarios, es agarrar un termómetro que guarda en el velador, tomarse la temperatura y anotarla en un calendario virtual. También anota otros síntomas: su ánimo, nivel de energía, irritación, secreción vaginal o dolores y molestias. Este registro diario le permite, a través de una aplicación que procesa los datos, saber exactamente cuáles son sus días fértiles para abstener o cuidarse con métodos de barrera y así controlar su natalidad. Este método se llama sintotérmico. Tiene diferentes variaciones y escuelas, pero a grandes rasgos; a través de la temperatura basal y el flujo cervical, entre otros síntomas, determina -siempre y cuando sea aplicado al pie de la letra- el ciclo fértil de cada mujer. También se le llama método de abstinencia y es conocido como un sistema que usan las mujeres que buscan embarazarse. Sin embargo, algunas jóvenes lo están comenzando a usar para evitarlo.

Consuelo Costas es la fundadora de la cuenta de Instagram @freethecycle, que imparte talleres a diferentes mujeres para enseñar este método. Partió de su propia experiencia: llevaba 5 años tomando pastillas y 5 años con molestias tanto físicas como de salud mental; baja de libido, migrañas, falta de ánimo, de creatividad. A través de una aplicación que monitoreaba estos síntomas, se dio cuenta de que coincidían con ciertos periodos de su ciclo. Sin encontrar una acogida ni solución a nivel médico, se puso a indagar en internet y se topó con un método sin hormonas, 100% natural, que podía ayudarla; el método sintotérmico. “Soy parte de una generación que no se queda tranquila con lo que dicen los médicos, y en ese tránsito nunca consulté con un doctor porque los ginecólogos no brindan mucha información respecto a este método. Así que inicié una búsqueda más autodidacta y llegué al canal de YouTube de Victoria Zimmerman, una norteamericana que se refería a mis mismos problemas. Decidí tomar un curso con ella y me cambió la vida. Luego de un par de años aplicando este método, mis amigas me empezaron a pedir que se los enseñara. Luego de formarme y de leer mucha literatura al respecto, me lancé con @freethecycle para ayudar a más mujeres”.

Al igual que Consuelo, son varias las jóvenes con este tipo de iniciativa. La argentina Caro Ferreyra lleva la cuenta @somosuvia y es fundadora de Sintotérmicas en red, una espacio de educadoras en salud reproductiva a lo largo del mundo. Trabaja con este método no solo como control de natalidad, sino por la búsqueda de reflexionar sobre nuestro entorno, estilo de vida y alimentación como fuentes de los desequilibrios hormonales. Afirma que el método sintotérmico tiene respaldo científico de peso. “Es pura ciencia, un método basado en biomarcadores científicamente comprobados”. También imparte talleres en su país, a una variedad amplia de mujeres que van desde los 16 años hasta pasados los 40. Por una parte, buscan evitar embarazos o embarazarse, pero por sobre todo existe un interés hacia un entendimiento más profundo de cómo funciona nuestro ciclo y salud ginecológica y hormonal. “La mayoría de las mujeres llegan o bien porque les ha fallado el método anticonceptivo o porque han tenido una mala experiencia con su método personal. Las mujeres quedan muy conformes, a todas les hago un seguimiento, tengo hermosas devoluciones de la información que reciben”.

La ginecóloga Andrea Sepúlveda, parte de una nueva generación de ginecólogas mujeres que buscan un ejercicio de la medicina con mayor perspectiva de género, es una de las tantas no partidarias de la pastilla anticonceptiva, ya que tienen una concentración de estrógeno muy alta; y en lo personal tampoco las usa. Sin embargo, no estima el método sintotérmico como efectivo, y lo reconoce como demasiado arriesgado. En su consulta usa alternativas menos invasivas que pueden servir en esta nueva búsqueda de las mujeres hacia métodos más naturales. “Existen métodos de barrera que son 0% hormonales o dispositivos sin estrógeno y con muy baja concentración de hormonas que funcionan solo a nivel local, donde no hay paso hepático”. A pesar de reconocer la importancia de hacer seguimiento al ciclo menstrual para tener un conocimiento más acabado de cómo funciona nuestro cuerpo, no considera este sistema como confiable a la hora de prevenir un embarazo. “Al ser un método 100% natural requiere un 100% de exactitud y eso es muy difícil de controlar. Si ya cuesta tomarse una pastilla todos los días, imagínate con esto que requiere ser extremadamente metódica. Hay, además, muy poca evidencia científica con estudios de control al respecto”, dice.

Soledad Díaz, directora del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva, observa esta reticencia de las mujeres frente a los métodos hormonales como algo esperable. “En la toda la historia de la anticoncepción hormonal ha existido grupo que se opone y que pide métodos que no contengan sustancias exógenas, y es legítimo; la gente tiene derecho a decidir qué quiere hacer con su propio cuerpo”, explica. Aunque los ginecólogos y matronas de ICMER ofrecen la información de este método como parte de las alternativas, casi ninguna mujer lo prefiere. “Cuando ven las tazas de eficacia se les apaga un poco el entusiasmo y prefieren métodos más seguros. Puede ser un súper buen método, es verdad, porque no tiene hormonas, pero quien lo usa debe aceptar que el riesgo de embarazo puede ser alto si no se ciñe al pie de la letra las instrucciones”.

Aun cuando hay opiniones encontradas respecto a la efectividad del método sintotérmino, en lo que sí coinciden todas las profesionales es en la importancia de que las mujeres observen y monitoreen su ciclo menstrual, que conozcan cómo funciona su cuerpo y entiendan sus procesos hormonales y salud sexual. Así también en la necesidad de tener a disposición toda la información disponible para que cada mujer tome la decisión que estime conveniente respecto a su propia realidad y estilo de vida. Los dos polos de miradas frente al método coinciden en lo mismo: “Lo bonito de la anticoncepción es que hay un método para cada una”, dice Andrea, la ginecóloga. Carolina, de @somosuvia, agrega: “No es un método para todas, como cualquier otro, pero es una opción y debe estar en el consultorio. No es dejar de lado otras maneras, sino del derecho que tenemos todas a elegir”.