No te ves como deberías para tu profesión: Cómo los estereotipos siguen rayando la cancha del mundo laboral
“No tienes el cuerpo para ser nutricionista”, le dijo a Yarita Rodríguez (25) su profesora durante una clase de Ética. Aunque el comentario la sorprendió, es común escuchar este tipo de frases estereotipadas en relación a esta carrera. Según una investigación de la Revista Chilena de Nutrición realizada por la Universidad de Valparaíso y aplicada a universitarios del área de salud, un 24% de los estudiantes de Nutrición y Dietética presentan síntomas compatibles con anorexia nerviosa, como también el riesgo de padecer conductas bulímicas. El estudio reveló, además, que no es raro que quienes cursan esta carrera pasen por distintos trastornos de conducta alimentaria. Así lo mencionan los investigadores Hugues y Desbrow, que reportaron que el 30% de los postulantes a esta área de salud ingresaba por experiencias personales relacionadas a desórdenes alimenticios.
Yarita recuerda que al recibir el comentario sintió una profunda desmotivación por su carrera: “Dejé de comer, porque sentía la presión de tener un cuerpo esbelto”. También menciona que hizo dietas para bajar de peso y que su contextura se mantuvo como tema a lo largo de los años universitarios. Cuenta incluso que, en un reciente internado, una funcionaria le dijo: “Si yo tuviese que ir a tu consulta, no iría porque voy con la intención de bajar de peso y con tu cuerpo no te creería”.
La estudiante no es la única afectada por estos estereotipos. “Los comentarios siempre están enfocados en la talla corporal, algunas madres de mis pacientes dicen que creen en mi perfil profesional porque me veo delgada. De lo contrario, no confiarían en mí”, admite Nicole Castro, nutricionista deportiva.
Pero las y los nutricionistas no son los únicos profesionales que se ven enfrentados a prejuicios en relación a cómo se ven. Pocas personas se imaginarían a abogados llenos de tatuajes o con atuendos casuales, ejerciendo su labor. “En el Derecho, la vestimenta se relaciona con la calidad del profesional y cómo nos presentamos ante un cliente”, dice la abogada Paula Rojas. Cuenta que en numerosas ocasiones ha sido testigo de cómo la edad y apariencia es determinante en la credibilidad de un abogado. De hecho, relata que tuvo una experiencia con el maquillaje que no va a olvidar, porque básicamente tuvo que simular tener más edad: “He tenido que usar cosméticos para verme mayor e inspirar confianza en los clientes o, más bien, que la contraparte me respete y no piense que porque soy menor tengo menos capacidades intelectuales’'.
“Los estereotipos son dinámicos y a pesar de que tengan cierta rigidez se adecúan a los cambios sociales y se transforman en construcciones de lo que se espera de ciertos roles”, comenta la socióloga Silvia Lamadrid. También se vinculan con los estereotipos de género que van a determinar muchas veces las oportunidades laborales del mundo real: “Tiene relación con los aspectos de la estructura social, a partir de la división básica que dice que las mujeres corresponden al trabajo doméstico, y que han logrado acceder al trabajo público. Por ello, se va reproduciendo este estereotipo que las mujeres hacen algunas cosas y los hombres no”.
Esta suma de experiencias obedecen a patrones de conducta habituales en algunas profesiones, que se manifiestan en casos de segregación. Según la vicepresidenta del Colegio de Psicólogos, Isabela Pulgar, esto responde a situaciones discriminatorias. “Tiene que ver con las representaciones sociales, que son el conjunto de creencias adoptadas por un grupo de personas y que se transforman en realidades”.
Respecto a la imagen corporal, la experta sostiene que se tiende a idealizar la figura femenina desde hace mucho tiempo y sigue siendo un tema pendiente. “Existe esta representación de la mujer Barbie o delgada que ha cambiado con el tiempo; en los años setenta estaba de moda Twiggy, y ahora es el personaje con definidas curvas. Esto genera prejuicios que dan cuenta de cómo deberían ser las personas cuando en realidad solo las homogenizan”. La experta sostiene que en el caso de las mujeres existe una fuerte presión social asociada al estado físico y admite que desconoce si en los hombres se aplica la misma exigencia.
Casos como el de Yarita, dejan una deuda pendiente. La psicóloga explica que el problema recae en que no se reconoce la diversidad de las personas y la realidad, que no coincide con los estereotipos. Asegura, además, que el físico no se asocia al desempeño laboral y que creer que sí lo hace atenta contra las libertades personales y derechos de cada persona, instalando la idea de reproducción de un modelo que, por lo general, está centrado en la mujer.
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