Paula

Diez años de AUC: otra forma de decir “sí”

Se pensó como una figura legal para parejas del mismo sexo, pero terminó siendo mucho más. Desde su creación en 2015, el Acuerdo de Unión Civil ha sido el camino que miles de parejas —de distintos géneros, edades y trayectorias— han escogido para formalizar su vínculo. Una década después, revisamos las cifras para saber cómo han cambiado las formas de amar y comprometerse en Chile.

Collage: Silvia Caracuel

“Cuando firmamos el Acuerdo de Unión Civil, no había matrimonio igualitario, entonces fue la única opción que teníamos, considerando que a Macarena le quedaba poco tiempo de vida”, cuenta Camila, quien vivió su vínculo con Macarena hasta su fallecimiento.

“Firmar el Acuerdo de Unión Civil fue una manera de celebrar y formalizar nuestro amor. Para nosotros, significó un compromiso mutuo profundo y una oportunidad de conmemorar lo que habíamos construido juntos”, dice Rocío, quien formalizó bajo Acuerdo de Unión Civil con su pareja, Pablo.

Son historias distintas, pero unidas por una misma decisión: sellar su compromiso a través del Acuerdo de Unión Civil (AUC), una ley que, este 21 de abril, cumplió diez años desde su publicación y que, desde entonces, ha sido el camino que muchas parejas —de distintos géneros, edades y trayectorias— han escogido para formalizar su relación desde un lugar propio, libre de imposiciones y con sentido personal.

Según la Biblioteca del Congreso Nacional (BCN), esta ley “regula la situación de parejas que viven en convivencia, sean de igual o distinto sexo, para que puedan tener derecho de acceso a la salud, previsión, herencia y a otros beneficios sociales”.

A una década de su promulgación, el número de Acuerdos de Unión Civil ha experimentado un alza notable. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2015 se registraron 2.197 acuerdos, mientras que en 2024 esa cifra subió a 16.156, lo que representa un incremento de más del 630%. Este aumento da cuenta de una creciente valoración social de esta figura legal como una forma válida de formalizar vínculos afectivos.

Parejas heterosexuales y AUC: una cifra creciente

Aunque el Acuerdo de Unión Civil fue concebido como una vía legal para formalizar relaciones entre personas del mismo sexo, en la práctica ha sido adoptado mayoritariamente por parejas heterosexuales. En 2015, de los 2.197 acuerdos registrados, un 71% (1.566 acuerdos) correspondió a parejas de distinto sexo y solo un 29% (631 acuerdos) a parejas homosexuales. En 2024, la tendencia se mantuvo: del total de 16.156 acuerdos inscritos, un 90% (14.584) correspondió a parejas heterosexuales y solo un 10% (1.572) a parejas del mismo sexo.

Según la psicóloga y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, Isidora Paiva, muchas parejas heterosexuales optan por el AUC en lugar del matrimonio porque refleja cambios en la forma de vivir los vínculos sexoafectivos. Su facilidad para establecerse y disolverse, sin testigos ni trámites engorrosos, lo hace más flexible. Además, el matrimonio ya no es visto como una meta esencial, sino como una opción más entre varias. “El AUC se percibe como una alternativa más libre y flexible para vivir las relaciones hoy: permite formalizar un vínculo sin los requisitos tradicionales del matrimonio y, al mismo tiempo, facilita su disolución en caso de ser necesario”, explica Isidora.

Esto se puede ver en las cifras: en estos diez años en que el número de Acuerdos de Unión Civil ha crecido de forma sostenida, se observa una baja en la cantidad de matrimonios desde su entrada en vigencia. En 2015, año en que comenzó a regir el AUC, se registraron 61.744 matrimonios, mientras que entre 2010 y 2013 las cifras superaban los 62.000 anuales. Ese crecimiento que venía en alza desde 2005 —cuando los matrimonios bordeaban los 54.000— se detuvo justo en 2015. Aunque la caída no ha sido abrupta y las cifras se han mantenido relativamente estables en la última década, el AUC parece haber marcado un punto de inflexión. La baja más pronunciada, eso sí, se dio en 2020 y 2021, coincidiendo con la pandemia, que limitó la realización de ceremonias.

Lo que muestran los datos es que el Acuerdo de Unión Civil no ha reemplazado al matrimonio, sino que ha ampliado las opciones para quienes desean formalizar su relación. Tal es el caso de Blair Strika y Cristian, quienes optaron por el AUC como una etapa intermedia en su camino en pareja. Lo hicieron motivados por razones prácticas, como garantizar respaldo legal en temas de salud, dado que Cristian no mantiene vínculos con su familia y querían asegurarse de que el otro pudiera tomar decisiones médicas en caso de emergencia. “Lo tomamos como un matrimonio, pero con la idea de algún día casarnos”, comenta Blair.

Para otras parejas, en cambio, el AUC representa un compromiso en toda regla, no por falta de intención de casarse, sino porque se ajusta mejor a su forma de entender el vínculo. Ese es el caso de Rocío Fritz y Pablo Saldivia, quienes definen su relación como un “eterno pololeo”, marcado por el crecimiento conjunto y la complicidad construida con los años. “El AUC fue una manera de formalizar lo que habíamos vivido, ordenar lo administrativo y también cuidarnos: estar legalmente preparados ante cualquier eventualidad”, explica Rocío.

Collage: Silvia Caracuel

Bárbara Pérez y José Antonio Aguirre decidieron firmar el Acuerdo de Unión Civil tras seis años de relación. Para ella, uno de los aspectos positivos del AUC es que permite a cada pareja definirlo a su manera: “Hay quienes lo consideran equivalente a un matrimonio y otras, simplemente, un acuerdo legal más liviano”. Esta flexibilidad, sin embargo, convive con miradas sociales distintas. Tal como lo describe Rocío Fritz, en entornos más conservadores o de generaciones mayores, el AUC no siempre es visto como un vínculo “oficial”, a diferencia de lo que ocurre entre personas jóvenes, donde suele entenderse como una alternativa válida y significativa. “Creo que esa percepción va a cambiar con el tiempo”, afirma.

En el ámbito legal, el abogado Gonzalo Tello señala que las reformas implementadas en los últimos años han equiparado en gran medida los derechos del matrimonio y el Acuerdo de Unión Civil, especialmente en materias como herencia y previsión. Sin embargo, aún persisten diferencias relevantes. Algunas se expresan en beneficios sociales que excluyen a los convivientes civiles, como el Seguro Obligatorio de Accidentes Personales (SOAP) o ciertos bonos y subsidios estatales.

Además, las parejas unidas por AUC no pueden adoptar en conjunto. La abogada Claudia Urrutia, especialista en derecho de familia en CU Abogados, lo explica así: “En Chile, aún no se permite la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Por eso, quienes desean adoptar deben hacerlo de manera individual, ingresando al proceso como personas solteras y gestionando los trámites por separado”.

También hay diferencias relevantes en el reconocimiento de la filiación. “En el matrimonio, la filiación de los hijos se presume automáticamente para ambos cónyuges. En el AUC, en cambio, esa presunción solo aplica a parejas heterosexuales”, señala. “En el caso de parejas del mismo sexo, los hijos deben ser reconocidos mediante trámites legales, que muchas veces implican acudir a tribunales, especialmente cuando el Registro Civil se niega a inscribir a dos madres o dos padres”.

La llegada del matrimonio igualitario

Camila Navarrete y su pareja, Macarena Bustamante, firmaron el Acuerdo de Unión Civil en un momento límite: Macarena enfrentaba un cáncer terminal y sabían que el tiempo era escaso. “Fue una forma de protegernos, sobre todo a Macarena”, recuerda Camila. Durante la enfermedad, la familia de Macarena solo reapareció cuando le quedaba cerca de un mes de vida. Camila y su hermana, en cambio, la acompañaron durante años, asumiendo todos los cuidados y trámites hasta el final, incluido el funeral. Para ellas, el AUC no solo fue un acto legal, sino un gesto de amor, cuidado y reconocimiento frente a un sistema que, hasta entonces, no las contemplaba. “Sentimos que contribuyó a empujar otras medidas necesarias para que todos seamos reconocidos por igual ante la ley”, destaca Camila.

Y así fue: seis años después de la implementación del AUC, el 10 de diciembre de 2021, entró en vigencia la Ley N° 21.400, que permitió el matrimonio igualitario en Chile. Su llegada tuvo un impacto directo en la cantidad de Acuerdos de Unión Civil entre parejas del mismo sexo. Si bien no se trató de una caída abrupta, sí se notó un descenso relevante: en 2021 se registraron 1.803 uniones civiles, mientras que en 2022, con el matrimonio igualitario ya en marcha, la cifra bajó a 1.009, lo que representa una disminución del 44%.

Estos datos reflejan que, para muchas parejas LGBT+, el matrimonio ofreció un reconocimiento más pleno e igualitario que el AUC. Como lo expresa Camila, cuyo estado civil quedó registrado como “soltera” tras la muerte de su pareja. “Luego de que Macarena falleciera, mi estado civil pasó a ser soltera. Creo que si fuera ‘viuda’, la estaría honrando mucho más”, dice. Esa diferencia en el lenguaje legal también revela cuánto influye la manera en que el Estado nombra y reconoce los vínculos afectivos, asegura.

Mismo sexo, distintas trayectorias: ¿por qué hay más matrimonios entre mujeres que entre hombres?

Desde 2022, los datos muestran que las mujeres del mismo sexo se han unido más que los hombres, tanto a través del Acuerdo de Unión Civil como del matrimonio. En esos tres años, se celebraron 3.438 matrimonios entre mujeres y 2.723 entre hombres. Lo mismo ocurre con los AUC: entre 2022 y 2024, 1.916 mujeres firmaron esta figura legal, frente a 1.707 hombres. Además, en ambos casos, la mayoría optó por el matrimonio en lugar del AUC. Esta preferencia sugiere que, para muchas mujeres lesbianas, el matrimonio representa no solo un marco legal más completo, sino también un reconocimiento simbólico y social más contundente.

Según el psicólogo Juan Cristóbal Concha, una de las razones por las que hay más matrimonios entre mujeres que entre hombres dentro de la comunidad LGBT+ es la maternidad. “Las mujeres homosexuales tienen más posibilidades de convertirse en madres, ya sea a través de la fertilización in vitro o del método ROPA (Recepción de Óvulos de la Pareja). Como el derecho de filiación sigue estando vinculado a la madre biológica, el matrimonio les ofrece un marco legal más robusto para el reconocimiento parental”, señala Concha.

La psicóloga Isidora Paiva complementa esta mirada con un análisis sociocultural. “Socialmente se toleran más los vínculos afectivos entre mujeres que entre hombres. Persiste la idea errónea de que la sexualidad femenina es menos visible o incluso inexistente, mientras que los vínculos entre hombres, por estar más asociados a lo masculino activo, generan mayor incomodidad o resistencia en ciertos sectores sociales”.

A estas razones se podría sumar otra, más transversal: la disposición al compromiso. Diversos estudios han mostrado que, tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales, las mujeres tienden a valorar más la estabilidad emocional y la consolidación de los lazos. Esto podría incidir en una mayor inclinación hacia el matrimonio como forma de formalizar ese compromiso, más allá de las motivaciones legales o sociales.

En ese contexto, y si miramos hacia atrás, el AUC fue un gesto de apertura histórica: por primera vez, el Estado reconocía legalmente a parejas del mismo sexo. Con el tiempo, dejó de ser la “única opción” para algunos y pasó a ser una alternativa elegida por muchas parejas, homosexuales y heterosexuales, por su flexibilidad, menor carga simbólica y sentido personal. Hoy convive con el matrimonio, no lo reemplaza, pero ofrece una manera distinta y válida de formalizar un compromiso afectivo en tiempos donde los vínculos buscan formas más propias, libres y diversas.

Y aunque persisten diferencias legales relevantes entre ambas formas de unión, también es cierto que el AUC ayudó a ampliar la conversación sobre el tipo de vínculos que merecen ser reconocidos. Como dijo Camila: “Para nosotras, como pareja del mismo género, el AUC fue un paso importante. Sabemos que aún hay muchas demandas pendientes para la comunidad LGBT+, pero este avance abrió una puerta simbólica y legal hacia la igualdad de derechos”.

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