Chile es el país con mayor esperanza de vida a nivel sudamericano, estimando una longevidad promedio de 78 años para los hombres y 85 para las mujeres según datos del INE. Y si bien existe una diferencia relativamente baja en la expectativa de vida de chilenos y chilenas, actualmente las mujeres representan el 63,6% de los adultos mayores 80 años, según datos publicados por el Observatorio del Envejecimiento de la UC y Confuturo, bordeando las 364.000. Para el año 2050 se espera que sean más de 1.200.000 mujeres en este tramo etario.
Según los expertos, las complicaciones asociadas a la feminización de la vejez tienen relación con que la manera de envejecer de las generaciones de mujeres actuales está fuertemente marcada por los estereotipos de género que imperaron en sus vidas. En ese sentido, la investigadora y especialista en psicogerontología, Olivia Larraín, explica que las mujeres mayores son una generación que creció con roles de género muy estereotipados y eso tuvo una fuerte implicancia en lo laboral que impacta en su vejez. “Esto se traduce en que sean mujeres que tienen peores pensiones porque tuvieron trayectorias laborales más precarias, lo que se refleja en cotizaciones previsionales intermitentes”, comenta la experta. “Antes no habían tantas políticas públicas asociadas a proteger el trabajo durante los embarazos y eso también contribuía a esta forma en que esas generaciones de mujeres habitaron el mundo del laboral de manera más irregular, mas tardía o con sueldos más bajos que ahora les generan peores pensiones”.
Pero por otro lado, el estudio plantea que a estas mismas mujeres que los estereotipos de género les juegan en contra en lo económico, el polo social les provee un factor protector. “Así como estereotípicamente el hombre estaba más asociado al plano de lo público, la mujer estaba vinculada a lo privado y por eso fortalecieron más sus roles sociales dentro y fuera de la familia. Eso las hizo más resilientes, porque cuentan con redes de apoyo más trabajadas”. Redes de apoyo que, durante la vejez, son un espacio de contención que muchos no tienen.
Según el informe Mujer y envejecimiento, pese a que existen más mujeres que hombres adultos mayores en Chile, en los establecimientos de larga estadía del SENAMA la mayoría de los pacientes son hombres. María José Azócar, profesional del servicio y colaboradora del estudio, indicó en el informe que este fenómeno “se relaciona directamente con las redes que han construido o en este caso con la ausencia de ellas”. La especialista agrega que esto se explica precisamente por patrones de género que rigieron durante sus vidas activas y que actualmente afectan el cómo viven la vejez y los lleva a requerir los servicios entregados por los ELEAM.
La psicóloga Olivia Larraín agrega que es importante que las políticas públicas tengan un foco claro en términos de cuidado de los mayores de 80 años. Considerando no solo que de aquí al 2050 serán en su mayoría mujeres, sino que, además, las cuidadoras a cargo de esta creciente población mayor serán también mujeres, tal como ocurre hoy en día. “Los cuidados deben tener un enfoque de género, porque no es lo mismo cuidar a una mujer mayor que a un hombre mayor”, explica la especialista. “Para una mujer que estereotípicamente ha estado más vinculada a cuidar de otros, no es fácil dejarse cuidar. Siempre va a ser importante conocer las características de la persona y que el cuidado esté centrado en el individuo y no en el hecho de que se trate de alguien mayor”. La especialista advierte que incluso dentro de un segmento de la población que podría parecer específico, como mujeres mayores de 80 años, existe una enorme diversidad. “Son muy heterogéneas y eso es muy importante de considerar. El cuidado tiene que ser enfocado en la persona y eso involucra estar centrado en el género, pero también saber cuáles son las preferencias, los gustos y conocer al otro que se cuida”, explica.
En el informe se aclara que, a medida que las generaciones avancen, consideraciones como el género –que actualmente es un rasgo muy preponderante a la hora de definir a los adultos mayores–, será una dimensión cada vez menos relevante . Y tomarán más fuerza otros aspectos, como gustos e intereses. “Existirá una mayor diversidad y heterogeneidad de personas mayores, pero no definidas por su género, sino por sus gustos y otros aspectos. El género probablemente deje de ser un eje que determine la trayectoria vital que determine el tipo de envejecimiento. Al menos eso es por lo que se está trabajando ahora”, comenta Olivia Larraín.
El único modelo de atención en cuidado que resuelve esta y otras dificultades similares que puedan surgir en torno al tema de los adultos mayores que estarán a nuestro cargo en el futuro es el modelo de ACP o atención centrada en personas, según explica la psicóloga. “Este modelo se ocupa actualmente en los dispositivos socio-sanitarios y es el que trasciende los estereotipos de género”, explica. Y agrega que el foco está en entender a las personas mayores como sujetos de derecho y no como objetos de nuestra protección. En esta distinción radica un cambio de paradigma fundamental y necesario para afrontar lo que viene. “La clave es conocer cómo necesitas tú ser cuidada a tus 90 años”, agrega.
Sobre cómo nos estamos preparando a nivel país para el crecimiento explosivo que tendrá nuestra población mayor, la especialista aclara que ya se han puesto en marcha varias piezas del engranaje social. Pero todavía falta mucho por hacer. “Durante los últimos años se han incorporado modelos de atención desde lo bio-psico-social y lo socio-sanitario, modelos centrados en la persona. Las políticas públicas de envejecimiento activo que se han implementado y la ratificación de la Convención de Derechos Humanos de las Personas Mayores que en Chile se hizo el 2017, son pasos que se han dado en esa línea”, explica. “Obviamente nos falta porque el fenómeno del envejecimiento de la población es relativamente reciente, de las últimas décadas, pero sí se está trabajando en ello. Esto requiere de un aprendizaje continuo y de una actualización continua, porque las generaciones de personas mayores también van a ir cambiando constantemente y quizás los modelos que actualmente sirven, no van a servir cuando yo tenga 80 años. Por eso la atención centrada en personas es clave, porque es capaz de adaptarse a todos esos cambios”.