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María Jesús Acuña, ginecóloga: “A veces donde no llega el consultorio, llega el celular. Y hay que estar ahí con información clara, confiable y cercana”

El pasado 26 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Prevención del Cáncer Cervicouterino. Una fecha que para la ginecóloga María Jesús Acuña no pasa desapercibida. No solo porque se dedica en cuerpo y alma a esa especialidad —la ginecología oncológica—, sino porque trabaja en Arica, una de las ciudades donde mejor se puede observar cómo las desigualdades afectan la salud de las mujeres.

Allá ha visto de todo: pacientes que deben caminar varios kilómetros o viajar durante horas para llegar a un control, mujeres que nunca se han hecho un PAP porque nadie les explicó para qué servía, y otras que, sencillamente, no saben la importancia de los exámenes, que permiten detectar a tiempo enfermedades que se pueden evitar o tratar de forma oportuna. “Hay barreras culturales, geográficas, idiomáticas que no permiten que todas las mujeres tengan el mismo acceso a testeos médicos que podrían permitir erradicar este tipo de cáncer, que es el único que se puede prevenir. Sin embargo, cada día mueren en Chile dos mujeres a causa de él”, dice Acuña.

“La desinformación también es una forma de exclusión”, agrega. Por eso es que durante la pandemia, cuando el acceso a controles médicos se volvió aún más complejo y las dudas empezaron a llegar por WhatsApp y mensajes de Instagram, ella y un grupo de ginecólogas decidieron organizarse. Así nació Ginecólogas Chile, una asociación con fines educativos que desde 2020 entrega información clara, empática y con perspectiva de género a través de redes sociales.

“Partimos porque era urgente”, recuerda. “Teníamos las consultas cerradas, las pacientes escribiéndonos a nuestras cuentas personales con mil preguntas, y nos dijimos: ¿por qué no unirnos y hacer esto bien? Abrimos un Instagram común y ahí empezó todo”. Al poco tiempo, lo que comenzó como un grupo de médicas respondiendo dudas desde sus celulares, se convirtió en una asociación legalmente constituida.

Hay médicas expertas en menopausia, otras en obstetricia o en ginecología oncológica. Van abordando temas distintos, pero con una sola idea: acercar la salud a las mujeres, con lenguaje simple y sin paternalismos. En plena era de los lives, también se han animado a hacer transmisiones en vivo, donde hablan sin rodeos de PAP alterados, VPH, anticoncepción y salud sexual. Todo en un lenguaje cercano, como si fuera una conversación entre amigas.

Con el tiempo, el proyecto creció. Se sumaron más profesionales, crearon un grupo editorial, y una de ellas —la doctora Andrea Huneuus— lanzó una sección que hoy es un clásico: los Martes Preguntones. Cada semana abren una caja de preguntas, y las distribuyen entre las especialistas para responderlas de forma clara y directa en sus historias.

“Las editoras hacen un trabajo enorme”, cuenta. “A mí me llegan solo las preguntas filtradas que tienen que ver con mi área. Entonces yo respondo, y ellas arman el contenido para que llegue bien explicado y visualmente claro”. El propósito de la asociación es educativo, pero también profundamente político: generar acceso. Porque no todas las mujeres tienen las mismas posibilidades de ir a un control, ni de recibir información adecuada. Y porque aún hoy, en pleno 2025, hay sectores donde nadie habla de salud reproductiva con claridad. “Hemos conocido historias de pacientes que se demoran cinco días en llegar a su consulta porque tienen que cruzar tres islas, esperar la lancha y luego viajar horas en bus”, explica. “¿Cómo no vamos a pensar en otras formas de llegar a ellas?”, agrega.

En ese contexto, el celular se convierte en una herramienta poderosa. “Es transversal. Lo tiene la señora de Palena, la de Visviri, la profesional en Santiago. Y todas ven Instagram o TikTok. De hecho, muchas veces sucede que una mujer ve un reel, un post o un live y, por primera vez, se entera de que ese dolor no era normal; o que existe una vacuna; o que tiene derecho a una atención digna. “Me pasa en consulta que me dicen: vine porque vi un TikTok y creo que tengo síntomas de menopausia. A veces sí, a veces no. Pero al menos ya están preguntando. Ya hicieron el clic”.

Y si bien hay mucha información circulando por las redes, no toda es confiable. Por eso, dice Acuña, es importante que también estén presentes voces expertas: “Nosotras somos especialistas, y sentimos la responsabilidad de ocupar ese espacio con información validada, actualizada y explicada de manera cercana. Porque no basta con estar en redes, hay que saber qué decir y cómo decirlo”. Y no es fácil, admite. “A veces es desgastante, no quieres estar todo el día peleando en Instagram. Hemos visto cosas muy peligrosas circulando, como personas recomendando lavarse con amoniaco. Esas cosas hay que desmentirlas”, dice de manera enfática.

La red ginecológica que querían tener

Además de entregar información, crearon un directorio con ginecólogas recomendadas por especialidad y zona geográfica. Todas comparten una base común: atender con perspectiva de género y poner la experiencia de las mujeres en el centro.

La elección de un ginecólogo o ginecóloga por lo general se da por recomendaciones; mamás que llevan al suyo a sus hijas, grupos de amigas que se comparten el dato de una buena experiencia. Ese es un poco el espíritu de este directorio, ese boca a boca pero con respaldo profesional. “Queríamos que fuera como el dato de la amiga, pero con la tranquilidad de que detrás hay una médica con experiencia, formada y con perspectiva de género”, dice Acuña. El listado está disponible en las historias destacadas del Instagram de la asociación (@ginecologaschile), y se actualiza periódicamente.

¿Si pueden ingresar médicos hombre al directorio? Por supuesto. Sin embargo, hasta ahora ninguno se ha querido sumar.

Acuña cuenta que incluso dentro del grupo ha habido debates sobre si este debía ser un espacio solo para mujeres. “Algunas decían que no querían ningún hombre en la asociación. Pero otras, entre las que me incluyo, creemos que cerrarle la puerta a alguien por género es caer en lo mismo que criticamos”.

Ahora, es cierto que también está surgiendo una nueva generación de mujeres que confía mucho más en la ginecología impartida por mujeres. Ya no se trata solo de elegir por especialidad, sino por afinidad, por experiencia compartida. “Muchas pacientes llegan buscando a alguien que las entienda, que haya vivido algo similar, que hable desde el cuerpo y no solo desde el conocimiento médico”, dice Acuña. Para ellas, eso marca una diferencia concreta. No porque los ginecólogos hombres no sean buenos médicos —ella misma lo aclara—, sino porque hay vivencias que solo se comprenden desde adentro. Incluso ella misma se siente mejor ginecóloga desde que fue mamá. “Cambió mi forma de atender, de acompañar. Hay colegas que tienen endometriosis, otras que han tenido cáncer de mama, y eso les da otra sensibilidad. Nunca se deja lo científico, pero se suma algo más humano, más real”, concluye.

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