Obesidad y coronavirus: ¿Por qué juntos son un peligro?
“Cuando comenzó la pandemia de Covid-19 en Estados Unidos, los informes noticiosos y las comunicaciones del Gobierno Federal enfatizaron en que el coronavirus era una enfermedad que afectaba particularmente a las personas mayores, idea que podría haber sido una de las razones de la resistencia al distanciamiento social y al confinamiento de los jóvenes. Sin embargo, cuando la pandemia golpeó el Hospital Johns Hopkins de Baltimore, a fines de marzo, los pacientes más jóvenes comenzaron a ingresar en la UCI. Y muchos de ellos también eran obesos”, dice un informe publicado a comienzos de este mes por la revista científica británica The Lancet, que investigó a 265 pacientes jóvenes con coronavirus. En ese estudio se determinó que efectivamente este grupo etario tiene menos posibilidades de entrar a una Unidad de Cuidados Intensivos (UTI) que las personas mayores, a menos que tengan obesidad.
En el texto, los especialistas de dicho hospital cuentan que realizaron una encuesta informal entre colegas que dirigen las unidades de tratamiento intensivo en otros hospitales de todo el país, la que arrojó resultados similares. Según el informe, recién en ese momento se comenzó a hablar de la obesidad como un factor de riesgo subestimado para el Covid-19. Un riesgo particularmente relevante en Estados Unidos, donde la prevalencia de obesidad es de alrededor del 40%, frente a una prevalencia del 6,2% en China, 20% en Italia y el 24% en España.
Y en Chile no estamos lejos de esas cifras. Según datos de la Organización Panamericana de Salud, la obesidad en nuestro país alcanza un 23,2%, pero más del 70% de la población tiene algún grado de sobrepeso.
La nutrióloga de Clínica Alemana, Karen Salvo, explica que la obesidad es un factor de riesgo debido a que las personas que tienen esta condición muchas veces presentan alteraciones en su sistema inmunológico. “Si bien no existen tantos estudios respecto de este virus en particular, sí se ha visto que en cuadros parecidos como la Influenza, las personas obesas tienen mayores posibilidades de contagio y tasas de mortalidad”. Además, dice, los obesos suelen tener otras patologías asociadas como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, que los llevaría a presentar un curso más severo del virus.
También se ha determinado que la obesidad es una enfermedad que presenta un componente inflamatorio crónico que puede ser asintomático. Esto quiere decir que deteriora en forma lenta y progresiva, por ejemplo, vasos sanguíneos u órganos vitales como el pulmón, riñón y corazón, y al verse afectados algunos de estos tejidos por el coronavirus, la inflamación es aún mayor. “En el caso particular de la infección asociada al Covid–19, la respuesta inflamatoria exagerada se ve empeorada si existe obesidad como enfermedad de base, sobre todo en los pulmones, lo que conlleva a una mayor mortalidad”, agrega Natalia Aybar, médico en nutrición y coordinadora del Centro de Obesidad y Cirugía Bariátrica de Clínica Bupa Santiago.
Según Aybar, las principales complicaciones que se pueden generar son neumonía, insuficiencia respiratoria, miocarditis (inflamación del corazón) y falla renal. “Además, es importante entender que un paciente con obesidad tiene una capacidad ventilatoria más reducida solo por el hecho de que su tórax es más ‘pesado’, por lo que también hay una dificultad mecánica que no les permite responder de la misma manera que alguien sano ante una infección pulmonar por Covid–19”, dice.
¿Cómo cuidarnos?
Si bien la obesidad es un grado patológico que se caracteriza por un exceso o una acumulación excesiva y general de grasa en el cuerpo, muchas personas no entran en este rango pero sí tienen altos porcentajes de grasa y además son sedentarias, por tanto, también podrían estar en mayor riesgo frente al virus.
“La recomendación es mantenerse en casa, alimentarse saludablemente y tratar de moverse, no quedarse en una silla todo el día. Eso ya es un gran desafío. En los pacientes con patologías crónicas o que están en tratamiento por su obesidad, es especialmente importante no dejar la terapia y acudir a los controles cuando sea necesario, según indicación de su equipo de salud”, dice Natalia Aybar. Y Karen Salvo complementa: “Debemos armar rutinas, tener un orden en los tiempos de comida y encontrar espacios para descansar. Tratar de hacer algún tipo de actividad física. Actualmente hay un montón de tutoriales y aplicaciones que pueden ayudar. Y por último, mantener una alimentación variada, completa y saludable”.
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