¿Por qué nos cuesta tanto respetar las reglas?
De acuerdo con las últimas cifras de la encuesta Plaza Pública entregadas por Cadem, un 57% de los chilenos cree que la principal causa del aumento de contagios por Covid-19 se debe a que la gente no respeta las medidas sanitarias impuestas por la autoridad como el distanciamiento social, el uso de mascarillas, la imposición de cuarentenas y los toques de queda.
Y sin embargo, las escenas de aglomeraciones en lugares de libre acceso público como La Vega, las notarías, hileras de autos que cubren kilómetros de carretera en los accesos a balnearios cada fin de semana o incluso fiestas masivas en diferentes comunas del país se han repetido desde el inicio de la pandemia, demostrando que la noticia del contagio no ha calado tan hondo en la mente de muchos que siguen dispuestos a transgredir las reglas, incluso, cuando está en riesgo su propia vida.
La psicóloga investigadora del COES y especialista en interacciones grupales, Paula Luengo, explica que no se puede atribuir a una sola causa el comportamiento de las personas porque, en general, obedecen a mecanismos complejos y multifactoriales. “Existen causas individuales que motivan nuestro actuar y causas más colectivas”, comenta la experta. “Y dentro de la dimensión colectiva una de las más importantes tiene que ver con cómo se construye una norma social. Lo que se ha estudiado en este tema muestra que para que nosotros le demos legitimidad a una norma tenemos que percibirla como algo que es bueno para la sociedad y como algo que es promovido y valorado socialmente”.
Son precisamente nuestro valores colectivos los que en medio de la crisis parecen estar jugando en nuestra contra. “La sociedad chilena está fuertemente ligada al individualismo y el exitismo”, explica el sociólogo del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud de la UCSH, Carlos Durán. “En momentos como el que estamos viviendo, esta ausencia de un sentido de comunidad y solidaridad con el otro se nos vuelve en contra y tiende a imponerse la idea de no pagar los costos de la cuarentena por ejemplo o incluso obtener beneficios de ella”.
Paula Luengo concuerda con que los chilenos somos parte de una cultura en la que predomina el individualismo. Y asegura que esto es histórico, dado que la preponderancia del yo por sobre el colectivo es un paradigma que se ha ido forjando en nuestra historia de manera muy fuerte en los últimos años, y tiene un correlato en los modelos económicos. “Hay culturas en las que el sentido de lo colectivo y del bien común es mucho más fuerte, más apreciado y más valorado. En esas culturas más colectivistas, independiente de la ideología, no se acentúa como sí se hace en Chile esta noción del ‘sálvese quien pueda’”.
A fines de febrero, en Corea del Sur, se produjo uno de los brotes de Coronavirus más explosivos de los que se había tenido registro hasta ese entonces fuera de China, lugar de origen el virus y donde se concentraban todos los casos conocidos. De un momento a otro, el número de contagiados en una ciudad al sur de la península coreana pasó de las decenas a más de 4 mil. Pero cuando parecía que el país estaba al borde de una catástrofe sanitaria, las autoridades y la población lograron mantener a raya la expansión del virus y actualmente, sin haber implementado medidas que restrinjan la circulación de las personas como cuarentenas obligatorias o toques de queda masivos, son uno de los países que registra más días consecutivos sin nuevos casos de contagio.
En una entrevista para la revista TIME, el ministro de salud sur coreano fue enfático en declarar que la razón del éxito de este país fue un esfuerzo combinado entre el gobierno y lo que han hecho las personas poniendo en práctica las medidas recomendadas por la autoridad. “Contamos con profunda confianza de la población y eso minimiza la ansiedad, pero también induce la participación y cooperación de la gente en la vacuna más poderosa contra el virus que conocemos hasta ahora y que es el distanciamiento social”, comentó el líder. “Incentivamos la cooperación voluntaria de las personas para el aislamiento, confiando que eso sería más efectivo que las medidas forzosas. Y efectivamente fue así”.
Aplicar medidas estrictas, pero no obligatorias, fue una estrategia de éxito en el país asiático, pero que no necesariamente puede replicarse en todos las culturas del mundo. Estados Unidos, por ejemplo, país en el que operan paradigmas y cánones sociales más similares a los que rigen en Chile, tenía un número similar de contagios al inicio de la pandemia que Corea del Sur. Sin embargo, a la fecha registran más de 1.8 millones de casos de Covid-19, que se contraponen a los poco más de 11,000 que se han contabilizado en Corea del Sur.
Si bien los especialistas señalan que no es posible singularizar una sola causa como la responsable del éxito o fracaso en el combate del contagio del Covid-19, lo cierto es que según el último reporte del Minsal la mayoría de los casos en Chile se concentran en hombres entre 25 y 40 años, el grupo de la población en el que el riesgo de muerte producto de la enfermedad es percibido como más bajo. “Yo me cuido y me preocupo de estar bien, de que mi núcleo familiar esté bien, pero estamos permeados por una sociedad en la que se valora poco el preocuparse por el otro”, explica Paula Luego. Carlos Durán agrega que el origen de estas ideas está justamente en un modelo social en que el éxito individual no se encuentra asociado al éxito colectivo y en donde el mérito es medido como un atributo estrictamente personal. “No es extraño en ese contexto que si nos hemos formado en una sociedad basada en el individualismo y la ausencia de cooperación, enfrentar el desafío de aportar colectivamente a la superación de la pandemia sea una tarea tan difícil”, agrega.
La psicóloga explica que, además, cuando llega el momento de tomar la decisión de acatar una norma o transgredirla, lo que hacemos es buscar una racionalización moral que me permita justificar mi comportamiento. “Si cada uno de nosotros dice ‘no le hago daño a nadie si salgo de la casa a caminar y relajarme’ o ‘no le hago daño a nadie si voy el fin de semana a la playa a distraerme’, ese es el escenario ficticio que construyes y en el que solo te consideras a ti mismo para tomar la decisión de quebrar la regla. Porque si consideraras a todo el resto de las personas, haciendo lo mismo que haces tú, entonces las playas estarían llenas, las calles estarían llenas y sí habría un daño para todos”, aclara la experta.
La falta de empatía con el resto es lo que permite, según la psicóloga, que justifiquemos nuestros comportamientos mediante este recurso y que nos permitamos a nosotros mismos quebrar las reglas que se nos imponen para la seguridad de todos. Paula Luengo explica que la falla en este raciocinio es que no considera la interdependencia como un factor clave en la sociedad y no tener en cuenta que queriéndolo o no estamos ligados los unos a los otros, y el bienestar de los demás nos afecta.
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