Sueños premonitorios: Por qué pasan y qué tanta importancia debes darles
La última vez que escribí sobre mis sueños premonitorios fue el jueves 30 de mayo, a raíz de un artículo en el que confesaba que cuando chica me sentía tan poderosa como Matilda. Esto no es porque tenga la capacidad de mover las cosas con mis ojos –lamentablemente–, pero sí porque me suele pasar que puedo adelantar ciertos acontecimientos mientras estoy durmiendo. Ese mismo día, después de cerrar el computador y acostarme, soñé que le pedían matrimonio a alguien muy cercano. Había un anillo de compromiso y yo sentía que, de alguna u otra forma, era mío. A la mañana siguiente me suena el teléfono y al otro lado de la pantalla se encontraba mi hermana mostrándome su mano: se iba a casar.
Situaciones como esas me pasan bastante seguido. Gran parte de las veces son historias con desenlaces alegres, sin embargo, tampoco he estado absuelta de los trágicos. El que recuerdo con más dolor fue la desaparición de un tío abuelo que sufría de Alzheimer. Pese a que solo lo había visto una vez en mi vida, en mi sueño aparecía caminando en medio de un bosque. Confundido, pero tranquilo. Al día siguiente efectivamente desapareció y a las dos semanas –luego de una desgastante e intensa búsqueda– lo encontraron muerto bajo un peumo. Sentado, con la espalda apoyada en el tronco y con sus piernas estiradas y cruzadas. Tranquilo.
No es novedad que los sueños tienen que algo decirnos. En palabras de Freud: “son la vía regia hacia el conocimiento del inconsciente”. Según él, cada escena que reproducimos mientras estamos dormidos, no es casualidad. “Las personas somos como un iceberg del que solo se ve la punta. Todo lo que hay bajo el agua es nuestro subconsciente, un montón de deseos y traumas que reprimimos pero que son los que dan forma a nuestros sueños”, decía hace más de 100 años en su libro La interpretación de los sueños (1899), donde argumentó por primera vez su tesis, que indicó el inicio del psicoanálisis. Luego de analizar los sueños de sus pacientes por un periodo de cuatro años, Freud concluyó que lo que pasa por nuestra mente mientras estamos dormidos permite vivir experiencias que, conscientes, no queremos reconocer.
Sin embargo, el psiquiatra Carl Gustav Jung –discípulo de Freud– también tenía sus propias ideas y pensamientos respecto a los sueños, lo que terminó provocando discrepancia entre ambos. La propuesta de Jung consistió en que no todo lo que soñamos tiene que ver con nuestra vida personal, sino que hay pensamientos formados por arquetipos. Para él, la mente está llena de imágenes simbólicas que nacen de una fuente creativa común, a la cual llamó inconsciente colectivo.
Sobre los sueños premonitorios –aquellos que pueden tener la capacidad de informar con anterioridad acerca de actos, vivencias, deseos en función de impresiones e inscripciones del pasado– el padre del psicoanálisis se abstuvo de formular consideraciones determinantes. Sin embargo, aseguró que ‘la capacidad diagnóstica del sueño es universalmente reconocida y juzgada enigmática. En el sueño, padecimientos corporales incipientes se sienten muchas veces antes y con mayor nitidez que en la vigilia, y todas las sensaciones corporales se presentan agigantadas, de tal modo se posibilita el conocimiento anticipado de alteraciones corporales que en la vida de vigilia pasarán inadvertidas todavía durante algún tiempo’.
Aunque los sueños premonitorios en la obra freudiana tengan una interpretación ambigua, según explicó la doctora Lily Bar-On en el XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis, se puede relacionar con la superstición o telepatía, término que Freud prefirió denominar transmisión de pensamientos. “Quiero ser completamente imparcial. No sé nada sobre ello. Después de todo, los sueños predictivos o las comunicaciones mentales a distancia, tal vez no fueran otra cosa que la actividad de lo inconsciente”, dijo en su libro Sueños y telepatía (1922). Y sostuvo que “profecías sorprendentes, las coincidencias desconcertantes, normalmente resultan ser proyecciones de deseos poderosos. Así, algunas experiencias ocultas, particularmente en el ámbito de la transmisión de pensamientos, podrían ser auténticas”.
Jung, por su parte, hizo un análisis más comprensivo de éstos. “Él dice que todos los sueños premonitorios o aquellas imágenes que tienen coincidencia con la realidad, nos demuestra que al menos una parte de la psique no está sometida a las mismas leyes del espacio y del tiempo”, explica Javiera Falcone, psicóloga de La Sociedad Chilena de Psicología Analítica (SCPA).
Según la especialista, lo que pasa es que el inconsciente está conectado con todo, pero que vive en otra temporalidad y que por eso puede adelantar ciertos hechos. “En la psicología junguiana hablamos de que hay un puente entre la conciencia y el inconsciente, y cuando ese eje está más despejado, pasa más información en ambos sentidos. A todos nos pasa pero algunos las atendemos y otros no”, dice Javiera.
Esto quiere decir que, pese a que algunas personas sean más propensas a tener sueños premonitorios, esto depende de la disposición que tenemos al interpretarlos. “Todos las personas sueñan cuando se encuentran en la etapa REM y aún así hay muchos que aseguran que nunca lo hacen. Esto no significa que no sueñen, pero una de las hipótesis que explican este supuesto olvido es que hay quienes están más dispuestos a escuchar eso que el inconsciente nos quiere mostrar, mientras hay otros que, por un tema de protección, su conciencia bloquea los mensajes del inconsciente”, comenta Falcone.
Uno de los casos más conocidos sobre los sueños premonitorios es el de David Booth, un oficinista de Cincinnati (Ohio). En mayo de 1979 tuvo durante diez noches consecutivas la misma pesadilla: él era testigo de cómo un avión con los colores estadounidenses se estrellaba en la pista de aterrizaje. Cada día el sueño iba ganando en precisión. Cuando empezó a hacerse recurrente, decidió alertar por teléfono al aeropuerto y señaló que se trataba de un avión perteneciente a la compañía American Airlines. Sin embargo, cuatro días después de ese llamado, la noche del viernes 26 de mayo de 1979, un DC10 de aquella compañía se estrelló al despegar del aeropuerto internacional O 'Hare de Chicago. Murieron 272 pasajeros y la tripulación, siendo hasta ese momento, el peor accidente de la aviación norteamericana. Jack Barker, funcionario de la FAA y quien recibió el llamado de David, hizo público este caso y aseguró que sus precisiones lograron describir a la perfección el desastre.
Javiera Falcone asegura que entre sus pacientes ha habido casos igual de asertivos. “Antes del estallido, en una de las sesiones grupales que hacemos en el Laboratorio de Sueños, una de las participantes nos trajo un sueño que toda su temática se relacionaba con lo que terminó pasando en octubre. De hecho, una vez que fue el estallido, todos nos quedamos impactados. Algo similar nos ocurrió con el terremoto del 2010 y Jung lo ejemplificaba mucho con la guerra”, dice. “Esto no quiere decir que aquellas personas tengan una conexión diferente, sino que tienen una disposición a mirar sus sueños. Se trata de una actitud simbólica, de buscar una razón y no conformarse con interpretar las cosas de manera literal”.
El cómo algunas personas tienen más facilidades para encontrar coincidencias en los sueños aún no está comprobado. Y es que pese a la predisposición, igual hay conciencias que terminan prohibiendo que este contenido sea recordado. Justo mientras buscaba información de este tema, Google estaba conmemorando el cumpleaños número 61 del fallecido músico hawaiano Israel Kamakawiwoʻole, quien fue especialmente conocido por sus versiones en ukelele de las canciones Over the rainbow y What a Wonderful World. Al hacer click en la imagen, aparece un video de la primera canción. “En un lugar más allá del arcoíris, vuelan pájaros azules y los sueños que soñaste de pronto se hacen realidad”. Quizás, a ese lugar, solo unos pocos pueden llegar.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.