Nací en el sur de Chile y los primeros años de mi vida los pasé entre paisajes verdes, aire limpio y animales. No tengo muchos más recuerdos que ese porque cuando cumplí 5 años a mi papá lo trasladaron a Santiago por trabajo y nos quedamos acá hasta el día de hoy. Yo también hice mi vida aquí: me casé, tuve a mis dos hijos, estudié periodismo y he trabajado en distintos lugares.
A pesar de eso, siempre he sentido el anhelo de volver al sur. Mi mamá recuerda con mucha nostalgia nuestros años allá y es típico que en los almuerzos familiares cuente alguna historia o anécdota de ese tiempo. Cada una me parece increíble y me muero de las ganas de que mis hijos también puedan vivirlas. Pero hasta hace un par de meses, esos sueños quedaban solo en eso, en anhelos o deseos por vivir algo que hasta ese minuto me parecía imposible porque mi marido y yo tenemos trabajos que solo funcionan en la ciudad y el plan tampoco es cambiar completamente de vida, comprar una Combi y dedicarnos a hacer pan. No lo digo de manera despectiva, al contrario, encuentro muy valiente una decisión como esa, pero yo no me atrevo, soy más tradicional. Lo que me gustaría es tener mi misma vida de Santiago, pero en el sur.
Hace algunos años varias parejas de amigos lo probaron. Hubo una suerte de migración de santiaguinos hacia Puerto Varas y sus alrededores. Yo lo pensé en su minuto, pero me resultaba imposible imaginar cómo podríamos trasladar nuestros trabajos a esas ciudades. Eso, hasta ahora, porque desde que comenzó la pandemia, con mi marido estamos trabajando desde la casa. Al comienzo nos costó un montón, especialmente porque los niños estaban ahí dando vueltas y era difícil concentrarse y peleamos bastante, pero cuando llevábamos un mes en este formato, las cosas comenzaron a mejorar. Hicimos rutinas y horarios, redistribuimos responsabilidades y lentamente comenzamos a disfrutar del encierro. Acto seguido, pensé en migrar.
Estar sin salir de la casa me hizo pensar que mi anhelo frustrado de vivir en el sur era posible. Si llevamos más de tres meses sin ir a la oficina, perfectamente podría hacer esto mismo desde una linda casita de madera en el sur de Chile. Me imaginé la chimenea o la cocina prendida 24/7 y como nunca antes, fui impulsiva. Hablé con mi marido y le pareció buena idea. Bueno, él siempre ha pensado que es una buena idea, no es tan aprensivo como yo. Hablé también con mi jefa. Ella me dijo que no podía darme una respuesta en este momento básicamente porque todo lo que vivimos es tan incierto que no hay respuestas para nada ni nadie. Y aunque está de acuerdo conmigo en que la cuarentena nos ha demostrado que el teletrabajo funciona, también cree que los escenarios van cambiando y que hoy es difícil pensar en el futuro.
Salí un poco desesperanzada de esa conversación, pero también me hizo reflexionar. Mucha gente dice que de las crisis surgen oportunidades y creo que si estamos en un escenario tan incierto, esta incertidumbre la viviré tanto en Santiago como en el sur. Sin embargo, por primera vez tengo argumentos empíricos para decir que puedo trabajar a distancia ya sea en éste u en otro trabajo. Y si no lo encuentro, quizás sea el paso para que esa chispa de impulsividad que tuve hace unos días sea el inicio y de a poco me transforme en una mujer menos controladora y más relajada. Quizás termine haciendo pan en una Combi. Quién sabe.
Lo único que hoy tengo claro es que la vida es frágil y que ser feliz depende solo de uno. Si mi sueño ha sido siempre volver al sur, este es el momento de intentarlo. Increíble si resulta, pero si no, habrá un plan B. Soy de las personas que cree que este virus no es un simple bicho del que tenemos que resguardarnos, que es también una llamada de atención sobre la manera en que estamos viviendo y por lo tanto tenemos que aprender algo de eso. Para algunos el aprendizaje será estar más tiempo con los suyos, para otros preocuparse más del medio ambiente. Para mí es entender que la vida es corta y debemos buscar la felicidad. Y la mía, estoy casi segura, está en el sur.
Pía tiene 34 años, dos hijos y es periodista
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