LA PREGUNTA:
Después de mis embarazos no quedé muy bien físicamente. El discurso de honrar el cuerpo, agradecer la creación de vida y todo eso lo entiendo a nivel mental, pero confieso que me da rabia, porque me siento fea y me amarga. No me arrepiento de ser mamá, pero las consecuencias físicas no me gustan y encuentro que es válido sentirlo.
Bárbara, 40 años
LA RESPUESTA:
Dar cabida a las emociones es lo primero. “Es válido sentirse así y resulta importante identificar cómo me siento realmente con mi cuerpo. Seamos honestas con nuestra esencia y entendamos la rabia, que es esperable, acompañémonos en ese momento comprendiendo que somos imperfectas”, afirma la psicóloga integral, Pascale Álvarez (@psicologapascale)
Solemos rechazar las emociones negativas, pero al igual que las más placenteras, necesitan un espacio en nuestro corazón. De esta manera es posible conocernos mejor y, sobre todo, escucharnos. “Cada uno de nosotros tiene una brújula interna que nos guía y muestra que está bien o no. Es importante escucharla, porque cada ser humano es tan distinto de otro y lo que le hace sentido a una persona, no significa que para mí también sea así. Esta frase de ‘aceptar mi cuerpo’ a veces puede causar más frustración y ahí es donde se produce un estancamiento”, dice la psicóloga.
Retomar de a poco
Una vez que logramos identificar estas emociones más ‘negativas’, es posible aceptar que esta rabia o rechazo sí nos está afectando, aunque resulte incómodo. Liberar ese ‘peso emocional’ abre la puerta a una segunda etapa: conectar o reconectar con el disfrute.
“En el caso de la lectora, ella puede identificar cuáles eran las motivaciones que la hacían sentirse bien con ella misma o con su cuerpo, por ejemplo, realizar algún ejercicio o danza, pintar, etc… Recomiendo comenzar por algo que sea conocido por ella y que permita elevar su serotonina, esto aumentará la vitalidad y las ganas de hacer cosas por ella misma. Ir integrando este famoso término de ‘autocuidado’, desde lo más pequeño, algo fácil y real, porque probablemente no tiene tanto tiempo, como pintarse las uñas, por ejemplo. Y de a poco incluir actividades, ojalá físicas, porque eso aumenta la energía”, recomienda la especialista.
“Cuando se encuentra una rutina de autocuidado, se logra que la persona se sienta mejor con su cuerpo y más empoderada, al sentir que igual puede hacer cosas para ella. E idealmente complementarlo con alguna terapia dirigida a fortalecer la autoestima e imagen corporal puede resultar de gran ayuda”, complementa.
Todo suma
Aunque al principio no siempre lo podemos ver, todo suma. Así sean pequeños cambios, al final se transforman en un gran resultado. A su vez, el autoconocimiento permitirá saber por qué queremos hacer ciertos cambios.
“Si ella quisiera hacerse una cirugía, es importante tener incorporado el autocuidado antes de tomar esa decisión para tener claras sus motivaciones y consolidar su auto-concepto. Eso hará que mejore su autoestima y también su noción de imagen corporal. El equilibro se encuentra mientras me voy sintiendo cómoda, y si me siento cómoda me permito a mejorar en un aspecto (…) No existe un parámetro externo que te haga ‘amar tu cuerpo como sea’, pero sí puedes observar cómo te sientes con tu cuerpo y qué te quiere decir esta molestia, ya que muchas veces son otros trasfondos emocionales y no tiene relación con los estereotipos de belleza”, profundiza Pascale.
Es importante acompañarse en el proceso, “rodearse de otras mujeres que se sientan así y lograr una red de apoyo también es de ayuda, eso permite compartir la experiencia con otras personas y sentirse menos sola, culpable, o incluso menos rechazada. Es muy importante ir a tu ritmo para construir tu auto-concepto (quién soy). Se ha visto que muchos problemas de autoestima no tiene relación con la imagen corporal, sino con estar confundida sobre quién se es y al saberlo podemos conectar con nuestra esencia y hacer cosas que nos nutran o acompañarnos en nuestras frustraciones, tristezas y rabias”, aconseja.