LA PREGUNTA:
No tuve una buena relación con mi mamá y ahora que soy madre, quisiera propiciar una buena relación madre-nieto. El problema es que no confío en mi propia mamá. ¿Cómo puedo darle una oportunidad sin sentir tanta angustia?
Antonia, 39 años
LA RESPUESTA:
Sentir ansiedad, angustia o incomodidad es una reacción esperable y comprensible en estas circunstancias. “Dado que es una emoción que surge en situaciones que nos generan miedo a lo desconocido y que se anclan a las experiencias previas que tenemos en nuestra memoria. Si la experiencia de la lectora con su madre fue difícil o no muy buena, el cerebro se prepara anticipando una situación similar en su imaginación, generando así mucho malestar e inseguridad”, explica la psicóloga infanto-juvenil, Katherine Gálvez.
La base de los vínculos saludables se establece por la relación de seguridad que se tiene con otro. “Los niños y niñas utilizan a sus figuras de cuidado para poder comprender el mundo, si ella desconfía de su mamá por sus experiencias pasadas, lo más probable es que esta sensación se transmita y afecte en el vínculo que su hijo pueda establecer con su abuela, ya que su instinto de cuidado la alerta de un posible peligro que genera rechazo o evitación”, profundiza la especialista.
Definir necesidades y moderar expectativas
Para reducir un poco la ansiedad que menciona la lectora, reflexionar sobre el origen de su angustia le permitirá comprenderla desde su historia de vida. “Para ello puede hacerse preguntas como por qué desea este vínculo entre su hijo y su mamá, qué espera de esta relación y en qué cree que puede ayudar a su hijo. Esto permitirá tener claras las expectativas sobre esta relación y ser realista con las posibilidades. Así podrá definir y diferenciar sus necesidades y las de su hijo en este nuevo vinculo, ya que en ocasiones se pueden confundir, dada la historia y relación que ella tiene también con su mamá. Mantener límites claros otorgarán la sensación de seguridad necesaria para generar proximidad”, recomienda la especialista.
“Para establecer una relación segura necesitamos predictibilidad y presencia, necesitamos saber más o menos qué esperar de esa persona y que esté efectivamente presente en nuestras vidas a lo largo del tiempo. Eso permite bajar nuestras defensas, expresar y recibir afecto. En esta línea, algunas medidas para regular la angustia podrían ser: generar una rutina o estructura que nos permita sentirnos más seguros, es decir, establecer condiciones que se darán independiente de factores externos. Son acciones que sabremos que sucederán de determinadas maneras. Por ejemplo, que inicialmente toda interacción entre su hijo y su madre se de en un espacio físico conocido para ella y su hijo, o que se establezcan horarios y frecuencia de estos contactos de manera que ambos puedan anticipar y prepararse para estos encuentros”, sugiere Katherine.
Paso a paso
No hay necesidad de acelerar los procesos, lo más recomendable es que el contacto sea progresivo para mantener la calma y estabilidad. “En este sentido es importante y muy válido que pueda establecer todos los limites que estime conveniente en un inicio, sentando acuerdos que le sean cómodos en esta nueva relación. Respetar sus emociones y no presionarse a no sentir determinadas sensaciones, ya que esta relación inevitablemente las generará y es importante prestarles atención. Es bueno buscar apoyo en quienes confiamos, contar con una red para expresar nuestras emociones y pensamientos. Y si este malestar persiste en el tiempo, buscar ayuda profesional para gestionar mejor estas emociones y buscar herramientas que le permitan sentirse más en control”, concluye Gálvez.