Nuestras lectoras preguntan: ¿Puede el confinamiento afectar el lenguaje de niñas y niños pequeños?

Niños y lenguaje pandemia Paula

La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.




LA PREGUNTA

Mi hija cumplió tres años en medio de la pandemia y el confinamiento. Es la menor de cuatro hermanos y la única que se ha demorado tanto en comenzar a hablar. Sé que todas las niñas y niños tienen ritmos distintos y en ese sentido nunca me preocupé mucho, pero como el escenario actual es nuevo, me gustaría saber si el hecho de no tener contacto con pares de su edad y no ir al jardín infantil puede tener efectos a largo plazo en el lenguaje en el caso de las niñas y niños que están en la etapa de comenzar a hablar.

Magdalena Saavedra, 46 años.

LA RESPUESTA

Si se afecta o no el lenguaje va a depender de la situación en la que se encuentre. Así lo explica la fonoaudióloga infantil Javiera Riffo, quien dice que si en la casa existe una estimulación del lenguaje adecuada, no debería haber un retroceso o una dificultad. La falta de jardín infantil podría influir más en su autonomía o interacción social, pero el lenguaje es algo que si se trabaja de manera adecuada en la casa, no debería presentar problemas", dice.

La psicóloga infantil de Vida Integra, Karina Navarro, concuerda: “Las niñas y niños son como esponjas que absorben conocimientos constantemente. Mientras uno más los estimula, van a tener mayor aprendizaje en todas las áreas. Y el lenguaje no es la excepción. Evidentemente en pandemia, con madres y padres con teletrabajo, poco tiempo y sin acceso al jardín infantil, se podría provocar un efecto negativo en el lenguaje, sin embargo, esto depende de la estimulación que reciban”, dice. Y agrega que “obviamente las educadoras tienen un rol importante en el desarrollo del lenguaje en las niñas y niños que van al jardín, pero en medio de la pandemia, y sin esa posibilidad, los padres no deben estresarse ni alarmarse porque el lenguaje es algo que se puede desarrollar en la casa”.

De hecho, se ha visto que muchas veces niñas y niños que pasan sus primeros años solo en compañía de adultos, a veces desarrollan más fácilmente el lenguaje. “Es lo mismo que ocurre con las chicas o chicos que ven mucho Youtube y que hablan con un acento español o mexicano. Esto es porque el aprendizaje es vicario, aprenden por estimulación pero también observando. Y cuando hay niñas o niños que hablan más porque pasan mucho tiempo con adultos, es porque quizás tienen un nivel mayor de madurez y absorben ese vocabulario, pero hay otras chicas y chicos que necesitan más estimulación”, agrega Navarro.

Javiera lo explica así: “Cada niña o niño es un mundo. La primera palabra se adquiere por lo general alrededor del año, pero puede haber algunos que lo hagan recién al año y medio. Que se demore un poquito no significa que tenga una dificultad del lenguaje que requiera ser tratada”. Y agrega que lo que se ha visto en estos meses, más que retrocesos, es que los padres y madres, al estar más tiempo con sus hijas e hijos, han evidenciado algunos problemas en el lenguaje y consultan más.

¿Cómo los estimulamos?

Según Javiera se puede aprovechar el hecho de que las niñas y niños estén con los padres en la casa como una oportunidad para estimular el lenguaje. Dice que no debería haber una relación entre cuarentena y dificultad en el lenguaje. “Si los siento frente a una pantalla todo el día quizás no van a estar recibiendo la estimulación adecuada y por tanto la falta de jardín infantil pueda afectar. Pero si les hablo constantemente o paso parte del día jugando con ellos, van a desarrollar de manera adecuada el lenguaje”, explica y agrega que es entendible que en este contexto muchas mamás o papás puedan no tener el tiempo para jugar o estimular a sus hijas e hijos.

“En esos casos lo que se aconseja es que aprovechen las rutinas cotidianas para estimular el lenguaje. Por ejemplo cuando lo van a vestir o lo van a bañar se pueden ir mencionando las partes del cuerpo, las prendas que se van poniendo; o cuando cocinan, le puedo pedir que me pase las verduras y con eso ya estoy trabajando el lenguaje”, explica Riffo, quien dice que esto es importante porque si no existe una estimulación adecuada a la edad, podría haber alguna consecuencia a futuro, una dificultad a largo plazo que necesite terapia.

Eso sí, es importante que las madres y padres no sean tan exigentes en este proceso porque es esperable que en un principio las niñas y niños no pronuncien de manera adecuada. “En esos casos no debemos retarlos ni corregirlos porque eso podría provocar el efecto contrario. Si pronuncian mal una palabra lo ideal es que nosotros como adultos la repitamos de manera correcta hasta que el menor la adquiera, pero no decirles a ellas o ellos que está mal, ni menos compararlos con otras niñas o niños o hermanos, porque eso puede afectar su autoestima y limitar el habla”, agrega Karina.

Javiera dice que hay diferentes hitos del desarrollo del lenguaje. “Las niñas o niños deben adquirir la primera palabra al año; a los dos años ya deberían estar formando frases simples como ‘mamá dame’, ‘quiero agua’, y tener alrededor de 50 palabras en su vocabulario”, explica. “Cuando no lo están desarrollando suelen pasar tres cosas: sólo señalan con su dedo lo que desean o instrumentalizan, es decir, toman de la mano al adulto y lo llevan al lugar para mostrarle lo que desean; emiten algún sonido vocálico para pedir algo, y como sus padres le entienden todo, entonces inmediatamente le facilitan lo que quiere; son las mismas niñas y niños quienes buscan y toman lo que desean porque tienen todo a su alcance”, agrega.

Y en esos tres casos aconseja: “Poner los objetos de su interés al alcance de su vista, pero que no puedan tomarlos, entonces así les damos la oportunidad de pedir lo que quieren; evitar hacer cosas por ellas o ellos, así verán la necesidad de pedir ayuda; y por último formar rutinas como leer un cuento antes de dormir o cantar una canción para almorzar. Todo esto de manera gradual y con refuerzos positivos”.

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