Nuestras lectoras preguntan: A los 75, siento más deseo sexual que en mi juventud

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LA PREGUNTA

Tengo 75 años y soy madre de tres hijos mayores que tienen sus familias armadas. Me separé a los 50 años del padre de ellos y desde entonces he tenido algunas historias con hombres de mi edad. Desde que cumplí 60 años, algo en mí despertó y me siento sexualmente más activa que incluso en mi juventud. Me excito con facilidad y cada vez que tengo relaciones tengo más de un orgasmo. Esto me ha traído algunos problemas con los hombres porque sienten que les demando mucho en la cama. ¿Lo que me pasa, será habitual?

Soledad, 75 años.

LA RESPUESTA

“El deseo en el sentido más amplio es lo que nos hace estar vivos. En específico y en relación a su deseo sexual, veo que está más viva que nunca y disfrutando bastante. Eso es maravilloso, y si bien estadísticamente no es frecuente tener un deseo tan intenso y lograr la excitación tan fácilmente a los 75 años, no quiere decir que sea anormal o que exista algún tipo de problema”, señala Rodrigo Jarpa, sexólogo.

Al respecto, el profesional explica que las relaciones sexuales van cambiando durante la vida. Así, en el contexto de las relaciones de pareja estables, la vida sexual en personas mayores puede ser un muy buen momento para dejar a un lado las prisas, la presión por rendir y ser el o la amante perfecta. “Hay parejas que comienzan a reencontrarse y a disfrutar de encuentros eróticos intensos, cuidadosos, de profunda conexión y altamente gratificantes. A su vez, se comienza a abandonar la tiranía de los ideales estéticos socialmente impuestos, entonces los cuerpos se excitan y erotizan más por sus formas, los significados personales, los placeres e historias compartidas, y por lo que hay más allá de las superficies”.

Lo cierto es que los cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales en los órganos sexuales de las personas adultas no condicionan obligadamente el cese de la actividad sexual. Así lo manifiesta la publicación ‘Sexualidad en la vejez: ¿Mito o realidad?’, de la geriatra de Clínica Las Condes Adela Herrera, que sostiene que: “está demostrado que el sexo y la sexualidad juegan un papel importante en el envejecimiento saludable y pleno”. Herrera explica que en una sociedad envejecida como la nuestra, la sexualidad debería permanecer en una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante todo el curso de la existencia. “En nuestra sociedad existe un escaso conocimiento sobre este tema y eso lleva a que los mitos y prejuicios sociales de antaño todavía persistan. La gran mayoría de la sociedad –e incluso gran parte de los profesionales sanitarios–, piensan que las personas mayores son asexuadas y les hacen creer que es así, como si en el carnet de identidad dijese: ‘Hasta los 60 llega tu vida sexual’”, dice.

“En suma, no existe un límite cronológico para la sexualidad. Ni la sociedad, ni el médico, ni los hijos pueden poner ese límite. La renuncia de la actividad sexual debe ser el último recurso y debe quedar como opción del propio individuo, nunca como consecuencia fatalista de un evento en particular ni tampoco debe ser la decisión de terceros”, agrega.

Rodrigo Jarpa explica que existen algunos mitos asociados a la vejez, como por ejemplo, la creencia de que la menopausia significa el fin de la vida sexual para las mujeres. “Si bien puede haber una baja en el deseo en algunas mujeres, molestias durante las relaciones y otras dificultades, hay otras mujeres que no lo experimentan. Más allá de esto, luego de un adecuado diagnóstico médico realizado por un especialista, se pueden manejar de forma muy efectiva la gran mayoría de dichas molestias según el caso. Por otro lado, los componentes emocionales, vinculares, el contexto y la pareja, juegan un rol importante”.

Pese a que los años de esperanza de vida son menores respecto a las personas jóvenes, los mayores pueden dedicar más tiempo a las relaciones sociales y sentimentales. Por eso, según Herrera, algunos estudios realizados a mujeres mayores sostienen que las relaciones sexuales con la edad mejoran. “Ellas manifiestan que con los años se conocen mejor a sí mismas y sus cuerpos, que ya no se preocupan por lo que dicen los otros y se sienten más cómodas con la persona que son”.

Cultivar las relaciones

El deseo sexual no debería perderse en la vida, sin embargo las experiencias personales son determinantes en mantenerlo, mejorarlo, aumentarlo o acabarlo. Sobre ello, Chistián Thomas, sexólogo y director del Centro de Estudios de la Sexualidad Chile, sostiene que “es muy probable que el impulso se vaya perdiendo porque la biología tiene un reloj que es incontrarrestable, pero la motivación o el anhelo no se extravían”.

El cese de la actividad sexual no es un suceso exclusivo y necesariamente cronológico, sino que depende de muchos factores. Algunos de ellos son el estado de salud y el grado de incapacidad física tanto la persona como de su pareja, la frecuencia y la calidad de las relaciones sexuales previas, la mal interpretación e inadaptación a los cambios fisiológicos propios del envejecimiento, la situación afectiva y calidad de la relación con la pareja y con otras personas; y otras situaciones como la viudez y las crisis de salud. Por eso, según los especialistas, para poder perpetuar el deseo a lo largo de la vida es necesario construir en pareja una experiencia madura de amor.

Esto se puede conseguir, según Herrera, a través de algunas conductas como expresar pasión, afecto, admiración y lealtad; el placer de poder tocar y ser acariciados, y un crecimiento contínuo en la sexualidad, la experiencia y el erotismo, entre otros aspectos. Diversas investigaciones coinciden que una sexualidad más rica no se limita solo a la genitalidad, sino que se asocia a búsquedas de placer y afecto. De esta forma, se introduce el concepto de “intimidad” que implica cuidado mutuo, responsabilidad, placer, relajación, confianza y la comunicación abierta compartida con la pareja. Sobre ello, Herrera explica que “el amor y la sexualidad son artes que requieren saber amar y dar sin contrapartida y conocimientos. Disfrutando de una buena salud y de una pareja con la que se desee compartir los momentos íntimos. Las personas mayores pueden retener tanto el deseo como la capacidad de hacer el amor, cada uno con sus peculiaridades, hasta el final de los días, si es que así lo desean”.

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