Nuestros juguetes
Sobre atesorar los propios objetos de infancia y convertirlos en antigüedades.
Por María Edwards
Paula 1241. Sábado 16 de diciembre de 2017.
Vamos guardando nuestros recuerdos para verlos años más tarde por melancolía, o como parte de nuestra historia, y muchas veces pensamos en que vamos a traspasárselos a nuestros hijos. Pero nada asegura que ellos se entusiasmen con las mismas cosas.
Cuando cumplí 6 años, me regalaron una casa en miniatura de Playmobil que venía con todos los muebles, objetos y personajes. Pasaron los años y la casita desapareció entre tantos órdenes de bodega. Pero aquel juguete fue en el primero que pensé cuando supe que estaba esperando guagua; fue un objeto importante para mí y hubiera querido heredárselo.
Como sabía que mi casita era irrecuperable y que ya era imposible comprarla, me puse a buscar vendedores de segunda mano por internet. Hasta que di con un ordenado coleccionista gringo que tenía la casa con todas sus piezas, las instrucciones de armado y muchos más muebles, personajes y accesorios. Por una suma no menor, la rematé por Ebay. Ahora la tengo en la pieza de la guagua y no sé si le va a gustar algún día, pero finalmente yo tampoco la elegí. A mí me la regalaron y terminó siendo uno de los recuerdos más importantes de mi infancia. No quiero perder la oportunidad de enseñarle la forma en que yo jugaba, los monos que me gustaban, las cosas que coleccionaba. Creo en las tradiciones, en las herencias culturales y en las historias familiares. Creo, finalmente, en las antigüedades que uno puede dejar.
Dónde: Al costado poniente del Centro GAM hay una feria de antigüedades. Dos de sus puestos tienen una importante selección de juguetes.
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