“Se ha venido produciendo un consenso a nivel internacional, refrendado por acuerdos y pactos del sistema de naciones unidas y otros organismos, que poblaciones o grupos históricamente marginados de las esferas de poder –como los pueblos indígenas o las mujeres–, o ciertas minorías étnicas, religiosas, lingüísticas, deben ser representadas por sus propios integrantes para asegurar una representación adecuada”, dice el documento Mecanismos de cambio constitucional en el mundo, análisis de la experiencia comparada, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En él se explica que para que esto ocurra, se han diseñado mecanismos específicos que aseguran una presencia efectiva y representación equilibrada de estos grupos.
“Mecanismos como los escaños reservados para pueblos indígenas o cuotas electorales de género para las mujeres, por ejemplo, han permitido una mejor representatividad de las asambleas de la diversidad presente en las distintas sociedades”, agrega el documento. De esta forma, la existencia de escaños reservados para ciertos grupos como los pueblos indígenas en Venezuela o los nacionales residentes en el extranjero en Ecuador y Túnez, junto con la exigencia de que un número o porcentaje de candidatos electos sean mujeres en el caso de Bolivia, constituyen medidas positivas para lograr tal objetivo.
Pero en Chile estamos cerca de ir un paso más allá. Así se estableció el 20 de marzo de este año cuando el gobierno promulgó la ley de paridad de género para el proceso constituyente que se llevará a cabo luego del plebiscito del 25 de octubre. Una medida que, si se concreta, marcaría un hito no solo en la lucha del movimiento feminista, sino que también transformaría a Chile en el primer país del mundo en tener una convención constituyente paritaria. Cuestión que la mayoría de las chilenas y chilenos esperan. Así al menos lo determinó una encuesta realizada por Ipsos y Espacio Público, en la que un 71% de los encuestados –mujeres y hombres– creen que es importante la paridad de género en este proceso.
Y no es la primera medición que pone sobre la mesa este tema. En junio de este año Corporación Humanas y el Observatorio de Género y Equidad realizó una medición sobre proceso constituyente en la que participaron solo mujeres. En ella, frente a la pregunta: ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con la ley que obliga a que exista paridad de género en la elección de las y los delegados constituyentes?, un 87% se mostró a favor. Y ese porcentaje subió a un 92% cuando la pregunta era si la presencia de mujeres que integren la Convención Constituyente contribuirá a que se representen las necesidades e intereses de las mujeres en una nueva Constitución.
No cabe duda que la paridad de género es un tema relevante en el proceso constituyente, una suerte de deuda histórica con las mujeres. “Estos porcentajes se explican por la relevancia que han tenido las demandas de las mujeres en nuestro país, que han permitido correr el cerco de lo posible. Estar hablando de una convención constitucional paritaria es algo absolutamente impensado hace no tanto tiempo atrás y llegar hasta acá habla mucho del estilo de las mujeres y del liderazgo femenino. Porque no era algo obvio de lograr, no hay precedentes de una convención paritaria”, afirma Pía Mundaca, directora ejecutiva de Espacio Público.
Carolina Carrera de Corporación Humanas, dice que en el caso de las mujeres está la percepción de que la posibilidad de que se representen sus intereses es mayor cuando hay otras mujeres legislando. “Eso obedece a lo que hemos visto en el Congreso. A pesar de que aún es bajo el porcentaje de mujeres que están en el parlamento, en la medida en que han aumentado, también los temas de derechos humanos de las mujeres han tendido a legislarse con mayor rapidez. Como los derechos de maternidad, temas de violencia de género, entre otros”, dice.
Y agrega que las mujeres en Chile se sienten discriminadas y uno de los ámbitos donde sienten mayor discriminación, es precisamente en la política. “Si uno mira cómo ha sido el proceso legislativo en Chile, por ejemplo en 1994 cuando se legisla por primera vez el tema de la violencia, no quedó tipificada como un delito porque la mayoría de los legisladores eran hombres y el argumento que esgrimían era que las mujeres íbamos a mandarlos presos bajo la lógica de que “las mujeres mienten”. Y si uno mira años después la discusión sobre el aborto en tres causales, específicamente en el caso de la violación, se vuelve a presentar el mismo argumento”, explica. “Esto obviamente ha generado un malestar en las mujeres, que se ha venido presentando hace mucho tiempo porque está la percepción de que este es un país profundamente machista y discriminador en el tema de género. Y eso hace que ahora exista mayor conciencia de la necesidad de la presencia de las mujeres en el proceso constituyente por un tema de justicia. Luego viene la discusión respecto de qué mujeres participan”, dice Carolina.
Sororidad también en la convención
Según Mundaca, la paridad busca subsanar una subrepresentación absoluta que tienen las mujeres en la discusión pública, entendiendo que las mujeres que van a entrar a la convención debieran ser mujeres que, idealmente, piensen distinto. “Más allá de lo que piense cada una, la paridad apunta a asegurar que la mitad de la población sea parte de este momento histórico. Asociarlo a una manera de pensar o a un partido político es hacer una caricatura poco justa con la realidad, ya que la obligatoriedad de la paridad en la convención se logró aunando mujeres de visiones y partidos muy distintos. Es el resultado del esfuerzo de múltiples organizaciones, múltiples mujeres que en otras discusiones no necesariamente pensaban lo mismo, pero que vieron en esto un objetivo común, que es la relevancia de que las mujeres tuvieran igual participación en un momento histórico del país”, dice.
Y esto tiene que ver con que, independiente de la posición política o valórica, hay temas donde las mujeres siempre nos vamos a encontrar, como la violencia, la maternidad o la participación política. “No creo que exista alguna mujer que no quiera que en la nueva Constitución se reconozca el cuidado doméstico de las mujeres, que traspasa clases sociales y que es un aporte tremendo que hacemos al país y que, a su vez, le genera un ahorro importante al Estado; o frente a la brecha salarial, es difícil que alguna crea que es justo pagarle a un hombres más por el mismo trabajo”, dice Carolina Carrera.
Y agrega: “Por eso en los países que han llevado a cabo estos procesos, ha sido bien interesante como las mujeres de partidos políticos, de organizaciones sociales, feministas, se han articulado para acompañar a las mujeres constituyentes. Y es que uno espera que en este proceso esté representada la mayor diversidad de mujeres que tenemos, que no solo sea pensado desde la lógica de la experticia con las y los abogados, si no que temáticamente tengamos mujeres trabajadoras de casa particular, temporeras; que los temas que estén allí. Porque al final, más allá de nuestras diferencias, lo que nos une es que todas sufrimos un sistema patriarcal con una desigualdad profunda de poderes. Por eso, si logramos que salga esta convención constituyente, va a ser un hito para la historia del movimiento feminista en Chile”.
¿Cómo funcionará el mecanismo de paridad en Chile?
Cuando en marzo la Comisión de Constitución de la Cámara Baja aprobó las indicaciones presentadas para asegurar la paridad de género, en la práctica lo que se aprobó es que en cada distrito, siempre que se presente un número par de candidatos, ningún género podrá superar el 50% del total de las candidaturas que componen la lista. En los distritos donde existe un número impar de candidaturas, la diferencia entre mujeres y hombres no podrá ser superior a uno. Además, que las listas de candidaturas de los partidos políticos y de los pactos de independientes deberán estar encabezadas por una mujer y se ordenarán sucesivamente, de forma alternada, con las candidaturas de hombres.
Pero no solo en las candidaturas –como ocurre actualmente en las elecciones parlamentarias– sino que también en las personas elegidas. La regla de corrección paritaria es el mecanismo a través del cual se asegurará que en cada distrito y, por tanto, en el órgano nacional, haya paridad. Entonces, en el caso que en un distrito de 4 escaños sean elegidos dos hombre y dos mujeres, no operará la corrección. Por el contrario, si esos 4 escaños fueran asignados a 3 o 4 personas del mismo sexo, deberá aplicarse la corrección. Esto se hace identificando a la persona del sexo sobre representado menos votada dentro de quienes les correspondería el escaño y es reemplazado por la persona del sexo subrepresentado más votada del mismo partido o pacto electoral o lista independiente.
Esto ocurre si la opción elegida en el plebiscito es la Convención Constitucional, es decir, con 100% de representantes electos. Pero si gana la opción de Convención Mixta, ahí el 50% de las y los representantes serían electos directamente y 50% saldrán del actual Congreso Nacional. Las reglas de paridad operarán para el 50% electo, pero no para el 50% de parlamentarios, por lo que es muy probable que no haya paridad efectiva en este caso.
“Cuando en la encuesta con Ipsos les preguntamos a las personas sobre los mecanismos para cambiar la constitución y las alternativas posibles, que son dos –convención constituyente o convención mixta– el porcentaje de conocimiento no fue tan alto como si el de quienes declararon que es importante la equidad de género en el proceso. En ese sentido el desafío es que las demandas y deseos ciudadanos logren concreción. Y es muy potente evidenciar que la demanda de la paridad es una concreción, no es una demanda no escuchada, sino que podemos tener una convención paritaria, pero para eso tiene que ganar una posibilidad de convención”, explica Pía.
Y concluye: “No me gustaría que sean los hombres los voceros de ciertas causas, entendiendo que es importante y que hay muchos hombres que suscriben a las demandas del movimiento feminista. Creo que es crucial que las mujeres sean parte de la convención para enfrentar mecanismos sociales que generan desventajas sociales en las que son ellas las que han sido víctimas. Y si bien los cambios y la inclusión femenina tiene que ser en todos los ámbitos de la sociedad, es muy importante que las mujeres estén donde se están tomando las decisiones”.