Opciones de reproducción asistida para parejas de mujeres: abriendo caminos hacia la maternidad compartida
El 10 de marzo de este año se celebró el primer aniversario de la implementación de la ley de matrimonio igualitario en Chile. Durante este período, 2.254 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio y 473 recién nacidos fueron inscritos como hijos o hijas de uniones homosexuales (hasta hoy, esta cifra ha alcanzado los 500). De esas inscripciones, 452 fueron de dos madres y 21 de dos padres. Estos números reflejan una realidad que, durante mucho tiempo, fue invisibilizada: las familias en nuestro país son diversas y cada vez más parejas homosexuales, especialmente mujeres, deciden tener hijos.
Para ellas las posibilidades son diversas, desde la adopción hasta los tratamientos de reproducción asistida. El Dr. Andrés Carvajal, ginecólogo de la Clínica IVI Santiago, es especialista en este tipo de procedimientos y afirma que su demanda está en aumento. “En los últimos cinco años, los tratamientos de fertilización asistida con el uso de banco de espermios, es decir, para parejas de dos mujeres o mujeres solteras que deciden ser madres, han aumentado en un 25%”, explica.
Sin embargo, no sólo ha habido un aumento en la cantidad de tratamientos, sino también en los avances médicos que permiten a las parejas de mujeres experimentar una maternidad compartida. En otras palabras, ambas pueden ser parte activa, desempeñando roles diferentes incluso en el proceso que lleva al futuro embarazo. Así, literalmente, cumplen el sueño de ser “mamás al cuadrado”.
Maternidad compartida
Una opción novedosa es el método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja), que permite que ambas mujeres participen activamente en la concepción de su bebé. Consiste en la fertilización de los ovocitos de una de las mujeres con espermatozoides obtenidos de un banco de semen, mediante la técnica de Fertilización In Vitro. Una vez obtenidos los embriones, estos se transfieren al útero de la otra mujer, logrando así lo que se conoce como “maternidad compartida”.
La subdirectora del laboratorio de Fecundación In Vitro de IVI Santiago, Dafne Machuca, explica que el proceso implica un paso conocido como estimulación ovárica. “Las mujeres ovulan naturalmente una vez al mes, por lo general un óvulo en cada ciclo menstrual. La estimulación ovárica permite, mediante hormonas, estimular el crecimiento de más folículos y reclutar un mayor número de ovocitos. Este proceso es controlado y bajo la supervisión del médico tratante. Luego, se extraen mediante un procedimiento quirúrgico simple, y esos ovocitos se llevan al laboratorio junto con la muestra de semen para realizar la fertilización in vitro”, añade.
Una vez obtenidos los embriones y tras haber sido observados en el laboratorio hasta alcanzar el estadio de blastocisto, se pueden transferir al útero de la pareja de la mujer que ha entregado sus óvulos. La receptora debe preparar su endometrio para que esté en condiciones óptimas para recibir el embrión. Según el especialista, el proceso de transferencia embrionaria es rápido y no requiere anestesia. Respecto de los cuidados posteriores, serán los que indique el médico. La paciente debe evitar situaciones que puedan elevar su temperatura corporal, así como el consumo de alcohol o medicamentos sin consultar previamente al médico especialista.
Las tasas de embarazo con este método varían entre un 50% y un 70%. “Cuanto más joven sea la que entrega los óvulos, mayor será la tasa de embarazo”, comenta el Dr. Carvajal. Además, afirma que, en su experiencia, este método es el más solicitado por las parejas de mujeres, ya que les permite participar simultáneamente, una como madre genética y la otra como madre gestacional.
Un método más sencillo
Para aquellos que prefieren un procedimiento más sencillo o que desean respetar al máximo el entorno natural de los gametos, existe la opción de la Inseminación Artificial. “Este es un tratamiento de baja complejidad que comienza con el ciclo menstrual de la paciente que desea quedarse embarazada. Se administran ciertos medicamentos para inducir la ovulación. Luego, se realiza una ecografía para determinar el momento de la ovulación, y en ese momento se lleva a cabo la inseminación, que consiste en la introducción de una muestra de espermatozoides provenientes de un banco de semen a través del cuello uterino”, explica el ginecólogo.
Las tasas de embarazo con este método pueden alcanzar un 50%. Sin embargo, el Dr. Carvajal aclara que no todas las pacientes son candidatas. “Idealmente, deben tener menos de 38 años para asegurar una buena calidad de óvulos y una reserva ovárica adecuada, además de contar con trompas uterinas en buen funcionamiento”.
En cualquier caso, el proceso de afrontar una maternidad compartida en parejas homosexuales es complejo y puede resultar estresante, ya que conlleva importantes cargas emocionales.
La importancia del apoyo emocional
“Está comprobado que cuando las personas optan por modelos no tradicionales de familia, contar con información, asesoramiento y acompañamiento es fundamental para recorrer este camino con tranquilidad y seguridad”, comenta Daniela Vargas, psicóloga especialista en reproducción asistida de IVI Santiago. Por eso, aclara que lo primero y más importante es conversar sobre las posibilidades.
“No todas las mujeres que se someten a este tipo de tratamientos tienen problemas de fertilidad, y esta distinción es importante desde el punto de vista psicológico. Incluso si no tienen problemas de fertilidad, las parejas de mujeres solo tienen la opción de convertirse en madres biológicas siendo pacientes de una clínica, con todo lo que eso implica: exámenes, procedimientos, inyecciones, gastos, etc. Es necesario asumir esto emocionalmente y estar dispuesta a enfrentar estos desafíos”, agrega.
Según datos de la Clínica IVI Santiago, el 90% de los pacientes que se someten a tratamientos de reproducción asistida experimentan niveles de estrés, ansiedad y síntomas depresivos por encima del promedio de la población. Por lo tanto, es fundamental validar sus emociones. “Se trata de reconocer la dificultad del camino. Se ha comprobado que estos tratamientos conllevan un desgaste, ya sea debido a las hormonas o a la frustración cuando no funcionan en el primer intento”, agrega.
En el caso de las parejas de mujeres, en ocasiones se suman preocupaciones sobre el futuro de sus hijos, como los posibles problemas que puedan enfrentar en su entorno. A veces, esto se describe como un “duelo social”, es decir, tener que enfrentar una situación que la sociedad no espera de ellas y luego tener que transitar ese camino. Daniela menciona que algunas llegan muy resueltas, pero otras enfrentan estos miedos y destaca la importancia de ofrecer un acompañamiento.
Es normal que exista cierta ansiedad en la búsqueda de ser padres o madres. Incluso en parejas heterosexuales que logran concebir de manera natural, existe el riesgo de sufrir una pérdida gestacional. Sin embargo, en tratamientos de reproducción asistida, la ansiedad puede ser mayor debido a que las parejas son más conscientes del proceso, de la concepción y de la etapa en la que se encuentran desde el primer día, lo que puede generar un mayor estrés. “Por eso, el apoyo emocional es fundamental”, concluye Daniela.
En IVI, con más de 30 años de experiencia en el mundo, se caracterizan por el liderazgo y la búsqueda constante de las más avanzadas técnicas y tratamientos, gracias a la labor en investigación. Ello, unido a la escucha constante de las pacientes, ha permitido conocer sus necesidades y apoyarlas en cada paso del proceso. Para más información puedes pedir una hora médica haciendo clic aquí.
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