De tus trabajos en la tele ¿cuál ha sido el más agradable?

Me encantó hacer La liga, es un programa que me dio muchas satisfacciones, me dio la posibilidad de ponerme en el lugar del otro, en la piel del otro y, además, mirar y observar.

¿Y te gusta conducir un programa como La bella y el geek? ¿No tienes reparos con los realities?

Es que este no apela a lo mismo que apelan otros. No hay morbo, hay ternura y humor. Tampoco hay ficción forzada, ni encierro. La bella y el geek son diez mujeres bellas, con una vida social muy activa, algo alejadas del mundo intelectual enfrentadas a un grupo de geeks, que son enfermos por las nuevas tecnologías, la computación, la robótica. Tipos más bien tímidos, muchos no han pololeado, ni siquiera han dado un beso. Y lo interesante es que más allá del estereotipo televisivo es constatar cómo todos somos seres incompletos y que nadie tiene la vida comprada.

Alguna vez imaginaste que te ibas a convertir en un conductor de televisión? ¿Estaba entre tus planes?

Jamás. Fue una llamada de Felipe Bianchi para hacer CQC; a la semana siguiente de esa llamada estaba conduciendo un programa prime. No se me pasaba la idea por la cabeza. Ahí partió esta vorágine extraña.

Vorágine extraña que lleva 10 años.

Ahora es primera vez que firmo con un canal (CHV) y no por proyectos, que era una fórmula que me acomodaba en televisión; hay proyectos que me entretienen y los hago. Ahora estar contratado por un canal significa estar dispuesto a cualquier cosa. Pero como digo siempre: el trabajo dignifica (risas).

¿Es verdad que trabajaste en la bolsa?

En la bolsa, en el Bellas Artes, pinté casas, y trabajé en Ferrocarriles del Estado. Ahora también tengo el Centro Cultural Amanda. Hay que trabajar.

¿Eras maquinista de ferrocarriles?

No, vendía transporte intermodal. Súper entretenido (risas).

¿Te gusta el negocio de la noche y de la música del Centro Cultural Amanda?

Lo que menos me gusta de ese negocio es la noche. Por eso se llama Centro Cultural. Me daría un pudor enorme tener una disco, ser como el Negro Piñera. Lo que me entusiasma es la música y la difusión: al año por el Amanda pasan 300 mil personas, y 120 mil entran gratis. Por eso digo que hay ahí educación cultural.

Estudiaste Filosofía en Alemania, ¿lo terminaste?

Llegué a una especie de grado intermedio y me volví.

Estudiar Filosofía debe ser solitario, ¿puede producir angustia?

Me produce más angustia dar entrevistas que estudiar Filosofía.

Ahora que eres jurado de Psíquicos. ¿Crees en presencias sobrenaturales, en espíritus, fantasmas?

Absolutamente, y pasó una cosa rara porque me llamaron para ser el escéptico. Todos pensaron que yo no creía en nada. Pero yo creo en todo y, como he leído mucho del tema, sé distinguir que hay muchos chantas. Yo una vez al mes me saco el tarot, me veo las vidas pasadas, el aura, ¡de todo!

Dentro del mundo de la esoteria, ¿cuál es la experiencia que más te ha convencido?

El tema de las vidas pasadas me hace sentido. No es que me acuerde cuando eras indígena del Amazonas hace mil años. Pero hay imágenes que resuenan en la memoria de una manera extraña. Finalmente apela a las grandes preguntas del ser humano: de dónde venimos, para dónde vamos y dónde están nuestros seres queridos. Creo que no hay nadie que se reste a esa pregunta.

¿En ese programa tuviste un encuentro con un ser querido fallecido?

Lo que pasa es que cuando comenzamos llegó una de las concursantes con un recado que me traía de mi papá (fallecido). Y la verdad es que el recado era tan específico que no tenía cómo no creer. Pasan esas cosas.

¿Y esa cuestión te removió?

Obvio, pero también entras en malas ondas con los concursantes. Una vez, por ejemplo, terminé con la sensación de tener 42 de fiebre, transpirando, sintiéndome pésimo y no tenía más de 36 de temperatura. Y después, calculando, capté que habíamos eliminado, con mi voto, a una mujer que hacía como vudú. Desde ese día ando lleno de medallitas y estampas.

¡Qué aterrador! Los conductores o jurados de programas de este tipo debieran tener un seguro especial.

Sí, da miedo, mucho, este es un programa que se hace en distintas partes del mundo. En Rusia llevan como 10 temporadas y van como en el cuarto conductor, lo otros tres se han muerto.

¡Pero tu vida es un infierno! ¿Al tarot también recurres?

Me lo saco harto y me han pasado cosas rarísimas. Una vez me dieron el dato de una niña que hacía consultas por teléfono. Sin decirle dónde estaba, ella me dijo cosas como "estás en un sofá rojo, afuera hay una piscina, cierra bien la cortina" Increíble.

¿Cuál es el defecto que más deploras de ti mismo?

Mi falta de constancia, mi dispersión mental.

Tú que condujiste en estado de ebriedad y estuviste en la cárcel por eso. ¿Qué opinas del alcotest y la ley de tolerancia cero al alcohol?

Yo soy como el niño símbolo en el tema. Lo primero que encuentro muy malo es andar poniendo records mundiales al que pillan con más grados de alcohol en la sangre. Y respecto a lo que a mí me ocurrió no me pareció divertido el tema, siempre he dicho que me siento el tipo más afortunado del mundo porque, finalmente, no le pasó nada a nadie. Aunque haya estado preso, aunque me hayan quitado el carné, todo eso da lo mismo frente a la suerte que tuve. La verdad es que manejar con copete es una estupidez sin nombre.

Para relajarte qué prefieres: ¿sexo, pisco sour, shopping o deporte?

Tirar en un mall, mientras te tomas un pisco sour y te traen la compra.

¿Estado civil?

Soltero. O técnicamente separado.

Si fueras mujer, ¿pololearías contigo?

Uff, no.

¿Andái buscando polola?

No, pero no quiero quedarme conmigo mismo.