"Para mí, las mujeres siempre van a ser una utopía"
Es el columnista de moda y sus imprescindibles análisis políticos son requeridos, seguidos y comentados. Con una historia en que pasó de comunista disciplinado a liberal escéptico, y después de superar los miedos que marcaron su adolescencia, dice que su actual fama no le ha servido con las mujeres. "A ellas les gustan los malos. Y yo no soy capaz de andar de Clint Eastwood por la vida, no me resulta. Me siento más Woody Allen".
Paula 1191. Sábado 16 de enero de 2016.
El columnista de La Tercera y analista político más consultado y citado del momento sufre de insomnio, funciona con antidepresivos ("todos los días de mi vida y no los voy a dejar") y, dice, suele lloverle sobre mojado, especialmente en lo que respecta al sexo opuesto. Es más. Aunque fue militante comunista, estudió Sociología y Filosofía en busca de respuestas, y hace cuatro años se sumergió en la cábala para seguir buscando, a los 47 (emparejado hace 10 y padrastro de una joven de 22) concluye que "la única utopía que sigue en pie son las mujeres", dice citando al famoso pensador eslovenio Slavoj Zizek.
"Mis problemas con la masculinidad pasan por el hecho de sentir que me encantan las mujeres y siempre me ha costado tanto con ellas, en el sentido de que son difíciles de conquistar. Les gustan los malos y yo no soy malo", afima.
Jorge González dijo una vez que había creado Los Prisioneros para seducir mujeres. ¿Hay algo de eso en tu rol de columnista estrella?
Me encantaría, pero no me ha servido de nada. Para mí, las mujeres siempre van a ser una utopía inalcanzable.
Pero si es tan simple.
El problema es que en la simpleza les gustan los malos.
¿Y tú eres bueno?
Sí, en eso, nada que hacer. No soy capaz de andar de Clint Eastwood por la vida. No me resulta. Me siento más Woody Allen, al que también le llueve sobre mojado. Creo que las mujeres hoy son más complicadas. Su mundo es un misterio y ojalá siga así, que esta utopía no se acabe. Es un mundo desafiante, lo que hace que esta llama no se apague, porque también hay cierta desesperanza que tiene que ver con la adultez. Yo no voy a salir con la pistola en la mano. Si te pudiera resumir, creo que mi relación con las mujeres es la etapa en que me quedé más en la infancia, el tema en que me quedé más chico. Las mujeres siguen siendo esta cosa inalcanzable y maravillosa, y yo cuando me miro al espejo soy el Jorobado de Notre Dame.
Para entender la cabeza de Max Colodro –que se define, además, como "agnóstico y escéptico"–, hay que retroceder a su infancia y pasado comunista. Hijo del primer matrimonio del economista y empresario Marco Colodro (casado actualmente con la sicoanalista Susan Mailer, hija del fallecido escritor estadounidense Norman Mailer) y de la economista Nora Riesenberg, Max vivió sus primeros años en París, donde sus papás realizaron sus doctorados. Al regresar a Chile, durante la Unidad Popular, el padre se integró como vicepresidente del Banco Central y la madre trabajó en la Secretaría General de Distribución junto al general Alberto Bachelet. En septiembre de 1973 la pareja Colodro Riesenberg, ambos militantes comunistas, partió junto a sus hijos al exilio. Se establecieron en Ciudad de México.
"Mi relación con las mujeres es la etapa en que me quedé más en la infancia. Las mujeres siguen siendo esta cosa inalcanzable y maravillosa, y yo, cuando me miro al espejo, soy el Jorobado de Notre Dame".
"Crecí como un niño mexicano que hablaba como El Chavo del 8. Estudiaba en un colegio de izquierda junto a hijos de exiliados chilenos, argentinos, uruguayos y brasileños. Nunca me sentí extranjero", recuerda hoy.
¿Qué lugar ocupaba Chile en tu vida allá?
Chile estaba presente por las cosas que decían mis padres y sus amigos y que lo mostraban como un verdadero infierno. Lo único que escuchaba era sobre la dictadura, los compañeros de trabajo de mis padres que estaban en la cárcel, otros desaparecidos y muertos.
Los abuelos de Max llegaron a Chile antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los Colodro, de origen sefardí, arribaron desde Esmirna, Turquía, a Rancagua y se dedicaron con éxito al comercio. El hermano de su padre fundó la farmacia Salco, que significa Salvador Colodro, que años después terminó fusionada con Brand. Marco Colodro, uno de los empresarios más cercanos a Ricardo Lagos, fue vicepresidente de Banco Estado, miembro del directorio de Codelco y presidente del directorio de TVN durante su gobierno. Actualmente es presidente del Banco Santander.
¿Cómo es tu relación con el judaísmo?
Mi identidad judía se la debo en gran medida a mi abuela materna, judía rusa. Llegó a Chile de niña junto a Volodia Teitelboim, de quien era amiga. Además de la cultura judía, me traspasó su interés por la literatura, fundamental en mi descubrimiento de mi identidad gracias a autores como Elias Canetti y Isaac Bashevis Singer. Mi abuela, que en casa hablaba yiddish, fue una mujer muy interesante, de las primeras que estudió Derecho en la Universidad de Chile. Su examen de grado se lo tomó Arturo Alessandri Palma. Ella me hizo sentir que el judaísmo era una continuidad cultural más que una religión, que tiene que ver con una historia, una tradición y una literatura. Por algo las escrituras son tan importantes.
¿Te has sentido discriminado alguna vez por ser judío?
No, no creo que Chile sea un país antisemita. Sí creo que la cultura judía se conoce poco, porque somos pocos y no colaboramos mayormente en que esa cultura sea conocida. Pero hay personajes públicos importantes en nuestra sociedad como el mismo Don Francisco, el principal conductor de la televisión chilena, que es judío. Nadie puede decir, entonces, que hay algo en contra de los judíos.
¿Cómo, desde un mundo acomodado, encajaste con la sensibilidad de izquierda?
Mi primera aproximación al mundo de izquierda fue por las violaciones a los derechos humanos, es esa la conexión que hace la diferencia. Y creo que ser de izquierda tiene que ver con una mirada del mundo, que es la que mis padres me transmitieron desde muy niño. Lo que uno tiene no tiene nada que ver con la posición que ocupas en el mundo. Uno puede ser capaz de generar una opinión sobre las cosas y no necesariamente porque tu interés sea inmediato. Igual, yo soy consciente de que en muchos sectores se considera inconsecuente pertenecer a la clase alta y ser de izquierda.
"Vivía asustado con lo que pasaba en el país y tenía una sensación permanente de ser perseguido. En la calle caminaba con miedo y en la noche, como me pasa hasta hoy, me costaba mucho quedarme dormido", dice sobre su adolescencia en el Chile de los 80 después de regresar del exilio en México.
"VIVÍA ATERRADO"
Max Colodro define como "traumático" su regreso al país tras el exilio. Pinochet estaba en el poder cuando sus padres se separaron y su madre decidió retornar a Santiago junto sus tres hijos. La familia se instaló en Ñuñoa y él fue matriculado en el Colegio Latinoamericano de Integración.
Deprimido y desconcertado por despegarse de su papá y llegar a un lugar del que había escuchado solo oscuridades, inció un sicoanálisis con primero cuatro y luego tres sesiones por semana durante siete años. "Cuando descubrí que efectivamente algo de infierno había aquí, comencé a pasarlo muy muy mal. Me sentí solo y traumado", dice.
A los 14 o 15 años comenzó su interés por la literatura, la lectura periódica del diario Fortín Mapocho, textos de filosofía, Marx y Lenin. A los 16 entró a las Juventudes Comunistas. "Mi familia militaba, los amigos de mis padres militaban y mis amigos militaban. Si no era el PC, era en otro partido de izquierda. Entonces, era lo que me correspondía. Y el asunto se hizo más evidente en el año 83, cuando aparecen las protestas. En ese tiempo iba a las reuniones de célula semanales y vivía aterrado. Asustado con lo que pasaba en el país, tenía una sensación permanente de ser perseguido.
En la calle caminaba con miedo y en la noche, como me pasa hasta hoy, me costaba mucho quedarme dormido. Entonces miraba el reloj, atento ya que sabía que a las 2 de la mañana comenzaba el toque de queda y que si pasaban autos frente a la casa solo podían ser de la CNI. Me asustaba que pudieran detenerse".
El miedo adquirió un carácter dramático y real el 30 de octubre de 1988, cuando Raúl Pellegrin, fundador y líder del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fue encontrado muerto y con evidentes señales de haber sido torturado, en las aguas del río Tinguiririca. La madre de Pellegrin era prima de la madre de Max.
Un año después, sin embargo, Colodro comenzó a tener serias dudas respecto de seguir en el PC. La caída del Muro de Berlín, la desarticulación de la Unión Soviética, y la "incapacidad del PC para hacerse cargo de la crisis que estaba atravesando el socialismo y la izquierda respecto de su proyecto histórico", lo impulsaron finalmente a renunciar al partido en 1991. Un poco antes sus padres habían hecho lo mismo. Eso desató en él, cuenta, una "seria crisis de identidad".
"Mi problema con Bachelet más que político es cultural. Indira Gandhi, Golda Meir y Margaret Thatcher jamás necesitaron hacer uso y abuso de su condición de mujeres para tener posiciones de poder y defender un liderazgo".
¿Qué te conflictuaba?
Me di cuenta de que un porcentaje importante del país apoyaba abiertamente el régimen militar, entonces lo primero fue entender que las cosas eran más complejas de como yo las había visto, que las cosas no eran blanco o negro, y comencé a sospechar de que no podía ser que tanta gente estuviera equivocada. Por otro lado, mi mayor desafección tuvo que ver con el tema de los derechos humanos, cuando me doy cuenta de que en realidad la gente que apoyaba esos regímenes y lo que pasaba en la Unión Soviética y en la República Democrática Alemana, apoyaba situaciones muy parecidas a las que estábamos condenando en Chile. Para mí fue muy traumático. Yo venía de un mundo que se dividía entre Allende y Pinochet, con una estética llena de los símbolos de la UP, la imagen de Neruda que era muy potente en mi casa, con la música de Quilapayún, Inti-Illimani, Víctor Jara y Violeta Parra, que fueron parte importante de mi exilio y lo siguen siendo. Esa cultura popular, como el rol fundamental que tuvo el partido en las transformaciones políticas del siglo XX, hacen que le siga teniendo un cariño enorme al PC. Me siento cercano al partido que estuvo dispuesto a enfrentar incluso con las armas al régimen militar.
Como ex joven comunista, ¿cómo ves a Camila Vallejo?
Siento cierta admiración por Camila Vallejo y cierta distancia. Es notable su rol en el movimiento estudiantil, desde donde fue capaz de instalar una necesidad de transformaciones muy importante, especialmente en educación. Tiene carisma y convicción política. Pero representa a una generación que sigue sin hacerse cargo de lo que fue la crisis del socialismo. Que viaje a Cuba con Fidel Castro y que considere que él encarna la luz y esperanza para América Latina es perder la brújula. Hoy no es posible sostener que en Cuba no se violan los derechos humanos y que hay libertad de expresión.
Colodro explica que el fin de su etapa PC marcó también la muerte de su "visión dicotómica del mundo y el inicio de mi aproximación a la izquierda desde la complejidad y los matices". En 1999 se sumó a las filas del PPD, fue director de estudios del Ministerio Secretaría General de la Presidencia en el gobierno de Ricardo Lagos y en 2009 ofició como vocero de Marco Enríquez-Ominami. En 2012, en una entrevista publicada en revista Qué Pasa, dijo "es malo para el país que vuelva Bachelet". Hace dos años, casi en paralelo con el regreso de Michelle Bachelet a La Moneda, sus análisis políticos se leen semanalmente en La Tercera. No es un oficio nuevo para él. Antes había escrito sobre filosofía y cultura en el diario La Época (uno de sus textos fue sobre las orgías de Sade), y actualidad política en La Segunda y El Mercurio.
Con Bachelet tienes una distancia desde su primer periodo. ¿Por qué, si es fiel representante de la izquierda a la que perteneces históricamente?
Nunca me sentí identificado con ella por muchas razones, entre ellas, una muy importante es el uso de la victimización de las mujeres. Creo que ya desde el principio de su primer gobierno usó muy burdamente eso del femicidio político, instalando toda crítica sobre su gestión como una crítica por el hecho de ser mujer. Mi problema con Bachelet más que político es cultural. Indira Gandhi, Golda Meir y Margaret Thatcher jamás necesitaron hacer uso y abuso de su condición de mujeres para alcanzar posiciones de poder y defender su liderazgo. Tampoco sucedió con Benazir Bhutto, ex primer ministro de Pakistán, que cumplió un rol fundamental en un país musulmán, donde las mujeres sí son discriminadas y, a pesar de eso, jamás usó ese tema como algo político. El discurso de Bachelet es, en el fondo, profundamente machista. Y allí entra su manera de articular equipos y el tema de la paridad.
"Camila Vallejo tiene carisma y convicción política. Pero representa a una generación que sigue sin hacerse cargo de lo que fue la crisis del socialismo. Que viaje a Cuba con Fidel Castro y que considere que él encarna la luz y esperanza para América latina es perder la brújula".
Y esa lógica de la "victimización" de la que hablas, ¿se mantiene hasta ahora?
Yo creo que sí. Esa obsesión que tiene de no dejarse pautear, por ejemplo, obedece a la lógica de la victimización. A su intención de no ser considerada débil porque es mujer, por lo tanto ponerse a la defensiva.
¿Cómo ves su relación con el mundo masculino tomando en cuenta lo que ha sucedido con Dávalos, Peñaillillo y las tensiones con Burgos?
Tiene una cosa muy compleja con el mundo masculino. Siempre anda mostrando que tiene fuerza y es equilibrada y el contrapunto de eso es que los hombres siempre la dañan. Dávalos la daña profundamente como madre. El caso Burgos, al final, se traduce en un tema de seguridad y confianza.
¿Y cuál es tu relación con MEO hoy?
De cariño y afecto. Me siento su amigo y con la libertad de decirlo lo que pienso de él en lo político. MEO es un resiliente y, a pesar de la baja en las encuestas, va a salir adelante. No creo que lo vayan a tumbar ni lo dejen fuera. Va a salir a pelear y ser candidato nuevamente.
¿No te parece grave e inconsistente que, como se investiga, pueda haber recibido platas de Ponce Lerou?
Me parece incomprensible que políticos de izquierda hayan solicitado dinero al yerno de Pinochet. Si la investigación que lleva adelante la fiscalía confirma que MEO recibió recursos de SQM, lo consideraré igual de vergonzoso e impresentable que en todos los otros casos en que se compruebe. Pero creo que Marco tiene derecho a hacer sus descargos y confío en que finalmente los hará.
Tu voto, ¿será para él?
Desde que finalizó la campaña de 2009 me considero un independiente de centroizquierda. En la última elección, por razones de aprecio personal, apoyé a Claudio Orrego en la primaria de la Nueva Mayoría. Hoy no me siento representado por ningún precandidato, por tanto no sé lo que voy a hacer en la próxima elección.
G 90 "AGENCIA DE EMPLEOS"
Recién nombrado director del magíster de Comunicación Política en la Universidad Adolfo Ibáñez, Max Colodro encabeza, además, dos talleres: uno sobre Heidegger y Metafísica, que imparte hace seis años a un grupo de particulares, y otro sobre Filosofía y Sicoanálisis en la Universidad Alberto Hurtado. Por estos días, también, trabaja en dos libros: uno sobre la relación entre la cábala y la filosofía, y un segundo sobre el "quiebre que provocó la reforma agraria en la sociedad chilena". Colodro tiene a su haber otros cinco títulos (el primero de 1995) difíciles de encontrar en librerías. "Siempre estoy escribiendo", cuenta.
Últimamente, crisis política que hay, cita o entrevista tuya que aparece en radio, TV y medios escritos. ¿Qué te pasa con esa fama?
Poco, la verdad. O sea, es rico que te publiquen y ser parte de un debate. Y no me molesta ni el bullying ni el troleo. Hay mucha gente que en la redes sociales expresa sus opiniones contrarias a las mías y a algunos les respondo. A los que me insultan, que no son pocos, los bloqueo.
Eres un retratista del poder político. ¿Qué hay en el poder que lo hace tan atractivo?
Hay algo misterioso en el poder que tiene que ver con la naturaleza misma de los humanos, nuestras virtudes y miserias. Todo es relaciones de poder, incluida la pareja. Y creo que en la política se expresa lo mejor y lo peor de la naturaleza humana, especialmente en el último tiempo, cuando se ven pocos ideales, sueños e intenciones de cambio. Hoy la política está marcada por la ambición y los intereses económicos.
¿No hay en el escenario chileno representantes de ese ideal de figura política?
Sin duda que hay gente con convicciones políticas, como Felipe Kast, Karla Rubilar, Lily Pérez, Marcela Sabat, Camila Vallejo, Karol Cariola y Gabriel Boric. Tienen convicción, pero la lógica con se mueve la política al final termina por matar esas convicciones.
¿Cómo marcan los llamados G 90 esta decepción frente a la política actual?
La generación del G 90 representa lo peor de la política y de la falta de renovación: jóvenes que se aproximan a ella sin tener ninguna convicción, salvo la convicción de tener acceso al poder y económicamente. Es como una agencia de empleos.
Frente a este panorama, ¿dónde quedó tu romanticismo de militante comunista?
Es bien triste. Pasé de ser un revolucionario a un escéptico. Creo que los seres humanos vamos a ser cada vez menos influyentes y vamos a ser parte del mundo de las máquinas y la tecnología. Creo que la gran crisis del hombre moderno es el no darnos cuenta de que ya no tenemos capacidad de control e influencia.
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