Parque Nacional Torres del Paine: Desconexión total

Trekking-Cuernos

El parque es visitado por miles de turistas. Aquí se olvidan del teléfono, las redes sociales y el estrés para entrar en contacto con la naturaleza. Recorrimos el único camino para poder admirar las torres, el que, además, busca ser reconstruido a través de la campaña 'Tu Mejor Huella'.




Hace seis años el portal de viajes VirtualTourist -que recibe más de ocho millones de visitas al mes- coronó al Parque Nacional Torres del Paine como la Octava Maravilla del Mundo entre 300 destinos de 50 países en una votación que consiguió más de cinco millones de votos. El parque y la Patagonia chilena aparecen año tras año -en los rankings de revistas especializadas y sitios web- entre los mejores destinos turísticos del mundo. Además de sus impactantes paisajes, la riqueza de su flora y fauna silvestre, lo han convertido en el favorito de documentalistas y fotógrafos. El Parque Nacional Torres del Paine, fundado el 13 de mayo de 1959 y bautizado en un inicio como Parque Nacional de Turismo Lago Grey, tiene una superficie de más de 227.000 hectáreas, es una de las 11 zonas protegidas que existen en esa región y hace más de 40 que fue incluido por la Unesco en la red mundial de Reservas de la Biosfera. Su nombre proviene del vocablo aonikenk 'painé' que significa azul -ya que el macizo luce de esa tonalidad a ciertas horas según la posición del Sol- y en él, además de tener la oportunidad de disfrutar del espectacular paisaje del extremo sur de nuestro país, pueden hacerse varias actividades. Si no eres un fanático del trekking como para hacer los famosos circuitos W y O -este último, la ruta más completa con 130 kilómetros y que toma entre 8 a 10 días en recorrerse- puedes hacer excursiones de medio día al Mirador Cuernos, cabalgatas al Lago Nordenskjöld, rutas que pueden recorrerse en bicicleta, la posibilidad de capturar imágenes de guanacos, huemules, zorros, cóndores e incluso participar de 'safaris' de senderismo para ver pumas.

torres-del-paine-600x600.jpg

Las Torres en un fin de semana

Nuestro grupo, además de probar el característico calafate de la zona (una baya de color azul negruzco con el que se prepara desde mermelada hasta pisco sour) y comer al más puro estilo sureño: porciones abundantes, con menús donde primaba la carne y a la hora de los dulces siempre había 'calzones rotos', realizó dos excursiones ese fin de semana. La primera consistió en una caminata de medio día al ventoso pero impresionante Mirador Cuernos, que ofrece una vista del Monte Paine Grande y también del Valle y Glaciar del Francés emergiendo del otro lado del Lago Nordenskjöld, y el panorama más esperado, la subida a Base Torres para apreciar en todo su esplendor las famosas Torres del Paine. El trayecto al Sendero Base Torres, que dura aproximadamente unas ocho horas ida y vuelta, no es fácil. En gran parte porque no existe un camino establecido, bien demarcado y muchas de las zonas se encuentran erosionadas o con rocas que dificultan el paso. Ese es el gran problema que la campaña 'Tu Mejor Huella', lanzada por la ONG Ama Torres del Paine, Conaf y Torres del Paine Legacy Fund y apoyada por el gobierno en octubre del año pasado, busca solucionar con la construcción de un sendero, que además de seguro para quienes lo transitan -anualmente se reciben más de 260 mil turistas nacionales y extranjeros, y en temporada alta son alrededor de 1.100 personas las que recorren diariamente el sendero Base Torres-, sea sustentable y no atente contra la conservación del parque. El proyecto se encuentra a cargo de la empresa canadiense Shuswap Trail Alliance, quienes son expertos en preservación y construcción de senderos sustentables. Pero, a pesar de que la caminata no sea simple, el paisaje que acompaña durante todo el trayecto es espectacular. El primer tramo comienza desde el Hotel Las Torres -que en sus inicios, hacia finales de los 70, se le conocía como estancia Cerro Paine y no había sido ideada como un lugar de descanso turístico, sino que pertenecía a la familia Kusanovic, dedicada al negocio ganadero- y asciende por el Valle del Ascencio hasta llegar al llamado Refugio Chileno. El segundo tramo comprende un bosque de Lenga hasta el sector que, para los guías que ese día nos acompañaron, es el más difícil: la Morrena. Una zona rocosa, empinada, que en algunos puntos exige trepar entre las rocas y que, aun a mediados de octubre, tenía bastante nieve. Las tres imponentes torres pueden verse inmediatamente pasado este tramo. El descenso, por el mismo camino, puede hacerse mucho más sencillo que la subida. Aunque en este punto, cualquier sensación de cansancio ha pasado a un segundo plano: la desconexión es completa y el encanto y la magia del parque priman por sobre todo.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.