Paulina de Allende-Salazar: "El Papa se ha equivocado"
La periodista que en 2010 investigó a fondo los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima y los reveló en un reportaje de Informe Especial de TVN, ha seguido el caso desde cerca durante estos años. Es crítica de las declaraciones del Papa Francisco y piensa que Juan Barros, obispo de Osorno, acusado de encubrir los abusos, es una víctima que se transformó en victimario
Por Ximena Riquelme / Fotografía: Martín Peñaloza
Paula.cl
"A mí me tocó abrir la ventana y mostrar lo que estaba pasando. Mi trabajo fue, de alguna manera, levantar la alfombra y decir: esta es la mugre que está ahí abajo", dice la periodista Paulina de Allende-Salazar casi 8 años después de que se emitió la investigación de Informe Especial de TVN, donde, por primera vez, se mostró a las víctimas del caso Karadima dando sus testimonios sobre los episodios de abuso en la parroquia El Bosque, a la que pertenecían.
Se trataba de Fernando Batlle, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo. Estos tres últimos, tras la presencia del obispo de Osorno, Juan Barros, en las actividades públicas del Papa en Chile y las declaraciones de este diciendo que no hay pruebas en su contra, alzaron la voz diciendo, entre otras cosas, que esto es "ofensivo y doloroso".
Han pasado casi 8 años desde tu reportaje y las heridas siguen muy abiertas.
Desde el punto de vista del hito, en ese reportaje por primera vez se le puso cara a la gente que había sido víctima de abuso. Cuando se vio el testimonio de Hamilton, de Murillo, y cuando se vio la solvencia del testimonio de la ex mujer de Hamilton, la gente que, históricamente, por décadas, había hablado del rumor de los abusos, al otro día entendió que esto era real, que era creíble. Se le dio credibilidad, se le puso rostro al abuso. Antes no, se escondía debajo de los ropajes de los monaguillos. Era de todos conocido, muchos habían sido víctimas, pero de eso no se hablaba. Ha habido un cambio cultural sumamente profundo desde 2010.
¿Cuando el Papa dice que no hay pruebas en contra del obispo Juan Barros, se reflota la sensación de a que a las víctimas nadie les cree?
A partir de 2010 la gente les cree a las víctimas. Ese cambio que el ciudadano de a pie ha tenido, no lo ha tenido la Iglesia. La Iglesia chilena, que es la que informa al Papa y la Iglesia del Vaticano, representada en el nuncio, está conformada por personas que no han tenido el cambio cultural. Es gente que ha sido formada –muchos de ellos, no todos– en esta educación oscurantista, del ocultar, de no transparentar. Tienen la rienda tirante de la verdad en todo lo que pasa en la Iglesia.
Yo creo que el Papa efectivamente se equivoca. Mi sensación es que los obispos de Karadima –entre ellos, Juan Barros–, y también muchos de esos jóvenes, estuvieron formados bajo los preceptos de esa Iglesia que oculta, que no se atreve a mostrar, que no se atreve a disentir, que no tiene pensamiento crítico.
A tu juicio, ¿cómo se diferencian Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco en abordar los abusos sexuales?
Juan Pablo II no hizo grandes cambios ni culturales ni sociales respecto del abuso; tuvo a Marcial Maciel sentado a su derecha mientras cometía los abusos más feroces que hemos conocido en las últimas décadas de la historia de la Iglesia. Efectivamente Benedicto XVI sí lo hizo, pero él asume como Papa después de haber dirigido la Congregación para la Doctrina de la Fe, que era la que veía todos estos problemas. Él sabía, cuando asumió, que tenía que barrer la casa porque era evidente que tenía que estar al tanto de todo lo que ocurría. Aprovechó ese momento. Aprovechó, al menos políticamente, de barrer la casa. Permitió que pasara lo que pasó con Maciel, que es un Fernando Karadima 2. Al oír a este Papa y leer sus encíclicas, creo que tiene una postura renovadora. En los dichos, en esas frases tristes que ha dicho con respecto al tema Karadima concretamente, se ha equivocado. Yo no sé cuál es la información que el nuncio apostólico le lleva hasta el Vaticano. Yo no sé quiénes son sus consejeros, pero evidentemente, se ha equivocado. A mi juicio, esos mensajes no han sido acertados, no han sido cariñosos, no han sido empáticos hacia las víctimas. Evidentemente, tener pruebas de un cómplice es muy difícil, entonces es doloroso ese comentario. Hubiera sido ideal que no lo hubiera hecho.
Hay gente que es parte de la Iglesia, o muy cercana, que ha tomado distancia de Barros. El padre Fernando Montes dijo que sería prudente que renunciara; Benito Baranda, que debería dejar de ser obispo; Felipe Berríos, que no es una oveja inocente; el obispo Alejandro Goic, que se debió haber restado.
Hay dos iglesias. Una que yo creo que hizo el cambio cultural, que está con la gente, es cercana y además es muy querida. Otra es la que está más cerca del poder político, a esa le cuesta más hacer las transformaciones y la consecuencia de eso es la pérdida de fieles que vimos en esta visita. Para la Iglesia no tiene costo cero no ser valiente.
¿Tienes contacto con víctimas que no han tenido figuración pública?
Claro. Con otras víctimas: de abuso y también con quienes presenciaron, igual que Barros, desde el silencio, lo que ahí pasó. Los formaron en la obediencia extrema y no cuestionadora. Los jodieron de entrada. Son personas que, no te voy a decir que fueron abusadas sexualmente –aunque yo creo que algunos sí– que sin lugar a dudas siguen siendo víctimas en la medida que no se atreven a dar la cara como adultos. Siguen siendo víctimas del temor de enfrentar lo malo. Tal vez son incapaces. Y si son incapaces no tienen que estar liderando a sus comunidades. Es lo que siento con Barros. Si tú no tienes la capacidad de darte cuenta de que lo que ahí ocurría era malo, y con el tiempo no eres capaz de abrazar ni de contener a la víctima, no puedes estar a cargo de una comunidad a la que tienes que contener y guiar.
¿Cómo perfilas a Barros como persona?
Juan Barros es víctima y se transformó en victimario. Es una persona dañada, con una formación oscurantista, sin pensamiento crítico; preparada para obedecer, no para contener, no para guiar, no para ser empática. Creo que él hoy solo se ve en sus dolores y no ve el dolor de ningún otro. Creo que es una persona asustada.
¿Tienes la convicción de que Barros fue encubridor, que presenció todo esto?
Tengo la convicción de que los relatos hechos ante la Iglesia Católica y la justicia chilena son verídicos. Así lo establecieron la Iglesia y la justicia. Quienes fueron muy cercanos a Karadima tuvieron que haber tenido conocimiento de lo que ahí ocurrió sí o sí. Y si no se dieron cuenta, tienen algún daño que les impide observar y tener un juicio criterioso de la realidad. De ser así, no pueden liderar ninguna comunidad de fieles de una manera correcta y sana. Esa es mi sensación.
El Papa dijo que estos daños eran irreparables, tú que conoces a las víctimas, ¿crees que es así?
Creo que el dolor no se muere nunca. El dolor lo van a sentir siempre, pero al menos han logrado generar, para ellos y para sus hijos, una transformación, han tenido un rol social, han sacado pecho, han sacado el cuerpo. Ya no se esconden, hasta la postura física es distinta. Yo creo que ellos van a sufrir siempre. El abuso no se olvida, pero ellos han cicatrizado y sobre esa herida han construido un rol social que les ha dado fuerza, que le ha dado sentido de vida. Creo que desde ahí son hombres más sólidos. Son mucho más sólidos de lo que eran antes de salir a la luz. Ellos representan la lucha por terminar con los abusos. Desde ahí se volvieron a parar. Desde ahí hoy son infinitamente más fuertes que cuando yo los conocí y entrevisté hace 8 años atrás.
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Programa completo de Informe Especial del año 2010:
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