Hoy sólo quedan 400 ejemplares del Picaflor de Arica. Bajo ese escenario es que el Gobierno y privados unieron fuerzas e invertirán, a partir de junio, US$4 millones para salvar a este especie en peligro de extinción.
El primer paso es recuperar el hábitat de esta ave. La falta de políticas de conservación han afectado su ecosistema; siendo la quema de los bosques de chañar -para dar espacio a la agricultura- uno de las principales causas.
El proyecto busca primero que todo, proteger su hábitat natural a través de la protección y cuidado de las especies de las cuales se alimenta el picaflor. Segundo, se dispondrán corredores o microreservas para que se puedan trasladar entre los valles y por último, pero de gran importancia, es potenciar una cultura ambiental a niños y adultos, sobre todo agricultores, para que sean ellos quienes también protejan al picaflor.
Paula el 2007 viajó al norte para mostrar, en esos años, que el picaflor ya corría peligro. En ese viaje conocimos a María Teresa, una mujer que silenciosamente cuida día a día, al Picaflor de Arica. Una real guardiana de esta especie.