Podcast Pelota al piso: “Para construir la masculinidad a los hombres se les da permisos, pero también prohibiciones”

Futbol Paula



¡Estás fuera de juego! ¿Cómo aprendemos a hacernos hombres en el fútbol?, es el nombre del segundo capítulo de Pelota al piso, un podcast hecho por un colectivo antipatriarcal de varones que habla de fútbol, masculinidades y sociedad. Entre las preguntas que plantean hay algunas como: ¿Qué podemos hacer los varones para identificar y transformar las violencias que ejercemos cotidianamente, desde las más sutiles (por ejemplo, el humor) hasta las más graves (por ejemplo, el feminicidio)?

Hernán Silva Cepeda es uno de los creadores y cuenta que cuando partieron con el colectivo comenzaron a cuestionar ciertos rituales de la masculinidad, uno de ellos el fútbol. “Es un espacio de sociabilidad donde están constantemente midiendo si eres parte de este grupo selecto de varones que juega a la pelota o que están metidos en otras instancias como la hinchada, las barras”, explica. El tema es que a él y otro de los participantes del colectivo les gustaba mucho ir al estadio y hablar de fútbol, pero cada vez que lo hacían, por el WhatsApp grupal los otros no enganchaban porque –como hombres con una visión antipatriarcal– cuestionaban las dinámicas que se generaban en torno a la pelota.

Crearon un grupo aparte y en él comenzaron a “releer la pelota” y vieron que dentro del fútbol también se puede generar resistencia. Así nació la idea del podcast que ya tiene una primera temporada con 12 capítulos y del que se están planteando una segunda. “Existe una construcción de una masculinidad hegemónica que se instala como un régimen de género que te obliga a cumplir con ciertos ritos. Uno de esos es el fútbol. Esto debido a que la masculinidad se construye desde un temor constante. Debemos demostrar todo el tiempo que no eres mujer, que o no eres débil, que no necesitas de otros”, dice Hernán.

Y en este contexto la pelota es una de las maneras de reafirmar la masculinidad. “El hombre al que no le gusta el fútbol es constantemente cuestionado. Muchas veces se les dice que son homosexuales, y los hombres cuando somos chicos no queremos ser homosexuales porque queremos pertenecer a un grupo. La masculinidad y el proceso de identidad de género se construye con la relación con otros varones de tu misma edad”, explica. “Está entonces esa creencia de que te tiene que gustar el fútbol. Y no solo eso, también tienes que pelear en el fútbol y tener un enemigo en el fútbol –el ejemplo típico del Colo-Colo y la U–. Por eso es que en la cancha, cuando un jugador le toca la oreja a otro, este siente una vulneración tan grande que termina en los combos”, agrega.

Hernán explica que lo mismo ocurre fuera de la cancha con el consumo de fútbol. “Todas las dinámicas que se dan cuando los hombres se juntan a ver fútbol en las que mostramos nuestra masculinidad incluso poniéndonos en ciertas situaciones de riesgo, como lo es es el consumo excesivo de alcohol. Que viene a su vez de la mano de las peleas y que lo hemos visto estos días en las movilizaciones. ¿Quiénes son los que están ‘dando jugo’ o peleando? Los hombres y especialmente los barristas”. Éstas –según Silva– representan actitudes que van reafirmando su pertenencia a ciertos grupos.

Violencia de genero

En su trabajo a Hernán le ha tocado hacer muchos talleres con hombres jóvenes. A muchos les ha hecho la pregunta ¿cuándo fue la primera vez se sintieron hombres? Dice que la mayoría de las veces tiene que ver con espacios de dolor. “La masculinidad en muchos casos se va construyendo así, y por eso es importante abrir puertas que nos lleven a reflexionar cómo articulamos nuestras relaciones de género”, dice. Y es que en el camino de construir su masculinidad, a los hombres se les da permisos, pero también prohibiciones. “Recuerdo perfectamente que cuando era chico tenía un compañero que les pegaba a todos los del curso. Un día lo empecé a molestar y me pegó un combo. Fui llorando desconsolado donde el inspector y me dijo ‘no llores, las mujeres lloran. Lo que tienes que hacer es pegarle un combo y no importa si te devuelve otro, pero con eso le demostraste que tú también eres hombre’”, cuenta y explica que con ese gesto, el inspector le otorgó un permiso para usar la violencia, cosa que en el caso de las mujeres no pasa.

Y así mismo se prohíbe, por ejemplo, la expresión de ciertas emociones como el llanto, el pedir ayuda y el sentirse indefenso. “Hay ciertas emociones a las que les otorgamos género. Nos crían haciendo que olvidemos ciertas emociones, y a veces de adultos estamos achacados y no sabemos por qué. No sabemos resolver los conflictos y lo hacemos pegando un combo o levantando la voz porque entendemos que es lo normal”, agrega Silva. Cuestión que evidentemente influye en la violencia de género. “En casos como un femicidio existe un acuerdo social respecto de que es un acto condenable y lo mismo ocurre con los golpes y con una violación. Sin embargo, ahí ya empiezan a aparecer los peros. ¿Cómo un hombre puede violar a su mujer si se acuestan todas las noches en la misma cama?, es un ejemplo de situaciones de violencia que a los hombres les cuesta ver y comprender. Y con eso te das cuenta de que aún hay muchas cosas que adolecen de un análisis de género y de las relaciones de poder desde lo reflexivo y no únicamente de lo coercitivo”, dice.

Y también desde el espacio cultural y político porque “estamos en una sociedad patriarcal que no solo se refleja en la violencia de género. La competencia también es algo terrible. Lo vemos desde situaciones cotidianas como cuando vamos manejando un auto y se para un tipo al lado o te tira el auto encima; también en el trabajo y en las relaciones de amistad. La competencia es parte de la sustancia de la masculinidad”, dice Hernán. Y concluye que “por eso es importante generar espacios de conversación –como el podcast– porque pueden ser una buena herramienta pedagógica para generar procesos de concientización y que los varones sean capaces de identificar dinámicas en las que se sienten incómodos y sigan siendo parte solo porque es la manera en que la sociedad les ha dicho que deben construir su masculinidad”.

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