El pop es sin llorar

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De ser el revitalizador del house fiestero de la mano de Matías Aguayo, ahora Alejandro Paz mutó sorpresivamente al pop con aire ochentero. Al parecer el tiempo pasa y nos vamos poniendo techno.




Paula 1238. Sábado 4 de noviembre de 2017.

Alejandro Paz echaba de menos. Trabajaba y vivía en Europa, en donde se había hecho un nombre como parte del listado de productores y Djs que dejaban de lado la sofisticación por el riesgo y la autenticidad, al alero del sello Cómeme, de Matías Aguayo. Contaba a la vez con cortes como Duro y El house, canciones-manifiesto entre radicales y naif que giraron desde 2010 en pistas del continente. Pero, así y todo, echaba de menos. Así que volvió.

"Me planteé otras cosas, quería tocar con amigos. Había como una melancolía que buscaba manifestarse. Venía escuchando harto a Charly García y esas letras, que al volver cobraron harto sentido: cosas que solo los latinoamericanos entendemos como Parte de la religión o El karma de vivir al sur, que hablan de temas como el exilio, por ejemplo, cosas muy nuestras", cuenta. Por eso se juntó con sus amigos Diego Morales (Diegors) y Felipe Sánchez (Guarjol), para ofrendar al pop latino, parte sustancial de su memoria musical. "Por una parte, había algo emocional de querer tocar con más personas y no sentirme solo. Y, por otra, sentir de nuevo los instrumentos. Yo estudié guitarra y música", añade.

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El resultado es Sin llorar, disco que recrea el sonido de sintetizadores del pop latino de los años 80, el que por momentos recuerda a Virus o a Los Encargados y en varias oportunidades a bandas chilenas un tanto olvidadas como Jardín Secreto, la primera versión de La Ley con Shía Arbulú o Arteknia. "En su época parecía superficial, pero era una música muy valiente, que exploró mucho desde la parte estética hasta el contenido de sus canciones".

Sin llorar es básicamente una colección de canciones introspectivas, línea que Paz no podía explorar en una música de métrica tan exacta como el house y que acá se muestra sin tapujos desde el mismo arte de carátula: "El título tiene que ver con eso de que si vas a jugar un juego que sea sin llorar; o también a que es de macho no hacerlo. Pero al final uno llora igual".

*En la foto: Felipe Sánchez (Guarjol), Alejandro Paz y Diego Morales (Diegors).

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