Paula

Por qué Gabriela Mistral renegaba del término feminista

“La naturaleza me hizo fuerte de cuerpo y fuerte de alma”, escribió Gabriela Mistral en uno de sus primeros cuadernos de vida. De personalidad fuerte y pensamiento claro, demostró ser una mujer única para su tiempo. Nacida en Valle de Elqui y abandonada por su padre, creció junto a su madre y hermana, en plena carencia económica, lo que la hizo siempre valorar el rol de la mujer. La suya es una escritura construida desde y para las mujeres, una matriz matriarcal que la hizo evidente en cada vestigio de su escritura. “Mi padre escogió irse, y su vacío me ha dejado la noción de hogar mutilada, arrasada como por guerra o siniestro”, escribió. “Mi sentido del mundo es maternal, necesariamente entibiado de madre, porque ella me dio desde la palabra a los gestos”.

Ferviente defensora del poder que tiene la educación en las personas, la profesora rural, intelectual y poeta recorrió el mundo buscando transformaciones a nivel social y cultural que permitieran el acceso a la educación de las niñas y mujeres. En el texto La instrucción de la mujer para La Voz de Elqui, Mistral aseguró que buscaba liberar al sexo femenino del matrimonio forzoso y que puedieran salir de la miseria en que muchas estaban inmersas.

Aunque no se declaró abiertamente feminista, siempre luchó por la educación y los derechos de las mujeres. Lo cierto es que ella renegaba del concepto de feminismo porque sentía que era una ideología perteneciente a la élite y que excluía a las mujeres pobres. Su mirada aguda sobre la incorporación de la mujer en distintos ámbitos de la sociedad la hicieron plasmar su pensamiento controversial en ensayos y artículos. Así, en 1927, escribiría en El Mercurio de Santiago que “la entrada de la mujer en el trabajo, este suceso contemporáneo tan grave, debió traer una nueva organización del trabajo. Las feministas miran el hecho como un momento triunfal y la mujer, en general, ha querido ser incorporada, no importa a qué. La brutalidad de la fábrica se ha abierto para la mujer”.

Desde una perspectiva crítica y controvesial, plasmó en su obra los debates sobre los roles de la mujer e impulsó la denuncia sobre las injusticias sociales y económicas que enfrentaban. “Instrúyase a la mujer; que no hay nada en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre. Que lleve una dignidad más al corazón por la vida: la dignidad de la ilustración. Que algo más que la virtud le haga acreedora al respeto, a la admiración, al amor. Tendréis en el bello sexo instruido, menos miserables, menos fanáticas y menos mujeres nulas… Que pueda llegar a valerse por sí sola y deje de ser aquella creatura que agoniza y miseria si el padre, el esposo o el hijo no la amparan”.

Lo cierto es que Mistral estaba a favor de la diferencia de género, sin que eso significara que la mujer ocupara un lugar secundario. Un pensamiento que plasmó en su ensayo Nuevos horizontes a favor de la mujer donde afirmó que: “Lo único que habría que pedir, es que cuando estas ocupaciones sean desempeñadas por mujeres, los patrones paguen los mismos sueldos de cuando eran disfrutadas por los hombres. Porque pasa al respecto una cosa curiosa, que constituye, en el fondo, una injusticia y una iniquidad: cuando la mujer ocupa un puesto que antes era desempeñado por un hombre, en el acto disminuye el sueldo”.

La idea de comunidad era otro de los ideales que tenía arraigada desde muy pequeña, producto de su historia de vida, por eso, para ella era fundamental la unión de las mujeres en todo proceso: “Volviendo pues a la organización de las mujeres, este es el primer paso: vincularse para conectarse”.

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