¿Por qué son necesarias las etiquetas LGBTIQA+?

Etiquetas  LGBTIQA+

La diversidad en orientaciones sexuales, identidades de género y relaciones afectivas se expresa a través de una amplia variedad de etiquetas. Pero, ¿son realmente necesarias?




Lesbiana. Gay. Bisexual. Transgénero. Intersexual. Queer. Asexual. Cisgénero. Pansexual. Transexual. No binario. Pangénero. Demisexual. Poliamoroso.

Esta lista sigue y continúa evolucionando en el tiempo. Es solo una muestra de las etiquetas que se utilizan para describir la diversidad en cuanto a orientaciones sexuales, identidades de género y también para definir las complejidades de las relaciones afectivas.

La pregunta sobre la necesidad de estas etiquetas surge a menudo. ¿Son necesarias?, plantearon algunas lectoras y lectores de Paula después de publicar el testimonio de Gabriela Soto, una mujer de 27 años que se identifica como asexual y grisromántica. “¿Por qué la constante necesidad de definirse y etiquetarse?”.

Soto, psicóloga y activista, comparte su perspectiva. “A mí las etiquetas me han ayudado un montón. Tanto para mi orden mental como para mi propio descubrimiento. Pude encontrar una comunidad, pude ver, leer, escuchar distintas experiencias, contrastarlas con las mías. Me ayudó a entenderme y también a ponerle nombre y una explicación a lo que yo estaba viviendo”, cuenta. “Entiendo a quienes no quieran usarlas, pero creo que es una herramienta que debe estar a disposición de quienes la quieran. Puede ser de mucha ayuda”, agrega.

Para María José Cumplido, historiadora y directora ejecutiva de Fundación Iguales, fue muy importante en los inicios de los 2000 conocer la palabra lesbiana. “Me ayudó mucho a darme cuenta de quién era yo. Crecí en un mundo muy ignorante respecto al tema por lo que mi orientación sexual era algo raro para mí. No sabía bien qué pasaba”, cuenta. “En el momento de descubrirlo, a través del testimonio de otras, cambió completamente mi vida. Me permitió no solo identificarme, sino también sentirme más segura sobre lo que era”, agrega.

Nombrar lo invisible

Durante siglos hemos vivido en sociedades donde lo binario (masculino/femenino) y heterosexual ha sido la norma, explica Cumplido, lo que ha provocado la invisibilización de cientos de otras identidades y maneras de percibirse o vivir la vida personal.

“En ese sentido, las nominaciones, características o etiquetas sirven, justamente, para poder nombrar algo que ha estado silenciado”, asegura Cumplido. “Por el momento, han sido necesarias para entregar información, para que las personas entiendan lo que sienten, tengan acceso a conocer a personas parecidas a ellas y tomar decisiones más informadas respecto a sus propias vidas”, agrega.

Una de las funciones de nombrar es darle existencia a identidades, orientaciones y expresiones que antes no se conocían, detalla. “Pienso que han tenido un rol educativo importante para tener acceso a todo un mundo de posibilidades que sólo décadas antes no teníamos”, explica.

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Para Ramón Gómez, encargado de DDHH de Movilh, las etiquetas son también una herramienta que sirve para ampliar nuestra visión y conocimiento, previniendo así la discriminación, los prejuicios y los estigmas.

“Aquellas diversidades que son invisibilizadas en el discurso sociocultural y estatal han sufrido históricamente la discriminación, siendo ubicadas en el plano de ‘lo extraño’, ‘excepcional’ o ‘peligroso’. La visibilidad, en cambio, normaliza y permite internalizar que todos somos personas y merecemos la misma igualdad de derechos”, dice.

Lo que no se nombra, no existe: así resume Soto la importancia de este tema. “El poder ponerle nombre facilita hablar sobre esa experiencia. Poder hablar de la experiencia, ayuda a visibilizarla”, comenta.

¿Limitantes?

Las etiquetas son herramientas que ayudan a encontrarse y a educar, pero ¿pueden también convertirse en una forma de encierro, como opinan sus detractores?

Gómez opina que no. Para él las etiquetas son “dinámicas” y se van ampliando con el tiempo. Un ejemplo es cómo el mismo acrónimo que engloba las diversidades ha ido mutando. “Se fue descubriendo que cada vez seguirán siendo más las denominaciones, que aún no se conocen todas las diversidades. Añadir el signo ‘+’ a LGBTIQA+ ha sido una solución, momentánea al menos, que da cuenta que el conocimiento aún no cesa”, explica.

Cumplido coincide en esa idea. “El ser humano es complejo y diverso. Si uno mira la historia de la humanidad por cierto que la flexibilidad ha sido un motor evolutivo importante”, dice. “Pienso que todas las etiquetas que nos ponemos, ya sea por nuestras identidades o incluso por nuestro rol en la sociedad, son flexibles”.

En su propia experiencia, Soto nunca se sintió atada por las etiquetas. “Siempre he tenido la filosofía de que son herramientas que las personas usan para poder describirse y entenderse a sí mismas, así como para encontrar una comunidad. Si eventualmente ya no me queda, la cambio, no tengo problema”, asegura.

Soto describe las etiquetas como un gran paraguas que alberga a gente con distintas vivencias, experiencias y contextos pero, ¿podremos vivir algún día sin ellas?

“No sé si podremos prescindir de ellas porque somos criaturas que se comunican a través del lenguaje y por lo tanto tener nombres para las distintas cosas siempre va a ser un aspecto importante para entendernos en sociedad. Sí me gustaría que algún día las etiquetas no tengan la carga que tienen al día de hoy”, dice.

Para Gómez, dependerá del avance que se tenga en vencer la discriminación. “Solo debiese importar que somos personas, nada más que eso. Y ese el gran desafío para erradicar la discriminación en estos planos”, dice.

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