Escritores y fanáticos de la literatura llenaron hoy uno de los auditorios de la Universidad Adolfo Ibáñez con motivo de la premiación del Concurso de Cuentos Paula 2016, que tuvo como ganador a Ricardo Vivallo con su cuento Glosa.

El texto, que le da el nombre al libro que reúne los 10 cuentos finalistas, fue elegido entre cerca de 500 relatos concursantes, por un jurado de excelencia conformado por el escritor colombiano Héctor Abad, colaborador habitual del diario El País; por la dramaturga argentina Claudia Piñeiro y por el autor de Mala onda, Alberto Fuguet, todos presentes en la ceremonia.

El cuento ganador narra -a través de una estética fragmentaria, con imágenes y anotaciones- el fin de semana de un padre, una madre y su hijo de 32 años en unas termas.

"El escritor apuesta por fragmentar, a no contar todo, a eludir, a distanciarse, pero Glosa no se dedica solo a englosar una serie de eventos: vuela, se expande y termina condensando una novela devastadora con la economía de cuento. El ganador opta por la frialdad, porque tiene conciencia de que lo que está narrando es o demasiado personal o demasiado intenso. Glosa lleva la peregrinación chekjoviana de ir a un paseo a las termas y lo actualiza. Nos lleva con él y con este padre, esta madre y este hijo que no es un niño pero debe ser cuidado. El fin de semana en las termas es puro silencio, tensión y devastación. La familia debe salvar al hijo de 32 años que necesita curarse ¿pero quién salva a la familia? ¿Cómo se salva cada uno? Glosa parece uno de esos cuentos clásicos que uno siempre lee. Un gran premio, un gran autor que tiene qué contar y cero miedo a conmover", dice Alberto Fuguet sobre el primer lugar.

En representación de Carlos Alcalde, ganador del segundo lugar con el cuento Abre la boca, asistieron sus padres a recibir el premio, ya que el joven escritor vive actualmente en Amsterdam. "En el cuento hay un tema antiguo, casi mítico: las historias cíclicas que se repiten casi como un destino. Pero esa antigüedad está actualizada pues el relato indaga en un tema contemporáneo: la libertad de ser gays y la brutal oposición a serlo abiertamente. Y el prejuicio basado en la ignorancia: creer que se puede educar la inclinación sexual, cambiarla o contagiarla. Aquí hay dos historias que se entrecruzan con brutal sutileza", dijo a Paula.cl el presidente del jurado, Héctor Abad.

El Concurso de Cuentos Paula es uno de los certámenes más esperados de la escena literaria nacional. Desde sus inicios en el año 1968 y su reedición en el 1996, el concurso ha sido cuna para nuevos talentos, como Pablo Simonetti, Javier Argüello, Andrés Gómez, Roberto Fuentes, Daniel Villalobos y María José Viera-Gallo. Este año se realizó con el apoyo de Penguin Random House y de la Universidad Adolfo Ibáñez.

A continuación, las palabras de Ricardo Vivallo, al recibir el primer lugar:

"15/12/2014

Tirado en la playa leo el Tristram Shandy.

Dice: "La escritura, cuando manejada adecuadamente, no es más que un nombre diferente que se le da a la conversación".

Un hombre recorre pacientemente la playa con un detector de metales.

No da respuestas el mar, pero aún así no nos cansamos de interrogarlo, pienso.

No dejo de repetirme los versos de Manuel Machado; aparecen y resuenan solos a lo largo del día, ya casi como un involuntario mantra: "sé que voy a morir/ porque no amo/ ya / nada".

15/12/2015

Un galpón con muchas camas. Una muchacha desconocida, casi una adolescente, se acostaba a mi lado y me besaba. Sentía su lengua bajar por mi garganta y me sentía asfixiado. Ella se apartaba y ponía un vaso de vidrio en mi boca. Me decía que respirara, que así se iría el ahogo. Pero no resultaba, el vaso se me pegaba a la cara como una  ventosa. La muchacha me incitaba a que la siguiera afuera del galpón. Amanecía. Caminábamos de la mano junto a una línea de tren. Llegábamos a un bloc de departamentos. La muchacha me guiaba por pasillos y escaleras. Entrábamos a un departamento en el que solo había un colchón, una mesa y un televisor apagado. Un hombre y una mujer se vestían en silencio. Tenía la impresión de estar en el set de una película pornográfica, pero la actitud familiar y relajada de la muchacha me hacían comprender que ahí era donde vivía.

Por la única ventana del estrecho departamento se veía un trozo de cielo muy celeste, limpio, apenas interrumpido en su pureza por móviles estrías blancas. La muchacha me decía que todo iba a estar bien, que sólo tenía que relajarme y me clavaba una jeringa en el dorso de una mano y yo sentía, en un espasmo gozoso, cómo molécula por molécula mi cuerpo se iba desintegrando, se hacía gaseoso, quedaba reducido a un alboroto de partículas que la muchacha esparcía por la habitación con un tierno movimiento de sus manos, como si espantara benévolamente una mosca con un calculado movimiento de Tai-chi.

15/12/2016

V todavía duerme. Me levanto sin hacer ruido, me preparo un café y me lo tomo frente a la ventana. La vieja del primer piso barre su pequeño patio y habla, como todas las mañanas, con su gato Carloto. En unas horas más me darán un premio por un cuento que escribí. Es extraño. Aún no consigo asimilarlo. Mejor así, supongo. Que todo siga sucediendo como en un sueño. Y no pensar. Como decía Michaux: "Sin palabras, las palabras sitúan". Decir simplemente: gracias, gracias, gracias".

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El libro Glosa y otros cuentos, que reúne todos los relatos finalistas de este año, fue editado por Alfaguara y ya está disponible en librerías del país.[/caption]