Pubertad y menarquia precoz

Menarquia precoz



“A los 6 años me salió el botón mamario y a los 11 me llegó la menarquia. Había invitado a mis amigas a almorzar a mi casa cuando me di cuenta. Le dije a mi mamá que algo había pasado, que me había llegado mi primera regla. Me puse una toallita y me fui a jugar a la plaza. Ahora, viéndolo para atrás, es heavy pensar que en verdad era una niñita”, cuenta Bernardita (25), una de las tantas mujeres que se desarrolló de manera adelantada.

Francisca Ugarte, endocrinóloga pediátrica de Clínica Universidad de los Andes, afirma que a lo largo de los siglos ha ocurrido lo que se llama un adelanto secular de la menarquia, es decir, la menstruación empezó a llegar más temprano. Según un estudio realizado en Santiago por Eloísa Díaz en 1886, el promedio de edad en la que llegaba la primera regla en ese entonces era de 16 años. Actualmente, esta cifra se encuentra en los 12 años y medio.

La menarquia precoz es cuando la regla llega antes del tiempo que es considerado normal, es decir, antes de los 10 años.

“Tenemos que aplazar esto”, fue la reacción de Ester tras el diagnóstico de pubertad precoz a su hija Leonor (10) cuando tenía solo 8 años. Si bien cuenta que el tratamiento no es barato y que ningún seguro lo cubre, es un costo que decidió asumir. “La veía tan chiquitita, que el solo hecho de pensar que iba a dejar de ser una niñita e iba a tener que preocuparse de temas de adulto me angustiaba”, confiesa. “Si me ofrecen una opción para poder aplazar todo esto, y puedo hacerlo, claro que lo tomo”, afirma.

Ugarte explica que los síntomas característicos de la pubertad suelen ocurrir entre los 8 y 10 años y que cuando ocurren antes, es cuando se denomina pubertad precoz. “La primera regla –o menarquia– es un elemento tardío dentro de cualquier pubertad, ya sea precoz o normal. Un 85% de las niñas comienza con el botón mamario, desencadenado por el estrógeno que desarrolla la sensibilidad de la glándula mamaria. Una vez ocurrido el inicio del desarrollo mamario, la menarquia suele ocurrir dentro de los siguientes dos años o dos años y medio”. Por lo tanto, la menarquia precoz es cuando la regla llega antes del tiempo que es considerado normal, es decir, antes de los 10.

Las niñas con pubertad precoz a menudo experimentan un desarrollo rápido y progresivo, acompañado de sudoración axilar y vello púbico. Sin embargo, si solo se desarrolla el botón mamario, sin desarrollo progresivo y sin estar acompañado de otros signos, se denomina telarquia aislada, la que puede ser causada por la exposición a sustancias que contienen estrógenos, como champús y cremas con extracto de placenta. Los fitoestrógenos presentes en plantas como la manzanilla y soya también pueden provocar la aparición del botón mamario, pero retirar el producto puede detener el desarrollo en la mayoría de los casos.

Su impacto social

Rocío González, psicóloga infanto-juvenil, describe cómo en esta etapa el desarrollo social puede verse afectado por los cambios corporales que ocurren. “A lo mejor las amigas no están pasando por lo mismo y difícilmente van a poder entender el proceso. Y es que a esa edad, difícilmente se puede verbalizar lo que les está pasando porque son muy pequeñas, deberían estar jugando todavía y no preocupándose por estos cambios corporales o por los tratamientos a los que se tienen que someter”, dice.

“Cuando estaba en Kínder mi mamá se dio cuenta de que estaba con botón mamario. Lo encontró medio raro así que fuimos a una endocrinóloga que me diagnosticó pubertad precoz. En segundo básico me compraron mi primer peto porque ya me estaban creciendo las pechugas, pero a ninguna de mis compañeras les estaba pasando esto”, recuerda Bernardita.

Ester, por su parte, cuenta que a su hija le salió el botón mamario a los 8 años y 7 meses. Para poder confirmar que no era una telarquia aislada, sino que pubertad precoz, se tuvo que hacer diversos exámenes, radiografías y ecografías para revisar si existía una maduración en los tres ejes hormonales: el hipotálamo-hipófisis-ovario, el eje de la glándula suprarrenal y el patrón de secreción de la hormona de crecimiento.

La doctora no descarta que puedan existir otros factores que actúen como desencadenantes y explica que, durante la pandemia, específicamente en el período de confinamiento, se observó un aumento significativo en los casos de pubertad precoz. “El programa de seguimiento y tratamiento incrementó su número a más del doble en los casos diagnosticados y tratados. Si antes se trataba a 70 niñas, ahora a 160 al año”, cuenta. Una de las explicaciones que más apoyo tuvo es que el tiempo de exposición a las pantallas podría tener un papel clave en la aceleración del desarrollo en niñas. A pesar de no existir evidencia directa en humanos, esto se podría explicar ya que, en animales, la frecuencia de onda de las pantallas inhibe la melatonina, hormona que frena el desarrollo de la pubertad.

Menarquia precoz

Además de las pantallas, existen otros factores que pueden influir en el desarrollo. Las niñas con sobrepeso u obesidad tienden a tener un desarrollo más prematuro, mientras que las niñas con desnutrición o anorexia nerviosa lo tienen tardío. Por otra parte, quienes viven más cerca de los polos suelen estar un poco más retrasadas en crecimiento que las que viven más lejos. Otras variables son la inmigración, el estrés y el ambiente.

Rocío González es psicóloga y explica que los factores ambientales también influyen en la pubertad precoz. “Hay conductas más púberes o agrandadas que son potenciadas por el acceso temprano a redes sociales e influyen en la aceleración de la pubertad en las niñas, aunque no necesariamente tienen un impacto en el adelanto del desarrollo corporal. Esto se ve en la sexualización de las niñas y en la exposición excesiva a contenido adulto como ciertas películas o bailes de TikTok”.

Las consecuencias

La pubertad precoz puede traer diversos problemas, advierte la Dra. Francisca Ugarte. “Primero está la inadecuación del desarrollo en niños de 6 o 7 años. Este desarrollo prematuro no solo es inapropiado para su edad cronológica, sino que también genera desafíos en su madurez psicológica y en la adaptación al entorno social, afectando las interacciones con sus compañeros de clase”.

Bernardita respalda esto con su propia experiencia. “Siempre fui mucho más grande que mis compañeras de colegio y eso me excluyó de ciertas actividades. Me acuerdo de una vez que fui al Mampato para un cumpleaños y no me dejaron subirme a algunos juegos porque era muy alta. Ya más grande, cuando iba a las discoteques o juntas, siempre era mucho más alta que los hombres. En quinto básico ya medía 1.60 metros y en sexto 1.70″, agrega.

Ugarte advierte que además, “este desarrollo precoz conlleva cambios en el carácter que se manifiestan en conductas más contestadoras, rebeldes y una atención desviada hacia aspectos más propios de la adolescencia. El tratamiento puede revertir temporalmente estos comportamientos, devolviendo a la niña a actividades más propias de su edad”, continúa la doctora.

La madre de Leonor, Ester, confirma que este avance no es solamente en el cuerpo, sino que también en la personalidad. “Al principio, cuando partimos con el tratamiento, su carácter era un tema. Estaba mucho más irritable. Uno escucha mucho que ‘están en la edad’, pero también es porque hay una activación biológica. Con la inyección bajó completamente esta irritabilidad y se vio bastante más controlada”, dice.

En tercer, y último lugar, la doctora explica que la pubertad precoz implica que los cartílagos de crecimiento se cierren rápidamente bajo la influencia de los estrógenos. “Aunque inicialmente puede haber un estirón temprano entre los 6 y 8 años, este crecimiento se detiene prematuramente. Como resultado, las niñas con pubertad precoz, si no se tratan, suelen alcanzar estaturas finales considerablemente más bajas, con mediciones alrededor de 1.45 y 1.47 metros, limitando su crecimiento y estatura potencial”.

Desde el punto de visto psicológico, Rocío González da cuenta de que en este proceso también existe un incremento de ciertos índices que son importantes de observar, como la ansiedad, el estrés y la autoestima relacionada con la imagen corporal. Algo que confirma haber vivido Bernardita: “Nunca me sentí muy cómoda cuando chica, sentía que mi cabeza no iba con mi cuerpo. Hasta el día de hoy tengo muchos problemas de autoestima, muchas veces siento que necesito la validación de los hombres, de alguna manera porque no la tuve cuando chica. No me siento muy contenta con mi cuerpo, me cuesta aceptarlo, sentir que es mío y quererlo”.

Actualmente, los tratamientos mitigan estos efectos negativos que puede traer la pubertad precoz. Permiten frenar el desarrollo de manera efectiva, para que así la niña pueda experimentar el proceso de desarrollo con sus compañeras. “Se trata mediante el uso de análogos de LH-RH, es decir, inyecciones administradas de forma mensual, trimestral o semestral, que reducen las hormonas LH y FSH, y se logra disminuir la producción de estrógeno y, por ende, los signos de desarrollo”, informa la Dra. Ugarte.

Ester relata que, con el tratamiento, el desarrollo de su hija se ha ido estancando. “Acaba de cumplir 10 años, pero su cuerpo está pegado en los 11. Su crecimiento óseo y hormonal están en esa edad”. La doctora respalda explicando que “al disminuir la producción de estrógeno, todo empieza a bajar. Uno ve que el desarrollo mamario disminuye, el vello pubiano que había partido se queda estancado y la edad ósea que está adelantada tiende a irse emparejando con la edad cronológica”.

La importancia del apoyo emocional

Rocío González recalca que a los 8 o 9 años una niña no tiene todas las herramientas para poder superponerse a todos estos cambios y para poder entender qué le está pasando, qué le pasa a su cuerpo y por qué se ve diferente a las demás. Por eso es tan importante mantener un adecuado acompañamiento por parte de la familia o de un adulto que pueda ir pesquisando el desarrollo precoz. “Si la niña no está teniendo un apoyo consistente, si no se siente bien con su imagen corporal o está teniendo problemas de adaptación, de alguna manera eso puede ir generando ciertos patrones relacionados con la ansiedad, inseguridad, la desconfianza al enfrentarse al mundo y problemas de alimentación, llegando incluso a desencadenar un trastorno alimenticio”, explica.

La endocrinóloga Francisca Ugarte enfatiza en la necesidad de limitar el tiempo de pantalla y de fomentar actividades al aire libre para promover un desarrollo saludable en las niñas. También recomienda una alimentación equilibrada y el uso de productos específicos para niños, evitando el uso de champús y cremas de adultos. Además, destaca la importancia de detectar los signos de pubertad precoz al principio del proceso para intervenir a tiempo y permitir un desarrollo más normal.

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