¿Qué es la tensión sexual y cómo la reconocemos?
Miradas que sacan chispas, aunque los protagonistas no se han tocado ni un pelo, o ese roce de manos que genera electricidad. La tensión sexual se ha definido como un fenómeno social que ocurre cuando dos individuos interactúan y sienten deseo sexual, pero la consumación se pospone o nunca sucede. Un escenario común es donde las dos personas funcionan en proximidad, como compañeros de trabajo o en un grupo de amigos, pero no tienen relaciones sexuales para evitar la incomodidad o por otras razones. Susan Palmquist en su libro How to Write a Romance Novel (Cómo escribir una novela romántica), describe la tensión sexual como algo que no tiene nada que ver con el acto sexual real, sin embargo, es todo lo que conduce a él.
También puede ocurrir cuando dos personas han tenido relaciones sexuales previamente y todavía sienten una atracción mutua, pero no quieren volver a tenerlas por temor a que esa relación afecte en su entorno social –como mantener una relación con una pareja diferente; involucrar a otras personas, como los hijos; entre otras–, o cuando dos personas tienen una relación desprovista de contacto físico, como en una relación a larga distancia. “En todos los casos, se podría explicar como un deseo que por alguna razón no se concreta, y esa no concreción, es lo que genera aún más tensión”, explica la psicóloga experta en parejas Daniela Merino. Y hace la analogía de una olla a presión. “Es como que todo el tiempo está ahí hirviendo y eso hace, que cuando se concreta el acto sexual –si es que ocurre–, sea como una explosión, porque se suelta esa tensión que ha estado sostenida por un tiempo”, agrega.
Dice también que es difícil ocultarla. “La mayoría de las veces la tensión sexual es percibida por el entorno y en muchos casos incluso resulta extremadamente obvio para otros amigos o compañeros de trabajo que dicha tensión está presente entre dos personas. Y no solo en la vida real, en ficción también se suele retratar esta sensación, por ejemplo, cuando dos personajes están solos y muy cerca pero el deseo no se expresa explícitamente. Finalmente tiene que ver con una química que es poco evitable, una atracción que se contiene y que cuando se libera genera probablemente las mejores experiencias sexuales”, aclara la experta.
Aunque a veces es evidente, para algunas personas resulta más complejo detectar si eso que están sintiendo es recíproco o es solo parte de su imaginación y deseo por el otro. El reconocido doctor en psicología Ronald Riggio, en un artículo publicado en Psychology Today, explica que existen señales no verbales de interés sexual, algunas más obvias y otras bastante sutiles, como la mirada prolongada o la posición del cuerpo. “Sostener la mirada de otra persona un poco más de lo habitual es una señal de interés e incluso puede ser excitante, por lo que generalmente lo sostenemos brevemente. La mirada prolongada sugiere que hay atracción y deseo de conectarse. Y lo mismo ocurre cuando, por ejemplo, nos sentamos directamente frente a la otra persona, inclinamos el cuerpo un poco hacia adelante, con los ojos bien abiertos y los brazos abiertos –sin cruzarlos como “barrera”, por ejemplo–. Esto sugiere que una persona quiere tener más intimidad. A veces se les llama señales de inmediatez”, explica.
Los labios y lengua también son protagonistas en esto. “Cuando alguien se siente atraído sexualmente, la lengua puede volverse más activa y puede ocurrir una humectación más frecuente de los labios. Este lamerse los labios lentamente puede ser una señal de coqueteo intencionada y obvia”, explica el experto y agrega que lo mismo ocurre con el tacto en otras partes del cuerpo. “Que la otra persona se toque los labios, la cara, la barbilla, los hombros o el pecho, parecen movimientos sin razón, pero como el cuerpo no puede mantenerse en calma debido a la tensión sexual, suele pasar que la misma persona se toque. Son gestos que muestran que el deseo es inminente”.
Los roces inesperados también son señales. Riggio dice que es de los gestos más habituales, cuando dos personas se sientan juntos para que las piernas se toquen ligeramente y en ese gesto, sienten como una descarga eléctrica. O cuando permiten que la mano de uno roce o descanse sobre el cuerpo de otra persona, esas son señales de seducción. Como también lo son las sonrisas. “Cuando interactuamos con cualquier persona de forma positiva, sonreímos con frecuencia. Si una persona nos gusta, las sonrisas son más frecuentes, y si esa persona además nos despierta un deseo sexual, las sonrisas son casi permanentes. Y no es la única señal que tiene que ver con el rostro. También acostumbramos a asentir en una conversación para demostrar que estamos de acuerdo. Porque al final, la tensión sexual hace que la interacción entre dos, sea constantemente positiva y agradable”, concluye.
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