Es el único que vivió solo con su célebre padre artista. Es músico, pintor, escritor, cineasta, cocinero, profesor de tai chi y estratega de las comunicaciones. Cree en los milagros y en la transformación permanente, y en que la existencia está llena de encuentros. Vive en París, donde dirige la compañía Sometime Studio (www.sometimestudio.org), donde hace un poco de todo, pero principalmente campañas de imagen, porque se aburrió de Nueva York y transita de proyecto en proyecto con una plasticidad abismante. "El milagro de la vida no es ganar plata ni tener poder, sino pasar por diversidad de experiencias. Para mí hay dos categorías de personas: los curiosos y los lateros", sentencia. Tiene 49 años pero parece de treinta y tantos. La crisis de los cuarenta lo activó: "A esa edad comienza lo interesante". Hace diez meses fue padre nuevamente: tiene cuatro hijos de tres mujeres diferentes. "Cada vez que nace un hijo, yo vuelvo a nacer", concluye.
Como músico ha editado 40 discos, casi todos proyectos experimentales donde se desplaza con fluidez del pop al jazz o a la música concreta. Estudió en el conservatorio y con John Cage, porque un día se lo encontró en la calle y le pidió que le hiciera clases. La anécdota ilustra el modo en que Ramuntcho se relaciona con el mundo: con curiosidad, entusiasmo y bastante ingenuidad. Lo que más le gusta es conocer gente y generar alianzas creativas. "Cuando dos personas se unen surge un tercer personaje, que es una sorpresa para todos". Ahora graba y toca con las bandas Hirasi y Safari, y los Mama! Milk, una pareja de japoneses donde la mujer toca acordeón y el hombre, violoncello. (www.mamamilk.net)
¿Por qué tocas con una banda japonesa?
Mi novia, la arquitecta Ombra Bruno, fue a Japón a diseñar un museo. Yo me puse tan celoso que inventé una excusa para acompañarla. Me acordé de un dúo de japoneses que había visto en un club de París, los busqué en google y les escribí diciéndoles que quería tocar con ellos en Tokio. He hecho dos discos con ellos.
¿Cómo empieza tu carrera como estratega en comunicaciones?
Resulta que a finales de los años ochenta compuse el tema Toi mon toit (Tú mi techo) para mi mujer de entonces, Mirtha Medeiros. Tuvo mucho éxito, fue número 1 en la radio y la televisión. Y hace un año hubo una manifestación estudiantil en París y todos los estudiantes cantaron la canción. Entonces una agencia me llamó: pensaron que yo era un genio de las comunicaciones.
Acabas de hacer el nuevo sitio del casi intocable museo Louvre (http://louvre.arte.tv/)
Me llamaron del museo y del canal Arte para decirme que querían captar público más joven y hacer un sitio web donde se viera que el Louvre es un espacio contemporáneo. Invité a artistas contemporáneos a hacer obras y videos a partir de la colección del museo, y a músicos para que crearan piezas sonoras también inspiradas en ella. Inventé un módulo dedicado a un invitado del Louvre, que ahora es Umberto Ecco, y diseñé un sistema mediante el cual las obras se relacionan con las noticias contingentes.
¿Qué te pasa con esto de ser "el hijo de"?
No me incomoda, pero tampoco lo luzco como un trofeo. Es una suerte, porque aprendí mucho de él, pero también una responsabilidad, porque siento que es importante transmitir el saber que recibí. Yo soy el único de sus hijos que vivió solo con él en el campo, en las afueras de París. Nuestra relación fue cariñosa y directa. Podría haber sido mi abuelo, pero era muy amigo mío, muy cercano.
¿Roberto Matta es tu mayor influencia?
De él heredé la curiosidad, pero también he aprendido de muchas otras personas: del filósofo Félix Guattari, de mi hermana Federica, de mi hermano Gordon Matta-Clark y así, de cada persona que me encuentro en el camino. Uno no es uno. Uno es la multiplicidad de los encuentros que ha tenido en la vida. ®