Recesión rosa: “Esta pandemia ha visibilizado la dureza de la vida de esas mujeres que si no salen a trabajar, sus hijos no comen”
A comienzos de septiembre el PNUD publicó un informe lapidario en el que informó que a diferencia de los hombres, las mujeres que han perdido su trabajo en los últimos meses no han podido reinsertarse en el campo laboral. Dicho documento también reveló que en la mitad de los hogares monoparentales con jefatura femenina los ingresos simplemente no alcanzan para lo básico.
Al respecto, la doctora en Salud Pública, Magíster en Gestión y Políticas Públicas y Directora de Investigación y psicóloga de la Universidad Diego Portales, María Elisa Ansoleaga, asegura que aunque la situación de no trabajo provocada por la actual crisis es importante para todos, para las mujeres la situación es simplemente dramática. “Las mujeres no han podido volver a reinsertarse en el campo laboral porque con la pandemia se rompieron las cadenas de cuidado, de provisión de servicio y de cuidado de niños menores. En nuestra sociedad las mujeres siguen estando a cargo del trabajo de cuidado, que también supone cuidar a personas mayores con algún grado de dependencia, considerando que Chile avanza hacia un envejecimiento poblacional donde muchas veces las mujeres no terminan de salir de la etapa más difícil de la crianza cuando tienen que asumir el cuidado de personas mayores”, asegura.
Avances en el discurso de equidad pero no en la práctica
“Claramente hay que tomar acciones de acción afirmativa. Esto significa que una vez que identificamos que que hay un grupo en desventaja -en este caso las mujeres que no pueden acceder al retorno al trabajo-, hay que tomar acciones que vayan más allá del apoyo y que focalicen esfuerzos especiales para poder disponer de esas condiciones que estarían obstaculizando el regreso”, dice la especialista y agrega.
Como explica Ansoleaga, es necesario atender las causas del problema, que en este caso están en la ruptura de las cadenas de cuidado y de servicios, pues mientras no se recupere la movilidad, baje el riesgo de contagio o exista alguien con quién dejar a las personas que cuidan de forma segura, el problema seguirá siendo importante.
“Más allá del mecanismo específico, la pregunta es cómo hacemos para garantizarle a las mujeres que tienen que salir a trabajar que todas sus obligaciones domésticas y de cuidado van a estar cubiertas”, asegura y se apura en aclarar que con esto no está reproduciendo un discurso machista, sino pensando en un hogar monoparental con jefatura femenina. "De hecho, en hogares que no son monoparentales femeninos, de maneras más o menos explícitas, sucede que es el hombre quien vuelve a trabajar mientras las mujeres se quedan a cargo de las labores domésticas, de cuidado y de ser profesoras y acompañar el estudio a distancia de los hijos”.
La psicóloga destaca que esto deja en claro que los avances en términos de equidad de género han quedado, en gran medida, en la teoría. “Si bien Chile ha avanzado mucho a nivel de discurso en términos de equidad de género, seguimos teniendo prácticas concretas y visibles que muestran de qué manera se sigue reproduciendo la división sexual del trabajo. Esta pandemia ha servido para visibilizar la dureza de la vida de esas mujeres, jefas de hogar de bajos ingresos, muchas con trabajos informales que si no salen a trabajar a la calle sus hijos no comen”, explica.
Un trabajo plural
Para Ansoleaga, es imperativo comprender que el país está pasando por una crisis sanitaria, una crisis económica, una crisis social y una crisis política, todas muy grandes e importantes. Esto hace que sea importante tomar conciencia de que estas crisis están encarnadas en personas que están sufriendo sus consecuencias. “Para hablar de mujeres y trabajo en pandemia es preciso hablar en plural, pues son muchas las realidad que atender. Por ejemplo, hay otro grupo que también ha estado en una situación muy compleja, que son las mujeres que trabajan en servicios esenciales”, dice.
La directora de Investigación UDP explica que, a través del programa para la protección de la salud mental para trabajadoras del área de salud, Acción Salud UDP, han visto que la situación que viven estas mujeres es preocupante. “Estamos frente a personas que llevan cinco o seis meses trabajando al límite, con una intensidad abrumante, donde falta el descanso, realizando esfuerzos excepcionales”.
“Es bien impresionante ver cuánto esfuerzo y determinación hay en las mujeres que trabajan, las que buscan trabajo, las que tienen que salir a trabajar en lo que sea, las que teletrabajan y al mismo tiempo mantienen un conjunto de responsabilidades y tareas que suponen una carga muy alta”, dice y agrega: “Si sumas el trabajo formal o informal al trabajo doméstico y de cuidado, la carga global de la mujer es muy alta, lo que tiene efectos nocivos en su salud mental”.
María Elisa Ansoleaga remata explicitando que el trabajo de las mujeres es plural. “Se trata de un segmento de la población que requiere ser atendido y cuidado de manera prioritaria. No estamos hablando de un problema ni simple ni pequeño, estamos hablando de un problema cuya magnitud es enorme”.
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