Rory Gilmore, la adolescente que muchas quisimos ser

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Rory Gilmore es la mitad del dúo dinámico de madre-hija que protagonizó la serie norteamericana Gilmore Girls, estrenada en 2000 y que estuvo al aire por casi siete años. Este show de televisión cuenta la historia de una mamá soltera que cría a su hija adolescente en un pequeño y muy peculiar pueblo de la costa este de Estados Unidos, luego de renunciar a una vida de lujos y privilegio al abandonar a su familia que se avergonzaba de tener entre sus miembros a una hija con un embarazo adolescente.

No recuerdo bien en qué momento de mi vida Rory y yo cruzamos caminos, pero las chicas Gilmore se convirtieron en un ritual de las tardes compartido por mi mamá y por mí. Vimos todos los capítulos, más de una vez. Al punto que cada día hablábamos más rápido, al más puro estilo Lorelai. Y yo cada vez apreciaba más mi uniforme de colegio con falda a cuadrillé, casi idéntico al que usaba Rory en Chilton.

Como muchas veces ocurre en la televisión, la vida de las chicas Gilmore era en cada capítulo una mezcla justa de coincidencias y perfección. Comían chatarra todos los días, pero se mantenían sanas y con kilos de energía para irradiar al mundo. Rory vivió toda su adolescencia frente a nuestros ojos sin ningún grano ni faux pas de moda. Era víctima de bullying en el colegio privado al que iba, pero nunca perdió los estribos, siempre tenía la razón y era capaz de poner la otra mejilla, incluso cuando su némesis –que temporadas después se convierte en mejor amiga– la humillaba públicamente. A pesar de tener intereses bastante nerds, nunca tuvo que transar ser quién era para mantener sus amistades y siempre, pero siempre, captaba la atención del hombre más interesante de Stars Hollow, de Chilton o de donde sea que estuviese.

De las chicas Gilmore aprendí lecciones falsas como que puedes comer pizza fría todos los días y ser delgada, pero también otras buenas que llevo conmigo hasta hoy. Una de ellas es que siempre puedo contar con mi mamá, por ejemplo, como Rory siempre contó con Lorelai.

Si bien fue esta versión de la adolescente perfecta que tenía una relación idílica con su mamá quien fijó estándares imposibles para muchas, cuando pienso en Rory Gilmore, lo hago con cariño. Por eso, cuando hace menos de un año Netflix anunció un especial de cuatro capítulos con el regreso de las chicas Gilmore, fui de las que saltó de alegría. Sin embargo, la sensación al final del atracón televisivo no fue del todo feliz. No por alguna objeción particular ni concreta hacia el guión, sino todo lo contrario, la vida de mi personaje favorito, ahora convertida en adulta y profesional, de golpe se había vuelto demasiado real.

Tenía una relación complicada con un hombre comprometido, un trabajo poco gratificante y, al final, un spoiler que no quiero incluir, pero que es un tremendo golpe de realidad para cualquier mujer en sus 20 tratando de encontrar su camino.

A pesar de que por culpa o gracias a Rory pasé muchos recreos leyendo autores rusos para ponerme a tono con la fase literaria que estaba viviendo por ese entonces mi personaje favorito, no puedo hacer más que desearle lo mejor y éxito en todo lo que se proponga.

Porque quizás incluso para ella, en su versión de mujer adulta, los estándares y expectativas de esa Rory adolescente fueron demasiado altos y difíciles de alcanzar.

https://www.youtube.com/watch?v=kGGNNSmGDpU

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